La ficción juvenil LGBTQI+ creada por Alice Oseman, basada en sus exitosas novelas gráficas, estrena este jueves su segunda entrega, con foco en la relación entre Nick y Charlie, pero también con un excelente abordaje de los vínculos de su grupo de amigos
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En varias escenas de la segunda temporada de Heartstopper (disponible a partir de este jueves en Netflix), la casa de un amigo es sinónimo de refugio. Cuando Nick (Kit Connor) decide contarle a una de sus mejores amigas que es bisexual, se asegura de tener a su grupo de contención cerca, en caso de que la respuesta de su interlocutora no sea la esperada o en caso de que sí lo sea. Más allá del resultado de su conversación, el joven igual deberá atravesar esa tensa previa a verbalizar algo que, aunque desee compartir con su confidente, no debería ser una imposición.
En la primera entrega de la brillante ficción juvenil creada por Alice Oseman (basada en sus novelas gráficas), veíamos cómo se gestaba la relación entre Nick Nelson y Charlie Spring (Joe Locke), con el primero explorando su orientación sexual, y con el segundo todavía padeciendo los coletazos del bullying que había sufrido cuando sus compañeros de colegio se enteraron de que era gay.
A pesar de que la serie siempre apostó por una puesta en escena siempre bella, cálida y prolija -y con la incorporación de ciertos recursos visuales del director Euros Lyn reminiscentes a las ilustraciones de Oseman-, lo cierto es que Heartstopper empezó con un instante doloroso, con Charlie lidiando con la homofobia internalizada de un joven con el que tuvo una relación oculta, una persona que lo maltrataba por no poder lidiar con su propia vida. Si bien la showrunner busca el equilibrio, la realidad es insoslayable: se podrá tener a ese grupo de amigos que brinde contención, se podrá tener padres receptivos, pero a la vuelta de la esquina el escenario es imprevisible.
El “salir del clóset” para Charlie implicó, justamente, salir de ese lugar en el que se sentía apoyado, ese grupo predominantemente queer que entendía lo que estaba pasando, y navegar los grises de una etapa en la que todo es nuevo, con lo positivo y lo negativo. Lo bicéfalo del asunto.
La reafirmación de la bisexualidad
La segunda temporada de la serie comienza con un montaje que retrata con candidez la exploración del amor y el deseo de sus protagonistas, quienes no pueden pasar tiempo separados una vez que se ponen de novios, una vez que el frenesí se vuelve incontrolable. En los primeros episodios, Oseman focaliza en Nick, el chico popular que juega al rugby y cuya orientación sexual también está sujeta a especulaciones de su entorno, con amigos que siempre lo ubicaron en un lugar, como reacios a aceptar que la vida es maleable. En efecto, es un encuentro inesperado lo que representa para Nick el despertar a un mundo que nunca había considerado contemplar.
Heartstopper decide detenerse en el proceso del personaje interpretado por un brillante Kit Connor (ganador de los Emmy “juvenil” por su actuación en la serie), proceso atravesado con frecuencia por la frase “I’m bisexual, actually” (“Soy bisexual, en realidad”). El joven hace esa aclaración en numerosas oportunidades y es la manera perfecta que halla Oseman para abordar cómo las personas que se identifican como bisexuales chocan con los prejuicios.
Cuando Nick le cuenta a su hermano que está en pareja con un chico, este desestima el vínculo, y le responde que la bisexualidad es solo una manera de protegerse para evitar decir que en realidad es gay. De esta manera, se grafica el denominado “borrado bisexual”, el no considerar a la bisexualidad como una identidad sexual más dentro del espectro queer. Por lo tanto, cuando escuchamos a Nick decir que es “realmente bisexual”, se está poniendo sobre la mesa un debate más amplio.
¿Hasta qué punto el joven debe “probarse” ante los demás? ¿Hasta qué punto tiene que decir algo cuando no está seguro de querer hacerlo? Las preguntas se vinculan con lo que le sucedió a Connor por fuera de la ficción, cuando fue “forzado” a hablar de su bisexualidad de manera pública, debido a la popularidad del programa, lo que generó una tristeza tanto en él como en sus compañeros, y por supuesto en Oseman. “No entiendo cómo la gente puede ver Heartstopper y luego especular alegremente sobre sexualidades ajenas, juzgando a base de estereotipos. Espero que estas personas se sientan ahora avergonzadas. Kit, eres increíble”, manifestó la escritora.
I truly don't understand how people can watch Heartstopper and then gleefully spend their time speculating about sexualities and judging based on stereotypes. I hope all those people are embarrassed as FUCK. Kit you are amazing 💖
— Alice Oseman Updates (@AliceOseman) October 31, 2022
Connor, en tanto, se mostró frustrado por cómo cierto grupo de seguidores no comprendieron el leitmotiv de la historia y fue conciso en su mensaje: “Soy bi, felicidades por obligar a un chico de 18 años a salir del clóset. Creo que algunos no entendieron el mensaje de la serie”, expresó el joven. A pesar de que el “coming out” de Nick es un punto neurálgico del tercer libro, la correlación con lo sucedido con Connor fue combustible para Oseman quien, sin subrayados, concibió nuevas secuencias entre Nick y su madre (la gran Olivia Colman), charlas en las que el joven se calma cuando su mamá le asegura que no le debe explicaciones a nadie.
Al mismo tiempo, cuando Nick recuerda episodios de su pasado, como el amor platónico que sentía por su entrenador de rugby, se pone de manifiesto cómo, hasta la irrupción de Charlie en su vida, no se había detenido a explorar lo que le estaba sucediendo internamente. “Ahora todo tiene sentido”, expresa entre risas, en uno de esos tantos instantes simples y luminosos que abundan en Heartstopper.
El poderoso (y siempre latente) efecto del bullying
En uno de los nuevos capítulos de Heartstopper, titulado “Lo perfecto”, se pone la lupa sobre la personalidad de Charlie, quien no quiere empañar su noviazgo ideal con Nick, lo que lo conduce a ir tapando situaciones que son consecuencia directa del haber padecido por meses acoso verbal y manipulación emocional de su expareja. Heartstopper aborda tópicos como los trastornos alimenticios y el daño psicológico que ocasiona el bullying, y lo hace sin sensacionalismos, pero con un conocimiento cabal de lo que se está mostrando.
En sus novelas ya se percibía el conocimiento de Oseman sobre determinados temas y el respeto con el que aludía a los mismos, por lo que no sorprende que su approach sea igual de atinado en su serie.
“La gente se siente atraída a la historia por distintas razones: por el romance realista, por la representación LGBTQ+, por el arte, por el drama. Pero creo que la mayoría sigue Heartstopper porque los hace sentir bien. Y a mí también”, expresó la autora británica de 28 años que en esta vuelta también introduce narrativas de sus otras novelas, como el caso de Loveless, en la que su protagonista descubría, tras un largo y sinuoso camino, que se reconocía como una persona arromántica y asexual. Oseman, quien se define del mismo modo, adapta ese relato y parte de su experiencia personal al universo Heartstopper, y lo hace con una sensibilidad apabullante, una de sus marcas registradas.
Lo mismo sucede cuando debe retratar la contracara de lo que sucede con las familias de Charlie y Elle (Yasmin Finney, la joven transgénero que inicia una relación con su mejor amigo, Tao, un vínculo entrañable), que aceptan a sus hijos abiertamente, con la palabra justa, con los gestos necesarios. Sin embargo, no todos los jóvenes de Heartstopper reciben ese abrazo tan anhelado sino un rechazo brutal, como es el caso de Darcy (Kizzy Edgell), una chica gay cuya madre intenta “cambiarla”, desde su forma de vestir hasta los lugares a los que va con sus amigos.
En una muestra de arte, se presenta la obra de Elle, un cuadro en el que la joven está rodeada por sus amigos incondicionales, su “lugar seguro”. Así, Heartstopper hace un ejercicio cíclico, retoma el concepto de refugio y muestra cómo, para muchos adolescentes, los amigos son la familia elegida para atravesar esos cambios que los asustan, pero a los que quieren hacerles frente.
La ficción de Oseman refleja la valentía de esos chicos quienes, en una etapa formativa, se apoyan en sus pares para dialogar, compartir experiencias, o simplemente hallar comodidad, aceptación y paz en el silencio. La misma paz que la escritora aseguró haber encontrado cuando creó a Nick, a Charlie y a todo ese grupo que la hizo sentir menos sola.
La segunda temporada de Heartstopper ya está disponible en Netfix.
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