La obra de Alice Oseman, centrada en la historia de amor entre dos adolescentes, estrena su adaptación este viernes en la plataforma de streaming
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“Me sentía en paz”, dijo Alice Oseman al intentar describir qué fue lo que empezó a sucederle al concebir los personajes de Nick Nelson y Charlie Spring, los protagonistas de los cuatro tomos de su novela gráfica Heartstopper, cuya adaptación llega este viernes a Netflix con su primera temporada de ocho episodios y a su autora como showrunner. La escritora británica oriunda de Kent se convirtió en un suceso de la literatura juvenil mucho antes de editar su obra más comentada. A sus 17 años, las editoriales ya pujaban por los derechos de su novela debut, Solitaire, que se convirtió, sin que ella misma lo buscara, en el punto de partida de Heartstopper.
Por un lado, porque en ese primer trabajo se ahondaba con mucha candidez en tópicos como el estigma que pesa sobre la salud mental y los trastornos alimentarios, además de reflejar con un lenguaje depurado cómo se construyen los vínculos (románticos, familiares, entre amigos) en una etapa clave como la adolescencia.
Por otro lado, Solitaire contaba con dos personajes de fondo, precisamente los de Nick y Charlie (el hermano de la protagonista de la novela, Tori), dos jóvenes que viven su relación de manera sana, abstraídos del mundo. Como expresó Oseman, la paz que le daba el concentrarse en esa dinámica, por más que fuera secundaria y no tuviera incidencia directa en la trama central, fue la que la condujo a retomarla cuatro años más tarde, cuando en 2018 Heartstopper dejó el mundo de los web comics y trascendió lo virtual, cuando el retrato de la relación entre Nick y Charlie se convirtió en un fenómeno, sobre todo para la comunidad LGBTQI+. Oseman, autora queer, tenía una tarea compleja entre sus manos: sabía que su obra no iba a representar a toda la comunidad aunque así lo quisiese, pero al mismo tiempo se propuso buscarle a esa historia central un appeal universal.
De esta forma, cuando uno lee Heartstopper, bellamente ilustrado por Oseman, puede reconocer en sus protagonistas una forma de procesar el primer amor visceral que excede a una determinada generación. Es decir, estamos ante un creación comandada por adolescentes, pero la forma en la que su autora detalla los pormenores del enamoramiento y esa naturaleza embriagadora puede tocar las fibras de cualquier demografía. A fin de cuentas, cuando se habla de “primer amor”, no se está hablando necesariamente del primero que apareció en la vida de uno sino, en gran parte de los casos, de la primera vez que se descubre lo que es estar verdaderamente enamorado. Esa distinción se vuelve clara en Heartstopper cuando Charlie, quien se encuentra viviendo un noviazgo secreto con Ben, conoce a Nick y solo allí comprende lo que es vivir una relación con todas sus minucias.
En la misma línea, Heartstopper parte de una convención adaptada a las orientaciones sexuales de sus protagonistas como lo es la de “chico conoce chico”, que es profundamente transgeneracional. Para Oseman, nunca es tarde para descubrirse, y en la mayoría de los casos esa introspección es impulsada por la presencia de un tercero que viene a patear el tablero, también sin proponérselo. “Nunca pensé que iba a escribir sobre una historia de amor con grandes gestos, me parecía que eso se había hecho muchas veces, hasta que advertí que no era tan trillado cuando estabas hablando de personajes marginados, y a eso quería apuntar”, explicó Oseman al aludir no solo al origen del noviazgo entre Nick y Charlie sino también a su encantador grupo de amigos, entre quienes se encuentran dos adolescentes gay y una joven trans que se enamora de un chico heterosexual; éste último es uno de los relatos más interesantes de la obra y la serie.
"Nunca pensé que iba a escribir sobre una historia de amor con grandes gestos, me parecía que eso se había hecho muchas veces, hasta que advertí que no era tan trillado cuando estabas hablando de personajes marginados"
Alice Oseman
En simultáneo, Oseman vuelve a las raíces de Solitaire y no le escapa a determinadas problemáticas como el bullying, la fobia social y, en los tramos más ásperos, la depresión. “Cuando empezamos a concebir la adaptación, estaba claro que había que focalizar en la individualidad, y ese fue nuestro faro”, añade la escritora que, con tan solo 27 años, ya tiene al mundo teen a sus pies.
Heartstopper, la serie young adult con destino de éxito
Cuando en 2018 se estrenó Yo soy Simón, la película de Greg Berlanti protagonizada por Nick Robinson, el director franco-canadiense Xavier Dolan, que en films como Lawrence Anyways y Tom en la granja ha puesto la lupa sobre la diversidad sexual, destacó lo relevante que era la existencia de un largometraje mainstream en el que un adolescente se enamora de un compañero de la secundaria, y que esa historia estuviera atravesada por la luminosidad, un cierto tono cursi y un final feliz, de esos que no abundan en las películas queer. La serie spin-off, Love, Victor (Disponible en Star+), circula por el mismo carril, y Heartstopper viene a aportar su grano de arena a la conversación.
En una escuela secundaria británica, Charlie (Joe Locke), un joven abiertamente gay, se enamora de manera instantánea de su compañero de curso, Nick (Kit Connor, la revelación de la serie, quien interpretó al pequeño Elton John en Rocketman), pero esto no constituye un problema para ellos, al menos no inicialmente.
Como lo explica Oseman en el epílogo del primer tomo de su novela gráfica: “La gente se siente atraída a la historia por distintas razones: por el romance realista, por la representación LGBT+, por el arte, por el drama. Pero creo que la mayoría sigue Heartstopper porque los hace sentir bien. Y a mí también”. Por lo tanto, la autora se aseguró de tomar la batuta de la traspolación de una obra que tiene un fandom muy fiel, como ella misma apunta. Asimismo, el realizador Euros Lynn (Doctor Who, Sherlock, Black Mirror) dirige los episodios asegurándose de incluir ciertos elementos reminiscentes a las novelas, pero sin que los aditamentos resulten forzados o intrusivos.
El encanto de la serie lo encontramos, al igual que en su material de base, en su simpleza. Oseman escribe sobre lo que conoce, y con su adaptación también evita la pomposidad. Sabe que es esa historia depurada lo que hará que su público de siempre la considere una muy buena traspolación y que una nueva audiencia se sienta intrigada por visitar la obra literaria por primera vez.
Como asevera su autora, “los grandes gestos de amor” de Heartstopper son los más sencillos y viceversa, desde una franca charla de Nick con su madre (una gran Olivia Colman, que vuelve extraordinaria cada secuencia en la que aparece) hasta un regalo hecho a mano que demuestra afecto y conocimiento cabal del otro. Cuando Nick (cuya bisexualidad es explorada con matices que muchas veces se pasan por alto) y Charlie no están en plano, hacen su ingreso esos amigos cuyas subtramas tienen una profundidad más que notoria. No son apéndices de los protagonistas sino que tienen sus propias experiencias, sus propios conflictos internos, algo más que bienvenido.
“Siempre me gustó pensar que que las vidas de mis personajes sobreviven al texto, que cada persona va a darles su propia continuidad según sus vivencias”, expresó Oseman en diálogo con el portal Geekdad y añadió: “Esta es una gran historia que contiene muchas otras, como una serie de pequeños momentos que constituyen un largo viaje”.
Dónde verla. La primera temporada de Heartstopper se encuentra disponible en Netflix.
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