Volvió House of Cards: la sombra de Kevin Spacey sobrevuela a Claire Underwood
ADVERTENCIA SPOILER: la nota incluye algunos detalles sobre el primer episodio de la sexta temporada de House of Cards.
El relato de la sexta temporada de House of Cards tiene una relación con la realidad imposible de quebrar. La curiosidad que genera su regreso no sólo tiene que ver con el interés que la serie despierta desde que comenzó en 2013, o con el hecho de sean los últimos ocho episodios que cerrarán la historia. House of Cards sufrió uno de los más grandes traumas que le pueden ocurrir a una serie, perder a su protagonista, Kevin Spacey, que fue despedido inmediatamente al hacerse pública una acusación por abuso sexual (primero por el actor Anthony Rapp y luego por otros hombres). Y el público, aún el que se había alejado, quiere saber si la serie creada por Beau Willimon podrá superarlo.
La respuesta es complicada pero los guionistas tuvieron la inteligencia de hacerse cargo del problema que tenían en la realidad dentro de la ficción. La ausencia de Spacey en la serie se equipara a la de Frank Underwood en el historia y la sombra de ambos ronda los primeros episodios de esta nueva temporada, como un fantasma que se niega a abandonar un lugar. Este comienzo del fin encuentra a Robin Wright y Claire Underwood, actriz y personaje, luchando contra esa sombra e intentado imponerse como protagonistas totales.
La actriz sale ganando, ya que continúa luciéndose con la interpretación de un personaje que conoce bien. Algunos diálogos y los ya característicos giros extravagantes de la trama superan lo que la intérprete y el resto del excelente elenco pueden hacer, pero el lugar de protagonista no le queda para nada grande.
Tras la muerte de Frank, Claire parece libre para ejercer la presidencia como mejor le parezca pero no es tan así. Hay demasiadas personas que no están contentas con tenerla a ella como jefa absoluta. Lo que más parece molestar a algunos personajes poderosos es la insistencia de la mandataria de no continuar con ciertos arreglos hechos por Frank. A otros sólo les molesta que la presidenta sea una mujer, como sugieren los insultos que incluyen en las amenazas que se hacen contra ella y que se leen en una de las primeras escenas en el salón Oval. Pero Claire no le presta mayor atención; quiere liberarse del legado de su marido y los primeros episodios presentan el camino sinuoso que tendrá que recorrer para lograrlo…si es que lo consigue.
Entre quienes le complican la vida a Claire están su vicepresidente, Mark Usher (Campbell Scott) y los hermanos Annette y Bill Shepard, empresarios poderosos, acostumbrados a influir en la política y viejos conocidos de la presidenta, que la presionan a límites extremos para llevar adelante sus propios objetivos. La inclusión de esta dupla, interpretada a la perfección por Diane Lane y Greg Kinnear, provee de nuevas adversidades a las que tiene que enfrentarse Claire y una atractiva dinámica de "queridos enemigos".
Pero también están de vuelta varios personajes estables de la serie, entre ellos, el más importante: Doug Stamper (Michael Kelly). Internado en un psiquiátrico y esperando que se defina su futuro, el ex mano derecha de Frank es el verdadero viudo emocional del ex presidente. No sólo se hizo cargo de los crímenes de Underwood sino que todavía continúa siéndole leal, después de su muerte. La relación con la presidenta es más que tensa, ambigua y va complicándose a medida que progresa la historia.
El ansia de liberación de Claire tiene algo de retórica feminista; ella dice explícitamente estar cansada de que los hombres le digan qué hacer. La serie aprovecha el momento actual de empoderamiento femenino y agrega ese componente a su retrato telenovelizado de la política. Lo más interesante es que lo hace con un personaje que nunca fue "querible" pero siempre atractivo, equiparándola al propio Frank o a cualquiera de los protagonistas antihéroes de la nueva era de oro de la televisión.
"¿Todavía siguen ahí? ¿Extrañan a Francis?", pregunta Claire a los espectadores, mirando directo a la cámara, otro privilegio del que se apoderó ahora que Frank ya no está. La verdad es que no hay motivos para extrañarlo y quien haya llegado hasta acá seguro tendrá ganas de quedarse un poco más con la presidenta Underwood para averiguar qué pasó realmente con él y ver cómo termina todo.
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