Desde este domingo, HBO Max y HBO emitirán Entre hombres, la miniserie dirigida por Pablo Fendrik donde el actor interpreta a un sargento de la policía bonaerense violento y corrompido, en el marco de un oscuro drama criminal ambientado en el conurbano de los noventa
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“Sobrevivimos”, alienta Gabriel Goity en el inicio de la charla con LA NACION. El Puma, ese apodo que le ganó el match al nombre formal y que es la forma en la que todos lo llaman, no disimula su alegría por la reactivación de la producción de ficción y el estreno de materiales rodados previos a la pandemia de coronavirus, tal el caso de la miniserie Entre hombres, que este domingo 26 de septiembre estrenará la plataforma de streaming HBO Max y HBO, señal que emitirá un episodio cada semana.
“Siempre se desea hacer un símil Scorsese o Tarantino, así que cuando me convocaron para este proyecto, me tiré de cabeza porque se trata de un proyecto bien para actores”, sostiene el intérprete, quien en la historia personifica a Garmendia, un sargento de la policía bonaerense, apodado “Mostro”. Mundo hostil, agresivo, con códigos propios en un ejercicio de dudosa civilidad propia. Drama criminal como Casino de Martin Scorsese o el iniciático Perros de la calle de Quentin Tarantino.
El relato está basado en la novela de Germán Maggiori, un material de culto para los seguidores del género que alterna el thriller con pinceladas de humor corrosivo. La trama se desarrollará a través de cuatro episodios de una hora dirigidos por Pablo Fendrik, quien también colaboró en el guion que Maggiori formuló a partir de su material original. Entre hombres, producida por HBO, tiene como punto de partida una fiesta marcada por el sexo y las drogas donde acontece un crimen. Los allí presentes se verán comprometidos, incluyendo el poder político y policial, en un contexto de diferencias sociales en el conurbano bonaerense de la década del noventa.
Entramado
El drama criminal no es un género transitado frecuentemente por la ficción nacional. En ese sentido, Entre hombres apuesta a un tono de relato que cuenta con fanáticos y a un elenco dispuesto a entregarse a una poética desafiante. “Es un género maravilloso que nos encanta a los actores. Uno siempre está anhelando estar en este tipo de proyectos, de los cuales hay muy pocos, no es lo común a la hora de elegir trabajos en esta parte del hemisferio”, reconoce Goity, quien se maneja con igual comodidad tanto frente a cámaras como en la escena viva del teatro, ya sea apelando a la lógica del drama, como a la mueca de la comedia hilarante.
Bajo las órdenes de Fendrik, director responsable de joyitas de nuestro cine como El asaltante y La sangre brota, Goity hizo el tránsito por un camino no usual y exigido: “No hay manera que vengan los impostores, como decimos entre los colegas, no se aceptan. Acá hay que saber actuar y haber actuado mucho tiempo para llegar a este tipo de personajes, que no son para novatos. De hecho, los actores jóvenes que trabajan en la serie, son de los mejores de habla hispana. (Diego) Cremonesi y (Nicolás) Furtado son muy jóvenes y parece que tuvieran cien años de experiencia”, dice el actor, que conoce muy bien el contexto conurbano, dada su crianza en El Palomar, al noroeste de Buenos Aires.
-La buena factura de títulos como Entre hombres demuestra el potencial de la industria argentina.
-En la Argentina podemos hacer este tipo de proyectos porque tenemos el material humano y no solo hablo de los actores, sino también de guionistas, directores, técnicos. Estamos capacitados y entrenados para cumplir con un género tan difícil como este, que se sigue expandiendo porque acá lo podemos hacer.
El sargento Garmendia compuesto por Goity, es un ser oscuro que palpita cómo los servicios de inteligencia están detrás de los pormenores de aquella fiesta pecaminosa y oscura donde el poder se dio cita con desenlace fatal. Despiadado, violento y corrupto, la criatura se refugia en el alcohol para sostenerse. Demacrado, con cicatrices y una campera de cuero adosada, la figura del personaje resulta inquietante. Acá los parecidos con la realidad, no son ingenuas coincidencias.
-Tanto en la interioridad, como en la composición externa tan particular y definida, ¿cómo abordaste la aproximación a Garmendia?
-Las conductas exteriores tienen que ver con una resultante del interior. Para lograr eso conté con un personaje muy claro definido en la novela y con la dirección de Pablo Fendrik, quien tenía clarísimo tanto a mi personaje, como a todos los demás. Él hablaba permanentemente del tono de la partitura, entonces, se trató de un trabajo arduo y de a dos, siempre con él al lado para la construcción.
-Trabajaste codo a codo con Diego Velázquez, un actor muy interesante en su forma de abordar sus personajes.
-Hacer dupla con uno de nuestros mejores actores facilita todo. Trabajamos mucho con las conductas y tuvimos una gran cantidad de ensayos. Aunque parezca mentira, los actores no solemos tener tiempo para ensayar, en la Argentina los tiempos son cortos.
-¿Cómo suele ser la modalidad?
-En general, te dan un libro y, en dos días, tenés que armar un personaje, llevarlo a cabo y rendir con excelencia.
-Esta vez, no fue así.
-Se tomaron los tiempos necesarios y pudimos ensayar, trabajar como hay que trabajar, como lo hacen los actores en otras partes del hemisferio. Pero, en general, los actores argentinos trabajamos con poco tiempo.
-El ensayo es un laboratorio creativo.
-A mí ensayar me encanta, disfruto mucho de la composición de los personajes, ir descartando opciones.
-En ese sentido, Garmendia tiene una forma muy particular de moverse y hablar.
-Trabajamos mucho con improvisaciones. Yo apostaba a una determinada forma de hablar, pero Pablo (Fendrik) sugirió otra manera.
-Entonces...
-Se trata de subordinarse y confiar en el director, esa es la clave. Humildemente, creo que hicimos un muy buen trabajo, me siento muy orgulloso de este producto.
Ficción y realidad
-El material navega en el universo de la política y el mundo policial teñido por la corrupción. ¿Cómo te sumergiste en ese ámbito? ¿Apelaste a lecturas o a bucear en casos reales?
-Me sumergí de lleno en el mundo de estos policías, de esta casta. En realidad, hay varias subcastas, algo que siempre me pareció apasionante, incluso cuando me tocó hacer el Servicio Militar en el Ejército. No todo es lo mismo, empezando por la división entre oficiales y suboficiales. Garmendia, mi personaje, es un suboficial de la policía bonaerense, una casta más baja de la elite que es la policía federal, la oligarquía. La violencia no es lo mismo para todos, para ellos es cotidiana. Por eso, para los personajes no hay otra opción de resolver los conflictos que no sea violentamente.
-¿Quién es Garmendia?
-No es mano de obra desocupada, pero vemos su decadencia. Por eso, aunque se perciba muy violento, lleva a cabo trabajos más livianos con respecto a lo que hacía antes. Lo fui armando a partir de experiencias personales y, como actor, a través de mi capacidad de observación de los diversos mundos. Hice un abordaje sin crítica. Estos personajes tienen alma y su propia moral, que yo no las comparta es otra cosa. Ese es el desafío, no criticar a ningún personaje, ya que todos tienen sus argumentos válidos.
-Componer entendiendo, pero sin juzgar.
-Exacto, aunque uno no comparta sus ideas o ética.
-Entre hombres plantea un tipo de masculinidad hegemónica hoy interpelada, ¿una lectura del material puede darse desde ese prisma?
-En ese entonces todo eso era muy obvio, aunque sigue sucediendo, pero más disfrazado. El presente es hijo del pasado y no se puede modificar rápidamente. Que haya una conciencia es un avance gigante, pero venimos de una depredación muy grande de parte del hombre hacia el género femenino, de un machismo espantoso. El nuestro es un grano de arena, un aporte a todo lo que se viene haciendo en la Argentina.
La posibilidad de trabajar para una plataforma internacional como HBO Max o para la señal de HBO trae aparejada una visibilidad que trasciende la industria doméstica: “En el momento en el que estoy trabajando, no soy consciente de esto, ni quiero serlo. Hoy se demora más en filmar o grabar, pero, en realidad, no es demora, sino que se trata de darle excelencia al material, pensando que es un plano que se registra e irá a 70 países, ni más ni menos. Da un poco de vértigo, no voy a decir que no, pero, gracias a Dios, no soy consciente de eso. No hay que estar atento a esas cuestiones ya bastante uno tiene con ocuparse del personaje en situación”.
Previo al estreno de la miniserie, Goity conversó no solo con la prensa argentina, sino también con periodistas de Chile, México, Brasil, Colombia, entre otros mercados de Latinoamérica. “Sin dudas, es apasionante”, reconoce el popular actor, cuya vocación despertó cuando presenció una función de Cyrano de Bergerac protagonizada por el eximio Ernesto Bianco. Epifanía en torno a una tarea que le daría sentido a su vida.
-¿Cómo imaginás a la industria de la ficción en la pospandemia?
-Soy absolutamente optimista, me impongo serlo, sino no me levantaría a la mañana. En cuanto a la ficción, están viniendo muchas producciones vinculadas a las grandes plataformas. En la Argentina, hay un material humano muy bueno, por eso es un lugar maravilloso para venir a filmar y hacer lo que se te ocurra. En nuestro país se puede producir todo tipo de géneros de ficción. ¿Cuál querés? Acá hay actores y actrices excelentes. Ojalá se les facilite a las plataformas la posibilidad de trabajar porque eso generará muchas fuentes laborales y hará que ocupemos el lugar que deberíamos ocupar y que no estamos ocupando. La ficción argentina es de las mejores del mundo, podemos competir, pero para eso necesitamos que quien quiera venir a producir, lo pueda hacer.
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