Desde el fallido piloto que casi hace desistir a David Benioff y Dan Weiss hasta convertirse en la serie más vista, pirateada y galardoneada; un repaso por la historia de cómo el universo creado por George R.R. Martin se convirtió en leyenda
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¿Qué hubiera pasado si los showrunners de Game of Thrones no omitían información sobre la trama o si se quedaban con la sensación que les dejó el primer piloto [este impresionó tan negativamente que cambiaron a la actriz que interpretaba a Daenerys Targaryen; la Khaleesi no siempre fue Emilia Clarke]? Nada detuvo a David Benioff y D. V. Weiss, quienes estaban tan convencidos de llevar a la pantalla chica esta historia que siguieron con fe ciega: cambiaron algunos actores y detalles de los personajes y volvieron a intentarlo. No se equivocaban. El 17 de abril de 2011, HBO emitió “Winter Is Coming”, el primer episodio de la serie inspirada en los libros de George R.R. Martin, y tuvo un debut auspicioso: fue visto por más de 2 millones de personas. Pero ese fue solo el principio: para 2014, los espectadores superaron a los de Los Soprano, hasta ese entonces vedette de la señal. Las críticas rápidamente acompañaron a la serie y, más allá de algunos comentarios negativos por exceso de violencia o demasiados desnudos, en cuestión de semanas se convirtió en una de las ficciones televisivas más esperadas en esta segunda ola de oro.
Una década después, Game of Thrones retiene varios récords: fue la serie de televisión más cara, más vista, pirateada y galardonada de la historia. El último capítulo de la serie, que tuvo 8 temporadas, fue visto por 19 millones de personas en los Estados Unidos, récord de audiencia para la cadena. El mismo, que se llamó “The Iron Throne”, fue emitido el 19 de mayo de 2019. Además, cada episodio de la última temporada costó como 15 millones de dólares -en total fueron 6 capítulos, por lo que se estima que el presupuesto fue de 90 millones de dólares-. Algo que parece mucho pero, según The New York Times, HBO ha ganado más de mil millones de dólares por esta ficción que obtuvo 160 nominaciones en los premios Emmy y fue reconocida con 59 estatuillas a lo mejor de la televisión. En cuanto a la filtración, después de ser catalogada como la ficción más hackeada, se llegaron a piratear cuatro capítulos enteros, los productores decidieron hacer diferentes versiones del final para despistar; también combatieron a los drones que sobrevolaban cerca de los set de filmación. Así fue como en tiempos de sobreabundancia de información lograron mantener el cierre de la saga bajo siete llaves. Pero antes de que todo esto pasara... hubo una historia, negociaciones, trabas, expectativas y un piloto que se convirtió en amenaza y chiste. Benioff y Weiss molestaban al elenco con mostrar ese material si no hacían tal o cual cosa como una forma de amedrentarlos.
El encuentro entre Benioff y Weiss con Martin
El mundo ficticio creado por George R.R. Martin había obsesionado a la dupla y juntos se encontraron en un restaurante con el autor, según contaron a Variety años atrás. Martin sabía que sus libros, la saga Canción de hielo y fuego [cuya primera entrega había sido publicada en 1996], habían generado interés y también que podrían tener una versión en un formato audiovisual. Sin embargo, también sabía que una película no bastaría para contarlo todo. Por lo que la mejor opción era sin duda una serie de televisión. Lo charló con su agente y así surgió este primer encuentro con Benioff y Weiss. Ellos conocían GOT, habían leído los libros, estaban convencidos de su potencial y, según cuentan, tenían muchos nervios de este encuentro con el autor porque no creían que volviera a aparecer una historia como aquella. En un restaurante de Palm Beach, en marzo de 2006, se sentaron los tres a almorzar, merendar... cenar. Las horas corrían pero ellos no se daban cuenta, hablaron de la saga, de la idea de hacer una serie con HBO que, a su parecer, era el único que podía hacerle frente a esta producción, hasta que llegó “la pregunta”. Martin quiso saber hasta dónde se habían involucrado los productores, quienes también son novelistas, en la trama. “¿Quién es la madre de Jon Snow?”, preguntó. Y ellos adivinaron la respuesta y demostraron que su obsesión por los libros los había llevado a conversar, pensar y hasta hacer predicciones parecidas a las del mismo autor. El pacto quedó cerrado. Benioff y Weiss debían lograr que HBO quisiera tanto como ellos convertir esta historia en una ficción televisiva.
La mentira piadosa
Weiss y Benioff convencieron a HBO, que al principio se resistía por la naturaleza fantástica de la historia, a base de omitir algunos detalles sobre los efectos especiales y despliegue que necesitaría la serie más adelante, y pusieron todas sus energías para el piloto. Cuentan en Fire Cannot Kill a Dragon, libro que narra la historia de la creación de la serie, que los showrunners, quienes nunca habían liderado un proyecto tan grande para TV, mintieron sobre el alcance de la trama y que dijeron a los ejecutivos que se trataba de “un programa enfocado en los personajes”. Benioff y Weiss apostaron a que el presidente de HBO y su equipo no habían leído los libros de George R.R. Martin. “Sabíamos que la mayoría de las personas que tomaban las decisiones no iban a leer 4000 páginas y llegar a los dragones”, dijo Weiss. Si bien la señal destinó un alto presupuesto para las primeras temporadas, nada se comparó con lo que invirtió en las últimas, en donde los efectos y las postproducción fueron claves tanto para recrear las batallas como para hacer volar a los dragones, que pasaron de bebés a gigantes.
El piloto del horror
Mucho se ha hablado del primer piloto de Game of Thrones y de lo diferente que resultó a lo que más tarde pudo verse en pantalla. Después del encuentro con Martin y de convencer a los directivos de HBO, los productores se pusieron a trabajar en el famoso primer episodio. Casi cuatro años después de las conversaciones con el escritor, finalmente estaba listo. Sin embargo, al proyectarlo, todo se desplomó. Benioff dijo que ver la reacción de sus colegas en el preestreno del piloto fue “una de las experiencias más dolorosas” de su vida. Entre quienes dieron su mirada se encontraba Craig Mazin, quien sería luego el showrunner de Chernobyl, quien les dijo: “Chicos, tienen un problema mayúsculo”. Nada salió como esperaban: más allá de haber trabajado durante largas jornadas en una adaptación de las novelas de Martin algo parecía no cuadrar en el material terminado: ni siquiera quedaba clara la relación incestuosa entre los hermanos Cersei (Lena Headey) y Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau). Todo lo que se sabe de ese piloto “maldito” proviene de un periodista de Huffington Post, que logró acceder en una pequeña biblioteca en Texas al guion original de este episodio que nunca pudo verse más allá de esa reunión. Los productores cruzaron los dedos para que HBO los siguiera acompañando y no desistiera del proyecto, le pidieron paciencia a la señal para reestructurarlo todo y volver a rodar casi el 90% del material; además decidieron cambiar a dos actrices principales y repensar varias escenas.
Una nueva Daenerys
Después de esa primera experiencia fallida, los productores hicieron muchos cambios. Entre ellos: en el primer piloto los Caminantes Blancos hablaban en su propio idioma; Jon Snow aparecía borracho junto a su tío Benjen cuando el rey Robert Baratheon (Mark Addy) llegaba a Winterfell, Cersei (Lena Headey) le pedía a su criada que quemara la pluma que sostenía la estatua de Lyanna Stark en la cripta. Pero, quizá, los cambios más significativos tuvieron que ver con las actrices que interpretaban a Daenerys Targaryen y Catelyn Stark, en el piloto original eran Tamzin Merchant [la actriz de Carnival Row quien hace poco reveló que había algo en el papel que no la convencía] y Jennifer Ehle, respectivamente. Luego, Emilia Clarke y Michelle Fairley fueron las elegidas para esos papeles.
Otros giros que le dieron a la trama tuvieron que ver con dos momentos fuertes de la historia que, apenas comenzada la trama, planteaban el tono adulto del relato. El primero, la mencionada escena en la que Jaime y Cersei están teniendo sexo, justo antes de que los vea Bran Stark (Isaac Hempstead Wright); en el piloto parecía como si Jaime estuviera abusando de Cersei y no quedaba claro que eran hermanos. El segundo, la escena donde puede verse la primera vez que Daenerys y Khal Drogo (Jason Momoa) tienen sexo; en la primera versión, en lugar de que él la violara en su noche de bodas, se mostraba como ella accedía y se enternecía con las diferencias idiomáticas de su esposo [sobre el giro, Clarke explicó a revista Glamour: “Estamos contando una historia, necesitás saber esa parte para sentir empatía hacia Daenerys. Ves cómo la ataca su hermano, la viola su marido. ‘Qué los jodan a todos, voy a gobernar el mundo’”].
Además, en el piloto fallido mostraban el momento en que Jon Arryn pierde la vida [quien aparece muerto directamente en la serie] y a una Catelyn desesperada porque su hija Sansa fuera reina por encima de todo. También había un cameo de Martin como uno de los invitados al casamiento de Daenerys, escena que se rodó en Marruecos.
Beinoff y Weiss admitieron en varias notas que no sabían bien qué estaban haciendo al momento de rodar el piloto, dirigido por Tom McCarthy.
Una embarazada en el set
Otro de los desafíos que tuvieron a la hora de rodar fue disimular el embarazo de Lena Headey, quien interpretaba a uno de los personajes más icónicos de la serie. Optaron por hacer escenas donde se la vía envuelta en pieles, sentada o parada detrás de objetos que taparan su silueta; la idea de centrar todos los planos en su cara fue otra de las forma en que encontraron para que no se notara su panza.
El primer capítulo, la hazaña terminada
Un año después llegó el primer capítulo de la serie en la forma en que lo conocemos, dirigido por Tim Van Patten. Sin embargo, los productores sentían que, aunque mejorados, los primeros episodios de Game of Thrones no lograban el objetivo que buscaban, el de cautivar a los espectadores. Eso ocurrió hacia el final de la temporada, cuando Ned Stark (Sean Bean) es ejecutado. Para ellos ese fue el clic.
“La primera temporada fue muy dura porque el piloto no había salido bien. Fue un proceso tan largo y no teníamos mucha confianza. Hubo un período de bastante baja moral. Y creo que fue a fines del otoño en Belfast, que es un momento y un lugar bastante sombrío para estar, siempre llueve y oscurece a las 4 en punto... recuerdo que sentí que nadie en HBO nos acompañaba. Quiero decir, estoy exagerando un poco, pero parecía que estábamos trabajando allí en un pequeño vacío”, dijo Beinoff a Fast Company. Y agregó: “Recuerdo haber recibido estos correos electrónicos de Richard [directivo de HBO], hablando de cuánto amaba lo que estaba viendo. En retrospectiva, suena un poco cursi, pero decía que realmente creía en lo que estábamos haciendo y que sentía que esto iba a ser increíble. Estábamos en el auto, y fue cuando realmente necesitábamos un impulso, y él nos lo dio. Realmente nos dio un poco de energía muy necesaria en el momento en que más la necesitábamos”.
Además contó cuál fue su primera impresión tras el estreno: “Los números iniciales no fueron tan buenos. Nos decepcionó un poco. Subieron lentamente a medida que avanzaba el año. El momento en que sentimos que estaba funcionando fue cuando Ned es ejecutado. Y parecía como si Internet explotara: recibíamos tantos correos electrónicos como, ¿qué has hecho?”. La serie se jactaba de ser una ficción donde todos podían morir, incluso los protagonistas; de hecho se calcula que a lo largo de las ocho temporadas murieron 186 personajes, entre ellos varios de los preferidos del público como Ned, la mano del rey, el líder de la casa Stark.
Los personajes
En este primer episodio de Game of Thrones se presentan varios de los personajes más importantes de la historia. Entre ellos, Tyrion (Peter Dinklage), el hijo marginado, por ser enano, de Tywin Lannister, el señor más rico de los Siete Reinos, y hermano menor de Jaime y Cersei. Su inteligencia lo hace destacarse sobre los demás, así como ocurre con Jon Snow (Kit Harington), el hijo bastardo de Ned, cuyo origen es un misterio durante las primeras temporadas. Jon es enviado a vigilar el Muro que custodia a Westeros de las amenazas sobrenaturales que lo acecharán con el desarrollo de las temporadas, uniéndose a la Guardia de la Noche. Arya Stark (Maisie Williams), es la menor de las mujeres de la familia quien reniega de ser una doncella y quiere convertirse en guerrera, mientras que su hermana mayor Sansa (Sophie Turner), es su antítesis: enamorada del amor y los modos caballerescos, emprende su viaje a King’s Landing para convertirse en la reina de Joffrey Baratheon (Jack Gleeson); Daenerys Targaryen (Clarke) es la hija menor del rey Aerys II Targaryen, quien ha vivido su vida en el exilio y es vendida por su hermano mayor al líder de los dothraki, Khal Drogo (Jason Momoa), a cambio de hombres para recuperar el Trono de Hierro. Bran Stark (Isaac Hampstead-Wright) es uno de los personajes más sufridos del primer episodio, tras ver algo que no tenía que ver es víctima de un intento de asesinato que lo deja paralizado.
Sobre el cast, Martin aseguró que quedó muy sorprendido con los niños -que hoy ya no son niños porque pasaron 13 años desde los primeros encuentros-. “Los niños fueron una revelación particular y fueron muy difíciles de encontrar”, dijo Martin. El autor quedó particularmente impresionado con Maisie Williams (“Ella es simplemente un talento increíble”, dijo Martin, al recordar su audición: “Había visto esa escena cientos de veces antes de ver la interpretación de Maisie, y estaba muy viva. Las expresiones en su rostro. Era Arya, cobrando vida”).
La repercusión
El primer capítulo introduce al escenario y a los protagonistas de la historia: hace foco en la familia Stark y su hogar ancestral, Winterfell. Y en la visita del rey, Robert Baratheon, quien viaja al Norte para pedirle a su amigo Ned Stark que se convierta en su consejero (conocido como “Mano del Rey”, en sustitución de su predecesor, Jon Arryn, muerto en circunstancias misteriosas).
Las críticas fueron muy buenas. Desde revista Times hablaron de un triunfo épico, también lo definieron como “inolvidable” y auguraron un éxito parecido al de Los Soprano o The Wire. El visto bueno estuvo especialmente dirigido a la producción y algunas actuaciones. Tanto Westeros como Pentos parecieron sorprender a los periodistas especializados que se sintieron adentro de este universo. Además la apertura de la serie, esa secuencia de inicio, con una vista aérea del mundo con diferentes escenarios emergiendo de ella, fue celebrada por la crítica. “El guion es sólido, la trama avanza de forma natural y te deja con la sensación de que lo que has visto es solo la punta de un inmenso iceberg. El reparto también ayuda, y aunque no me ha gustado que algunos personajes hayan sido presentados desde el principio en un determinado bando, los actores parecen (por lo menos por ahora) ideales para el papel para el que han sido escogidos”, decía por ese entonces un crítico del diario El País.
La sensación fue compartida por los fanáticos de Canción de Hielo y Fuego, quienes, más allá de haber leído los libros, se sintieron otra vez inmersos en la saga de Martin. Si bien aparecieron algunas críticas por ciertas omisiones o detalles, todos parecieron contentos con lo que se vio aquel 17 de abril de 2011.
Algunos datos de la serie
Durante las ocho temporadas se usaron 1700 kilos de goma y una tonelada y media de metal para realizar armaduras; 52.000 bolsas de papel de nieve; 163 toneladas de propano; 3.000 efectos con pirotecnia; 15.000 galones de sangre artificial, 20.907 velas, 40 millones de metros de soga, 2133 metros de algodón para hacer más de 330 carpas, y 50 millones de metros de tela para elaborar trajes. El departamento de escenografía usó 40 millones de metros de madera reutilizada; 60.000 planchas de madera; 20.000.000 de tornillos y clavos; 65.000 bolsas de yeso; 5000 litros de pegamento para madera, 1.200 bloques de poliestireno, 1.000 hojas para fuego; más de 16 millones de metros de cable y 120 camiones de vigas recuperadas de almacenes y graneros de toda Europa.
La serie ha sido filmada en alrededor de 10 países incluyendo: Irlanda del Norte, Marruecos, Malta, España, Croacia, Islandia, Estados Unidos, Canadá y Escocia. Además utilizó un total de 40 estudios de efectos especiales para las más de 13.250 tomas que incluyeron efectos especiales; 12.137 pelucas se crearon especialmente para la ficción y se utilizaron más de 80 kilómetros de tela para vestuarios de los 73 capítulos. Desde la temporada 4, se utilizaron 11.077 kilos de silicona para fabricar prótesis [las que más tiempo tomaron fueron para el personaje de The Mountain y para los Hijos del Bosque, cuyas caracterizaciones llevaron siete horas por día]. Además, la serie contó con más de 12.000 extras alrededor del mundo para grabar sus escenas.
La última temporada no escatimó en sueldos: se dijo que mientras Emilia Clarke, Kit Harington, Lena Headey, Peter Dinklage y Nikolaj Coster-Waldau ganaron aproximadamente 500.000 dólares por episodio, Maisie Williams y Sophie Turner, las más jóvenes del elenco protagónico, ganaron 175.000 dólares.
El legado
El 19 de mayo de 2019, el vacío se apoderó de los espectadores: ocho años después del primer episodio, la serie llegaba a su final y no lo hacía como los fans querían o esperaban. Las redes sociales funcionaron como un espejo: el desconcierto y enojo de los fans iba dirigido directamente a Benioff y Weiss, llegó a circular una petición para que se volviera a filmar toda la temporada final de la serie. GOT había cerrado y la esperanza de un desenlace quedó puesta en las eternamente demoradas últimas dos novelas de la saga, Vientos de invierno y Sueño de primavera [se esperan desde 2011, Martin se viene tomando su tiempo].
Los productores y guionistas trataron de escapar de los medios y refugiarse en casa, su gran hijo había crecido tanto que ni ellos podían hablar de ese final. Sin embargo, los planes de HBO no terminaban ahí: la idea era multiplicar la franquicia.
Después de un piloto que no convenció centrado en los tiempos pretéritos de Westeros, conocidos como la Era de Héroes, la señal puso en marcha la primera de las precuelas de la serie, House of the Dragon. La historia está ambientada tres siglos años antes de la serie y explora el universo y el origen de la Casa Targaryen, una de las familias más importantes de la saga y eje de Fuego y sangre, el último libro publicado por Martin. La serie tiene como showrunners al director de algunos de sus mejores capítulos, Miguel Sapochnik, y a Ryan Condal; se espera su estreno en 2022.
Al tiempo que se especula con el inicio de la producción de House of the Dragon, se supo que se avanza con cuatro proyectos televisivos adicionales, que pueden o no terminar en la pantalla de HBO. El primero se basa en los relatos de Dunk y Egg, y sigue las aventuras del caballero errante Ser Duncan el Alto y su escudero Egg, que más tarde se convertiría en el rey Aegon V Targaryen. Las otras tres son: 9 Voyages [título provisorio], que estará a cargo de Bruno Heller (Roma) y seguirá a Lord Corlys Velaryon, también conocido como The Sea Snake, el Señor de las Mareas y jefe de la Casa Velaryon; 10.000 Ships, que gira en torno a la reina guerrera Nymeria, que fundó Dorne mil años antes de los acontecimientos de Game of Thrones: y el tercer proyecto se desarrolla en el famoso barrio marginal de King’s Landing de Flea Bottom, el laberinto de calles estrechas de la ciudad donde nacieron personajes como Davos Seaworth y Gendry Baratheon.
También se prepara un desembarco teatral y una serie animada basada en el universo ficticio creado por George R.R. Martin. A 10 años de aquel primer episodio, la idea de Benioff y Weiss parece haber sido más que una obsesión. Y millones de personas alrededor del mundo agradecen que ese piloto no haya hecho que los productores bajaran los brazos y que Emilia Clarke se haya convertido en la madre de los dragones para ponerle un poco de épica a la pantalla chica.
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