Merlí: Francesc Orella habla del rebelde maestro que conquistó a los argentinos
En su perfil de WhatsApp,Francesc Orella tiene la imagen de una vaca al borde de un acantilado. La que para muchos puede ser una foto elegida al azar, esconde en realidad la íntima relación que el actor guarda con Merlí, el incorrecto maestro de filosofía que lo convirtió en una de las caras más populares de la televisión española. La fábula de la vaca es una de las tantas historias que Merlí comparte con sus alumnos, y que representa la importancia de salir de la zona de confort para enfrentar nuevos desafíos. Esa paradoja no solo simboliza a la perfección el espíritu de esta ficción, sino que también ejemplifica hasta qué punto el actor y el personaje parecieran mimetizarse.
Con pocos episodios al aire, Merlí se convirtió rápidamente en un éxito en la televisión española y con su llegada al catálogo de Netflix los fans de la ficción se multiplicaron . La trama de la ficción sigue al profesor del título, un hombre muy poco ortodoxo que debido a la descontracturada manera en la que dicta sus clases, no tarda en convertirse en el principal confidente de sus alumnos. Pero el amor y la vocación de Merlí lo llevan a involucrarse con sus discípulos mucho más allá de lo que sucede en las cuatro paredes del aula, y una y otra vez él ayuda a sus "peripatéticos" (como los bautizó en el primer episodio) a superar las angustias que padecen en su vida.
Lejos de presentar una imagen idealizada de la docencia, la serie exhibe la visceral relación de amor y odio que puede surgir entre alumnos y profesores y cómo muchas veces ser el maestro favorito también significa ser el principal receptor de las críticas y los reclamos. A Merlí sus alumnos lo quieren, pero también se enojan con él, le dicen viejo amargado, lo insultan e incluso, una vez, hasta llegaron a escupirlo. Pero ese es el precio que el carismático maestro paga por dejar en sus alumnos un legado que les dure toda la vida, un amor no solo por la filosofía, sino más bien por el cuestionar las presuntas verdades que la sociedad busca imponer. En una entrevista telefónica con LA NACIÓN, Orella reflexionó sobre su parecido con Merlí y sobre cómo fue protagonizar esta popular serie.
-¿Cómo llegó Merlí a su vida, cómo se lo presentaron por primera vez?
-Fue una idea de Héctor Lozano, creador y guionista de toda la serie. Entre él, la productora y la televisión de Cataluña tenían este proyecto en marcha. Los guiones fueron aprobados rápidamente porque vieron que esto era distinto, y para el personaje principal pensaron en mí porque ya me conocían del teatro y del cine. Ellos pensaron que el protagonista me iba bien y, efectivamente, cuando leí el guion vi que era muy novedoso, temáticamente muy original y pedagógico a la vez. Había muchos ingredientes que me gustaron y con Merlí me sentí muy cercano. Hay varias características de él que se parecen a las mías y al personaje me lo hice muy mío. Para mí fue un privilegio hacer esta serie y toda la experiencia profesional y personal que me dejó este trabajo.
-En su perfil de WhatsApp se puede leer: "Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecerlo todo", una frase que parece sacada de su personaje. Entonces, cómo es su vínculo: ¿usted se parece a Merlí o Merlí se parece a usted?
-Merlí es una ficción, lo que ocurre es que tal como Héctor ideó a este personaje, con su carácter, sus virtudes y sus defectos, pues coincidió en que tiene muchos rasgos que son parecidos a como soy yo, Francesc, en mi vida privada, en el hecho de ser a veces muy vehemente, muy políticamente incorrecto, anti convencional, un poquito gamberro, un poquito mujeriego, con poca estabilidad en las relaciones afectivas y con un sentido del humor socarrón. Había muchas cosas de Merlí que las sentía muy próximas.
-En la serie hay un clima de mucha calidez entre los personajes, ¿cómo se consiguió ese tono?
-Esa es una de las cosas bonitas que se ha logrado en la serie. En concreto, algunos de estos actores jóvenes ya tenían experiencia, otros no, pero fueron todos elegidos por casting. Ellos tuvieron una serie de jornadas en las que convivieron durante algunos fines de semana. También contaron con un coach de actuación con el que estuvieron improvisando a partir de los guiones. Pasaron mucho tiempo juntos y eso logró entre ellos una complicidad extraordinaria y cuando empezaron las grabaciones, ya había una camaradería estupenda que fue muy útil para conseguir ese clima del que hablabas. Cuando yo los conocí tuve una conexión rápida, desde un principio me sentí muy a gusto con ellos y enfrentándome a un aula con 24 chavales tenía mis dudas, porque la energía a esa edad es muy potente, pero el feedback fue estupendo.
-Así como Merlí tiene en Pol (Carlos Cuevas) e Iván (Pau Poch) a sus alumnos favoritos, ¿usted con quién tenía más química de sus coprotagonistas?
-Bueno, las escenas de Merlí con su madre (Anna María Barbany) eran magníficas, ella era una gran compañera y lo mismo con Gina (Marta Marco). Pero si nos centramos en los alumnos, es cierto que por guion Merlí se entiende muy bien con Iván y Pol, y es verdad que con los dos, cada uno con su personalidad, fue todo muy cómodo porque son dos grandes intérpretes que a nivel personal son encantadores. Todos los actores jóvenes han sido fantásticos y yo me he sentido cómodo con todos ellos, pero es verdad que con Pol, Iván y Bruno (David Soland) hubo una conexión muy especial. Pero también la hubo con Marc (Adrian Groser) y Tánia (Elisabet Casanovas), me cuesta elegir...
-Quizás le cuesta elegir porque Merlí compartió momentos importantes con todos sus alumnos. Hay una escena especialmente conmovedora y es cuando Gery le dice: "Cuando tenga hijos, voy a poder decirles que a usted yo lo conocí". Es un momento breve, pero que define el espíritu de lo que ese profesor significó para sus alumnos...
-Es que todo está tan bien escrito, está tan bien matizado lo que ese profesor representa para cada uno de esos alumnos y cómo a veces puede cabrearse y, sin embargo, tener en el fondo una empatía absoluta. Que un maestro poco convencional dé la filosofía de una manera tan atípica, y que se preocupe por los problemas privados de la gente joven, de los conflictos graves que ellos no exteriorizan y que ese profesor se haga colega y se implique en sus vidas, es algo que les ha robado el corazón a los jóvenes y también a los padres.
-¿Piensa que la historia trata en gran parte sobre cómo los adultos aprenden a ser padres, empezando incluso por el propio Merlí?
-Si, él es un personaje cuya ex mujer se va a vivir con otro y él tiene que hacerse cargo de su hijo Bruno, del que encima luego es también profesor. Esta situación de entrada es muy chocante para un hombre como Merlí que es independiente, que ha vivido siempre a su aire, y en el que de repente se despierta esa conciencia que le dice que ha sido un mal padre y se le revela una necesidad de recuperar el tiempo perdido y de hacerse perdonar por Bruno. En él se despierta ese instinto paternal y por eso hay situaciones muy bonitas con su hijo, sobre todo con el tema de la de la sexualidad de Bruno y cómo su padre lo ayuda. Ha sido muy bonito interpretar esas secuencias con David, situaciones tan distintas que fueron desde cabreos hasta otras con humor y ternura.
-¿Usted diría que en el fondo Merlí es un hombre que le tiene miedo a la soledad y que necesita establecerse afectivamente?
-Sí, estoy de acuerdo con eso, y eso se ve especialmente en la tercera temporada, ahí se descubren algunas debilidades. Merlí es un hombre que ama la libertad, la independencia, pero que en el fondo necesita, como todos necesitamos, sentir que pertenece a otras personas, ya sea un hijo, una madre, una novia, una amante o los amigos. Evidentemente, no es un hombre asocial porque es independiente y libre, pero también es un hombre social y empático con los chavales, que tiene una vocación real de formar intelectualmente a esos críos. Es muy humano en este aspecto.
Aviso de spoiler: ¡si no terminaste de ver la serie, no seguir leyendo!
-¿Cómo reaccionó ante el destino de Merlí?
-El guionista Héctor Lozano tenía en claro que quería hacer las tres temporadas para ver la evolución de estos alumnos y que después no habría una cuarta temporada. El guionista tendría sus razones, él quería acabar con el personaje y así mostrar a sus alumnos siete años después para ver cómo fue el sello que les dejó Merlí en sus personalidades y en sus vidas. Es verdad que una muerte siempre acaba por idealizar al personaje, pero también es cierto que la muerte está presente en la vida y eso es un tema de filosofía, que incluso también se tocó en el capítulo de Heidegger. Entonces creo que Lozano tenía claro que había que introducir la muerte del personaje para que aportara dramáticamente. Merlí ha sido muy potente para los chavales y se merecía un cierre no anodino, no un final feliz en el que se quedara con Gina estupendamente. Tenía que haber un final de shock, y su muerte era una opción bastante interesante, sobre todo para luego mostrar esa impronta que dejó en sus alumnos.
¿Dónde verla? Está disponible completa, en Netflix.
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