George R.R. Martin, el verdadero dueño del Trono de Hierro de Game of Thrones
SAN JOSE MCENERY, California.– George R.R. Martin está como pez en el agua: sentado con un bolígrafo en mano y su característica boina de fieltro en una esquina del centro de convenciones que alberga la feria de ciencia ficción Worldcon, ante una fila de unas cien personas. Junto a su mesa hay un empleado de la convención que explica las reglas: solo un libro por vez.
Martin, de 70 años, bromea con una joven que le acerca un libro de tapa dura; ella luce tan emocionada como avergonzada. Es la quinta o sexta vez que hace la fila. El publicista de Martin me lleva hacia la mesa y, de repente, estoy frente a él: "No actúes como un superfan", me recuerdo, mientras le intento explicar que en realidad lo he estado observando para hacer este artículo.
En algún momento de 2018, las ventas de los primeros cinco libros de lo que en algún momento será una heptalogía, Canción de hielo y fuego, superaron los 85 millones de ejemplares vendidos en el mundo. La saga ahora está traducida a 47 idiomas y sobre todo es la base de la serie Game of Thrones , de HBO , la más popular del planeta.
Buena parte de los lectores de Martin existían antes de abril de 2011, cuando se estrenó el primer capítulo de la existosa adaptación protagonizada por Kit Harington y Emilia Clarke . El primer libro, Juego de tronos, fue publicado en 1996 con modestas expectativas de venta, pero el entusiasmo de los primeros lectores y de libreros se esparció a la antigua –boca en boca– y creció el sentimiento de que esta saga era especial; quizás algo único para los lectores de fantasía.
Para 2005, cuando se publicó el cuarto libro, Festín de cuervos, llegó a la cima de las listas de los más vendidos. Después del estreno de la serie, el mundo imaginado por Martin se volvió un fenómeno global. Su creación ya trasciende el texto –de hecho, la ficción ya superó a la narración de las novelas en las que se basa, apoyándose en la función de productor ejecutivo de Martin – va más allá de los tiempos que transcurren entre la publicación de las novelas y del espacio físico entre los seguidores; es una bestia literaria híbrida, un universo compartido que se solapa con el nuestro.
En pocas palabras, Asoiaf –como le dicen sus fanáticos usando la sigla de la saga en inglés– narra sucesos que se dan en y cerca del continente ficticio de Poniente o Westeros, en una época vagamente medieval. El acontecimiento que da inicio a la trama es la muerte, en circunstancias sospechosas, de la mano derecha ("mano del rey", en la saga) del soberano de Westeros. La muerte de Jon Arryn empieza una serie de eventos que incluye el asesinato del rey Robert, lo que deja un vacío de poder y desestabiliza el orden político. Tras siglos de cierta calma, se desata el caos en una guerra civil que involucra a varias de las grandes familias de Westeros. Una contienda que aún no ha concluido en la serie –que en 2019 estrenará su octava y última temporada –, ni mucho menos en los libros, de los que resta publicar aún dos, Vientos de invierno y Sueño de primavera.
Esta contienda y sus consecuencias son justamente el juego de tronos del título, que se realiza por medio de intrigas cortesanas y reuniones de consejo tanto como en el campo de batalla; los movimientos más importantes no solo involucran ataques con dragones, el arma secreta de los Targaryen, sino también los matrimonios estratégicos, mientras que los personajes relevantes incluyen a asesinos, sacerdotisas y ejércitos de zombis. El mundo de George R.R. Martin es una saga de fantasía, pero decir que es solamente eso no le hace justicia, porque también es una historia sobre el poder, la familia, la ambición y la historia.
"No solamente sabemos lo que sienten y piensan los personajes, sino qué comen, qué traen puesto, qué ven, qué huelen… hasta qué tipo de caballos prefieren montar. Los personajes son personas, con todas las manías y dudas y contradicciones que tenemos nosotros. Podemos identificarnos con ellos", dice Anne Groell, editora de Martin en Bantam Books.
Aquellos detalles ultradescriptivos en la saga sobre la comida, la vestimenta o el clima del continente –los libros, a diferencia de la serie, están contados en primera persona por los personajes de la historia, que se alternan de capítulo a capítulo– tampoco se dan a costa del impulso narrativo, pues siempre hay un tema central que mueve todo: ¿quién logrará quedarse con el Trono de Hierro?
Martin creció en Bayonne, Nueva Jersey, hijo de un estibador y una trabajadora textil. Ha dicho que en su infancia al lado de Staten Island se la pasaba viendo a los barcos yendo y viniendo del puerto mientras se imaginaba que iban a tierras distantes que él nunca conocería. Ahora vive en Santa Fe, Nuevo México, a donde se mudó desde Iowa en 1979. Daba clases de periodismo, pero lo dejó después de que un amigo escritor murió a los 42 años. "Pensé: ‘¿Realmente tengo todo el tiempo del mundo?’", recuerda Martin.
En los cuarenta años desde que empezó a escribir, la ola cultural se acercó a Martin: el mundo del entretenimiento se movió hacia la ciencia ficción, la fantasía y los superhéroes son el epicentro de las narrativas populares. Marvel, DC Comics, Steven Spielberg y George Lucas tuvieron que ver, pero también Game of Thrones. El que Martin, como autor, pueda considerarse un factor tan significativo de este maremoto evidencia su influencia tanto como lo hacen la cantidad de televidentes de la serie o las ventas de sus libros (es el más leído después de El señor de los anillos de J.R.R. Tolkien).
"Soy un gran fanático de Tolkien", dice Martin sentado en un cine de Santa Fe que compró en 2013 para ponerlo al servicio de la comunidad. "Tolkien quería crear una mitología para Inglaterra –dice–. Yo quería algo más realista. En el final de El señor de los anillos, Tolkien escribe: ‘Aragorn gobernó sabiamente durante cien años’. ¿Qué significa eso? Muchos buenos hombres han sido reyes terribles. Muchos hombres malos han sido buenos reyes. Creo que una sociedad necesita de héroes. Pero no tienen por qué ser perfectos", dice .
Martin empezó a escribir su saga porque estaba cansado de que le dijeran que las ideas que proponía cuando era guionista de TV –que hubieran requerido un enorme elenco y costosos rodajes para las batallas realistas– no eran factibles para la televisión de los años 80. La ficción literaria le dio la oportunidad de contar una historia distinta. Y en un giro irónico, esa misma historia fue la base del surgimiento de una nueva era de la TV.
Charles Yu
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