Game of Thrones revela su arma secreta en la recta final hacia su despedida
LONDRES. "Lo que más me afectó cuando leía los capítulos es que en todas las temporadas al final de cada libreto decía por ejemplo «final de temporada 5 » y en este caso decía «final de Game of Thrones ». No estaba preparado para eso", recuerda John Bradley, más conocido, extremadamente conocido, como Samwell Tarly. El compañero de armas de Jon Snow ( Kit Harington ) en la Guardia de la noche, el único entre todos los personajes de la serie más popular de la última década que admite tener miedo, que prefiere la pluma a la espada y cuyos descubrimientos en la séptima temporada serán fundamentales para los seis episodios finales que comenzarán a emitirse por HBO a partir del el 14 de abril.
Bradley, como Sam, piensa con calma antes de contestar las preguntas de la prensa internacional ansiosa por escuchar todo lo que el actor tiene para decir, aun cuando se sabe que, como todos sus colegas, fue instruido para no revelar un ápice de la trama de lo que vendrá. Sin embargo, sus respuestas proveen una profunda reflexión sobre el fenómeno de la serie, sobre la naturaleza de su personaje y si sobre la despedida que está a la vuelta de la esquina.
"Cuando tuve en mis manos los últimos capítulos también sentí mucho alivio, porque era un final del que me sentía orgulloso de que el mundo viera. Hay muchos programas que hacia el final decaen o no satisfacen las expectativas que ellos mismos crearon, o traicionan sus intenciones originales. Hay un solo final y una sola oportunidad para hacerlo bien y por eso sentí alivio de que lo habían logrado. No íbamos a avergonzarnos de este. Ni a integrar una de esas listas online de «Los peores cinco finales de tus series favoritas». Saber que estaríamos orgullosos de la serie hasta el último segundo fue un gran sentimiento. Y no veía el momento de empezar a grabarlo", dice el actor que sin la barba que porta en la ficción parece bastante más joven que sus 31 años y resulta fácil imaginarlo en ese video que le envió a los productores de la serie cuando tenía 22 y todavía era estudiante del conservatorio de teatro y apenas había escuchado hablar de unas novelas escritas por un tal George R.R, Martin.
"Fue mi primera audición con mi primer agente y todavía estaba estudiando. Pensé que sería una buena experiencia para mí, no tenía mucho idea de los libros pero si que era para un programa nuevo de HBO, así que sabía que había un estándar de calidad asegurado. No me preocupaba no conseguir el papel. Lo único que pensaba era en no hacer papelones. Pero cuando me contactaron y conocí a los creadores empecé a pensar que estaría bueno conseguir el papel y que debía haber hecho algo bien en la primera audición porque me volvieron a llamar. Claro que después me hicieron esperar semanas para decirme que estaba contratado. Rápidamente me recuperé de la alegría inicial de haberlo conseguido y empecé a sentir la presión de tener que demostrar que esta gente no se había equivocado al elegirme", explica Bradley con una sonrisa con algo de nostalgia por ese joven actor que pasó de los pasillos de la escuela de arte dramático a protagonizar una ficción televisiva que, aunque él no lo supiera, tenía todos los ingredientes para transformarse en lo que es una de las pocas series adoradas por el público y la crítica por igual. Un programa que cuando emita su último episodio el próximo 19 de mayo dejará un hueco del tamaño de los siete reinos en la oferta televisiva actual.
Lo que tampoco podía imaginar el actor es que su personaje, el cobarde de la compañía de guerreros desde la primera temporada devenido en aprendiz de maestre, aportaría un punto de vista único y especial a la historia. Que sería, para algunos, el narrador de toda la trama, escribiendo sus memorias ya anciano en la ciudadela y habiendo sobrevivido a la batalla más grande y sangrienta de todas. El representante en la ficción de Martin , nada más y nada menos.
Sam, el héroe
"Por momentos para mí fue un poco abrumador, porque durante años se dijo que Sam es George R.R. Martin en esta historia. El mencionó el tema en algunas entrevistas pero nunca hubo una confirmación oficial, aunque me parece bastante probable si pensás en los paralelos entre ellos. Y una vez que sabés eso, una vez que pensás en la importancia que George le da a Sam, te das cuenta de que la clave es que George es un ferviente pacifista, no cree en la violencia ni en la guerra", detalla el actor que lleva mucho tiempo pensando en las características de su personaje y en su particular lugar en el universo del relato. De hecho, desde que empezaron a grabar esta última temporada, en octubre de 2017, apenas un par de meses después de emitido el episodio final de la séptima, Bradley elaboró unas cuantas teorías sobre Sam y el inmenso y continuo éxito de Game of Thrones.
"En esta historia, Sam es uno de los pocos que no cree que la guerra y la violencia sean la respuesta. Por eso es especial. Porque muchos de los personajes son buenos guerreros y pueden matar a lo que se les ponga enfrente pero Sam es el único que puede hacer lo que hace. Es lo suficientemente inteligente para ser una herramienta valiosa para las batallas. El conecta las ideas, descubre los misterios, algo que nadie más está haciendo. Sin él, creo que para mucha gente por momentos el programa sería dificil de ver", explica Bradley y en un raro momento que entreabre al menos un centímetro la bóveda de los secretos de la nueva temporada, el actor admite que sus ideas sobre Sam cobraron más fuerza en esta última temporada, en la que "muchos de los personajes que estaban desperdigados por todos lados confluyen en una única locación y narrativa".
El último primer día
Cuando Game of Thrones regrese a la pantalla de HBO habrán pasado un año y ocho meses desde que terminó la séptima temporada. Una eternidad para el universo de las series que no sólo elevó las expectativas de los espectadores a niveles astronómicos sino que también afectó a sus protagonistas que ya sabían que el rodaje de los últimos seis episodios sería diferente a todos los anteriores.
"Empezamos a grabar con la conciencia de que sería la última vez y yo, personalmente, fui con la idea de apreciar cada segundo de todo. Lo cierto es que con esa disposición te volvés hiper atento de todo lo que pasa. Todos los días teníamos la sensación de que era la última vez que hacíamos eso que estábamos haciendo. Desde el primer día entré al set pensando: «Es el último primer día». Y así todos los días que siguieron. Porque estábamos despidiéndonos de alguien todos los días. Podía ser un actor, un integrante del equipo técnico, un vestuario o una locación. Todos los días. De a poquito íbamos perdiendo algo, la experiencia se iba terminando. Por eso me di cuenta de que tenía que aprovechar y disfrutar cada segundo", cuenta el actor que transitó ese ánimo sensible hasta el último minuto en el set que fue su hogar desde 2011. Y así, entre lágrimas se despidió del lugar dónde aprendió a ser actor frente a las cámaras de la serie cuyo suceso global fue tan contundente que obligó al joven intérprete a elaborar una sólida teoría sobre las razones de su éxito.
"Me parece que además de sus excelentes guiones y el impresionante despliegue de producción, una de las explicaciones de su éxito es que no muestra lo que ves cuando mirás por la ventana. Todo el mundo tiene que adaptarse, dar un salto intelectual para engancharse con la historia. Si ves algo como Los Soprano, que es un programa genial, para las personas que viven en Nueva York y Nueva Jersey, esa es su vida. Así que seguramente sienten una conexión más fuerte que los demás con ese relato. Todos lo disfrutamos pero no como ellos que saben lo que es estar en ese mundo. Pero con Game of Thrones nadie sabe cómo es este universo. La gente en Tokio tiene la misma experiencia de ese mundo que la gente en Brasil o los espectadores de los Estados Unidos o Europa. Todos tenemos que dar ese salto, y lo hacemos juntos", concluye el actor que ya empezó, como los espectadores, a tomar envión para dar ese último paso, el de la despedida.
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