Guardianes de la galaxia: un logrado regreso del equipo espacial de Marvel con un especial navideño a pura anarquía y emoción
Dos de sus integrantes más caóticos, Drax y Mantis, suman a Kevin Bacon para convertirse en los protagonistas de este relato que ya está disponible en Disney+
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Guardianes de la galaxia: especial de las fiestas (Estados Unidos/ 2022) Dirección y guion: James Gunn. Elenco: Pom Klementieff, Dave Bautista, Kevin Bacon, Chris Pratt, Sean Gunn, Karen Gillian. Duración: 45 minutos. Disponible en: Disney+. Nuestra opinión: muy buena.
Para la TV de los Estados Unidos, los especiales navideños son una verdadera tradición. A lo largo de los años, cientos de películas y series le dedicaron todo tipo de historias a esa celebración, y siguiendo ese camino, Marvel Studios estrenó hoy una pieza con los Guardianes de la galaxia como protagonistas. De ese modo, los héroes galácticos se entregan a una atípica celebración navideña, que triunfa gracias a su director y guionista, James Gunn.
La cosas no son fáciles para Peter Quill (Chris Pratt). Luego de derrotar a Thanos (Josh Brolin), la versión del pasado de su hija Gamora (Zoe Saldaña) se dio a la fuga, provocando en el héroe una profunda angustia. Pero decidida a devolverle la alegría a su amigo, Mantis (Pom Klementieff) le pide a Drax (Dave Bautista) que la ayude en una misión muy especial: viajar a la Tierra en busca de Kevin Bacon, héroe de la infancia de Quill, para “entregárselo” como regalo navideño. De esa manera, ambos viajan a la Tierra con la intención de arrastrar al actor de Footloose por un viaje espacial, con el fin de devolverle la alegría al líder del grupo.
En el mejor de los casos, los especiales navideños son algo cursis y forzados, mientras que en el peor de los casos, se convierten en historias horrendas que el tiempo no tarda en olvidar. Y este mediometraje es muy consciente del reto que implica sumergirse en la publicitada “magia navideña”, pero esta vez, a través de un grupo de personajes que desconocen en qué consiste esa celebración. Pero la mirada de Gunn le permite a los Guardianes de la galaxia protagonizar un logrado relato.
Hay un chiste que circula a lo largo de toda la trama, y es el grosero desconocimiento de Mantis y Drax no solo de las tradiciones de la Navidad, sino también de cualquier convención social humana. Los personajes llegan a Hollywood en busca de Kevin Bacon, y se mueven de forma anárquica, sin respetar ningún tipo de límite “civilizado”. Y así es como ambos van de fiesta, se emborrachan, se meten a la fuerza en la casa del actor y terminan revoleando un patrullero por los aires. Pero ese chiste como recurso, que no alcanza para sostener un relato de cuarenta minutos, pronto se abre hacia una segunda línea que subyace debajo de la comedia, y que tiene que ver con desarrollar un paso más a estos personajes, aún en el contexto de un breve especial navideño.
El estreno del primer film de Guardianes de la galaxia en 2014, le supuso a Marvel un aire de renovación, a través de una trama descontracturada pero respetuosa del cine de aventuras y ciencia ficción. James Gunn, un talentoso realizador venido del cine indie, se posicionó como un director mainstream convocante, capaz de deslizar una mirada propia. Gunn es un autor atento a sus personajes, y busca darles a todos una razón de ser, un mundo emocional que los impulse hacia adelante y los mantenga en constante movimiento. Y desde esa película inaugural del grupo, el director utilizó a estos personajes para reflexionar sobre la construcción de las familias alternativas, la importancia de las paternidades no biológicas, y las hermandades entendidas desde el amor más que desde la sangre. La triste infancia de Peter Quill da paso a una aventura galáctica de melodías pop y criaturas imposibles, que le permiten al héroe refugiarse ante el dolor de esa madre que murió prematuramente. Y en ese contexto este especial navideño, debajo de tantos chistes, esconde una emotiva mirada sobre la importancia de las familias adoptivas.
Hay un secreto que Mantis guarda a lo largo de la historia, y que Gunn se reserva como “el mejor regalo navideño” para Quill. Esa sorpresa está íntimamente vinculada al tono de este especial, que logra establecer un fino equilibrio entre el desparpajo y una genuina emoción. El director no le tiene miedo a la cursilería, tampoco teme homenajear a uno de los especiales navideños más horrendos jamás hechos (el de Star Wars, desde luego), ni se achica ante el desafío de llevar a sus personajes hacia el extremo del absurdo. Y de esa combinación que podría ser un caos, surge un auténtico cuento de Navidad.
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