Ewan McGregor: "Me encantó la Argentina, qué tierra más hermosa"
"Me encantó la Argentina. La amé y estuve mucho tiempo ahí. Es un país inmenso, nos llevó bastante tiempo recorrerlo. Fue tan divertido, por dios, qué tierra más hermosa". En principio el comentario puede sonar a halago conveniente. La frase que cualquier artista que se haya presentado en el país habrá repetido sin pensarlo y, francamente, sin sentirlo. Pero cuando la dice Ewan McGregor suena a pura verdad. Y no solo porque el actor escocés radicado en los Estados Unidos es un entrevistado amable y elocuente sino porque a diferencia de muchos, él tiene pruebas para demostrar lo que dice. Su admiración por la Argentina -y el resto de Sudamérica- están presentes en cada uno de los episodios de la serie documental The Long Way Up, de los que Apple TV+ tendrá los primeros tres disponibles desde hoy.
El programa, grabado entre septiembre y diciembre de 2019, es un recorrido de más de 20 mil kilómetros entre Ushuaia y Los Ángeles y a través de trece países de América que completa la trilogía viajera que comenzó en 2004 con Long Way Around. Ese año el actor, su mejor amigo y experto en aventuras Charley Boorman y un experimentado equipo de realizadores, recorrieron en moto Europa del Este pasando por países tan extensos como Rusia y Mongolia. Y en 2007 volvieron a las rutas para el viaje documentado en la serie Long Way Down en la que partieron de Escocia para atravesar el continente africano hasta llegar a Ciudad del Cabo.
"Siempre pensé que serían tres recorridos, pero la vida se interpuso", dice McGregor en uno de los primeros capítulos del programa en el que se detalla la compleja preparación de un viaje de estas características. Una preproducción de ocho meses que incluyó el elemento más novedoso de la aventura. Esta vez Ewan y Charley se trasladan en motos eléctricas. En medio del invierno. En la Patagonia. Un desafío que nadie intentó antes y que ni siquiera sabían si podía hacerse. Una meta tan ambiciosa como la de aprender castellano en apenas un puñado de clases. Alerta de spoiler: la travesía llegó a buen puerto, su castellano no.
"¿Quién sabe cuándo podremos hacer un viaje como este otra vez? Tuvimos suerte de poder hacerlo el año pasado. Hay muchas razones por las que adoro este tipo de aventura. En parte tiene que ver con el hecho de visitar lugares y vivir situaciones en las que normalmente no estaría. Se trata de salir de tu zona de confort y no saber qué te espera a la vuelta de la esquina. Literalmente. Es un desafío de resistencia porque los recorridos son muy largos, pero sobre todo se trata de conocer gente de todo el mundo que vive de maneras muy diferentes a la tuya y que tienen distintas prioridades y necesidades. Me parece que en los Estados Unidos, Europa y Gran Bretaña tenemos modos de vida que no se repiten en otros lados del mundo y me parece interesante recordar que nuestra forma de vida no es la única ni la mejor que existe", dice el actor de películas como Trainspotting, Moulin Rouge y Star Wars, entre otras, a través de Zoom desde su casa de Los Ángeles.
Y es ese aspecto, el costado humano de las aventuras que encontró en su momento en las llanuras de Mongolia y ahora también en medio de los impresionantes paisajes nevados del sur de la Argentina y Chile y en los kilómetros de desierto de La Rioja y las alturas de Salta, el que McGregor no quiere ni puede dejar de recordar.
"En todos los lugares donde estuvimos experimentamos la enorme amabilidad de la gente. En Mongolia, cuando hicimos el recorrido de Long Way Around, nuestro camarógrafo tuvo problemas con los frenos de su moto y tuvimos que comprar un reemplazo que se rompía cada cinco minutos en un lugar completamente desierto. No había nada ni nadie alrededor por kilómetros. Nosotros intentábamos arreglarla con nuestras herramientas sofisticadas que no sabíamos usar y de repente en el horizonte, como si se tratara de Omar Sharif en Lawrence de Arabia, apareció un hombre a caballo, la arregló enseguida y se fue", contó el actor que en el viaje por América Latina, curiosamente, encontró más de una conexión con sus orígenes y su pasado.
Así, en uno de los primeros episodios en un remoto parador en medio de la Patagonia, donde los motociclistas se refugian una noche, unos cuchillos de asador con sus fundas exhibidos para la venta hacen que McGregor recuerde a los que tradicionalmente usan los hombres de las Tierras altas en su Escocia natal, ese lugar que dejó de ser su hogar hace años pero siempre será el inicio de su camino.
Soy actor, amo lo que hago, no siento que sea algo de lo que me quiera escapar, sin embargo adoro la aventura que supone hacer este tipo de recorridos
"Hubo un par de lugares a los que no pudimos ir porque decidimos hacer el viaje en motos eléctricas. Fue una experiencia de aprendizaje y un intento por contaminar el medioambiente lo menos posible. Sin embargo porque teníamos que parar en lugares donde hubiera electricidad para cargarlas resignamos la libertad de acampar en cualquier lado que habíamos tenido en los otros viajes y eso en un aventura como esta da un poco de pena. Por eso mismo también no pudimos desviarnos de nuestra ruta para pasar por Santiago de Chile, un lugar que me interesaba mucho visitar. Un pariente lejano, mi tatarabuelo se mudó de Escocia a Santiago hacia el final del 1800 para trabajar en la construcción del ferrocarril en Chile. Allí se casó y tuvo hijos así que hay algo de Chile en mi familia. Lamentablemente no pude ir a Santiago esta vez, pero es una buena excusa para volver al sur en otra oportunidad", explica McGregor para el que la nueva travesía implicó también un reencuentro con su amigo Charley, compinche en su pasión por las motos y la aventura.
Ya sea charlando a través de los micrófonos en sus cascos mientras se maravillan con los paisajes que van recorriendo, riéndose de sus pequeñas manías o compartiendo la peculiar experiencia de entrar a un almacén cercano a los valles Calchaquies para descubrir a Ewan, el actor, en el pequeño televisor del lugar sintonizado en la emisión de la película Jack, el cazagigantes, The Long Way Up es también una celebración de la amistad.
"Creo que para mí estos viajes tienen algo que incentiva un estado meditativo. Pasamos gran cantidad de tiempo en la ruta e inmersos en nuestros pensamientos. Es decir, podemos hablar entre nosotros con los micrófonos de los cascos pero muchas veces yo los apagaba y manejaba en silencio y es asombroso las cosas que te vienen a la mente en esos momentos. Recuerdos cosas que pasaron hace años. Mi cerebro está ocupado en conducir la moto y en observar el mundo que me rodea, pero una parte de mi psiquis se relaja y los recuerdos salen a la superficie. De repente aparece un pensamiento y luego pasa y llega otro sobre mis relaciones, cosas que no me gustan de mí mismo o algo que dije que pudo haber lastimado a alguien. Son reflexiones importantes, una claridad para crecer como ser humano. Así que me siento afortunado de poder hacer estos viajes con Charley. Nos conocemos muy bien, tenemos un vínculo que creció con todos estos desafíos que atravesamos juntos. Cuando tenemos frío, estamos perdidos, asustados o entusiasmados, todo lo pasamos juntos", se entusiasma McGregor tal vez pensando que la trilogía viajera podría convertirse en tetralogía. Un intervalo soñado entre una película y otra, pero nunca un escape, aclara firme.
"Soy actor, amo lo que hago. No siento que sea algo de lo que me quiera escapar. Soy una persona feliz y sin embargo adoro la aventura que supone hacer este tipo de recorridos.Me gusta tener que enfrentar problemas y resolverlos en el momento junto a mi mejor amigo. Disfruto de no saber lo que sucederá más adelante, a quién conoceremos después, me parece emocionante", dice el actor ante la curiosidad que despierta su afán de aventuras y lo diferente que parece ser de su vida en la industria del cine. Una distancia que aunque aparenta ser tan grande como la que separa a Ushuaia de Los Ángeles y a las rutas desiertas del fin del mundo de un set de filmación, para él son parte del mismo viaje.
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