ER Emergencias: el factor Steven Spielberg, la obsesión de un actor que venía de varios fracasos y el “desastroso” piloto que sorprendió a todos
A lo largo de quince temporadas, se convirtió en un clásico televisivo que tuvo altos y bajos y dejó un verdadero semillero de estrellas, como George Clooney, Noah Wyle y Julianna Margulies
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En septiembre de 1994, las pantallas televisivas de los Estados Unidos recibieron una serie que giraba alrededor de un grupo de doctores y doctoras en su rutina dentro de una sala de urgencias. Pero ningún productor confiaba demasiado en el potencial de esa premisa, que parecía ser solo el capricho de un reconocido director obsesionado con un viejo guion de los años setenta. Sin embargo, esa ficción no solo fue un éxito, sino que se mantuvo al aire por quince temporadas en las que hubo no pocas polémicas y algún que otro salto de fe.
Con la firma de Steven Spielberg
A comienzos de los años setenta, Michael Crichton había publicado -sin demasiado éxito- algunos libros bajo el seudónimo de John Lange. La escritura y los pagos que recibía por esos trabajos le permitían solventar sus estudios en Medicina en la universidad de Harvard, en donde se graduó con honores. Pero había algo en la literatura que lo entusiasmaba, y la posibilidad de jugar con mundos de ficción le resultaba mucho más atractivo que las salas de emergencia que ya había comenzado a transitar como residente. Por eso, con la intención de fusionar ambos mundos, Crichton escribió en 1974 el guion de una película cuya trama transcurría, a lo largo de 24 horas, en una guardia. Como era de esperar, nadie se interesó por esa idea, principalmente porque Crichton era un desconocido en la industria. Faltarían casi veinte años, para que un popular director cinematográfico decidiera desempolvar ese proyecto.
Con el paso de las décadas, Crichton finalmente se convirtió en un escritor dueño de varios best sellers, entre los que se destacó uno llamado Jurassic Park. Ese libro llamó rápidamente la atención de Steven Spielberg, que decidió adaptarlo a la pantalla grande, con un éxito contundente. A partir de ahí, Spielberg y Crichton se volvieron estrechos colaboradores, y el realizador quería hacer otra película basada en alguna adaptación de su obra literaria. El escritor le propuso entonces hacer una película con un viejo escrito suyo, llamado ER Emergencias. Sin embargo, ambos coincidieron en que producir un film basado en esa idea podía ser un riesgo, y decidieron utilizar el guion para presentarlo como un piloto televisivo.
Con los nombres de Crichton y Spielberg como principales garantes, la NBC le dio el visto bueno a un piloto de dos horas y le otorgó luz verde a seis episodios del drama médico. “Estábamos intrigados, pero también un poco asustados de meternos en ese mundo”, reconocía en ese momento Warren Littlefield, uno de los directivos de la cadena televisiva. En los pasillos del canal, nadie le tenía fe a esa ficción, que debía hacer de la medicina su principal atractivo. Pero la veracidad de los casos presentados y, especialmente, su carismático elenco, cambiaron los pronósticos sobre el que muchos consideraban un título destinado al fracaso.
Las certezas de George Clooney
Un proyecto televisivo de la escala de ER Emergencias no se podía permitir ninguna estrella. Los grandes nombres de la televisión pretendían salarios que esta ficción no podía pagar, por lo que los productores comenzaron a buscar actores casi desconocidos que pudieran imprimirle verdad a esa sala de emergencias. El mayor interés recaía en Doug Ross, un complejo rol que exigía a un actor capaz de desplegar drama, pero también de establecer complicidad con el televidente.
George Clooney tenía poco más de treinta años, cuando se enteró del proyecto ER Emergencias. Casi como si fuera una casualidad, en 1984 él ya había actuado en una comedia televisiva fallida, que había durado solo una temporada y que también se llamaba ER. Ávido de encontrar una oportunidad de demostrar su talento, Clooney le insistió incansablemente al productor John Wells de tomarle una prueba. “Él me rogó por ese papel. El segundo día de producción, George se apareció en nuestra oficina y nos aseguró que no pensaba irse, hasta que le hiciéramos una prueba de casting. Una vez que le echó mano al proyecto no lo soltó, era como pedirle a un perro que largara un hueso”, recordó Wells. Clooney terminó por convencer a los productores, y el rol de Doug Ross quedó en sus manos.
Otra actriz muy poco conocida, llamada Julianna Margulies, convenció a todos en su casting y le ofrecieron componer a la enfermera Carol Hathaway, un personaje que originalmente se iba a suicidar en el primer episodio. Margulies sentía que ese rol no tenía futuro dentro de la serie, y por eso se encontraba muy cerca de firmar contrato para una sitcom en otro canal. Pero un consejo lo cambió todo. “De la nada, George me llamó un día”, confesó la actriz en una entrevista. “Se jugó el todo por el todo, y me aseguró que a los productores les interesaba desarrollar mi personaje. Entonces me dijo que yo no debía irme a otra serie, porque estaba convencido de que iba a tener una gran oportunidad en la piel de esa enfermera”. Poquísimo tiempo después, Margulies recibió el llamado que confirmaba el pálpito de Clooney, y en infinidad de oportunidades la actriz contó que, gracias a ese consejo, su colega salvó su carrera.
Entre el resto de los personajes fundacionales también se encontraron el doctor Mark Greene (Anthony Edwards), la doctora Susan Lewis (Sherry Stringfield) y el joven médico John Carter (Noah Wyle), un rol que tendría una enorme relevancia. Pero al margen del talento de sus intérpretes, la otra gran pata en la que se apoyaba la historia, tenía que ver con los casos médicos que presentaba cada episodio. “Puede que torciéramos un poco las reglas, pero jamás las rompíamos. Quizá una intervención que podía tomar diez minutos la condensábamos en treinta segundos, porque sabíamos que ser leales a la realidad era importante por razones que iban mucho más allá de la narrativa dramática”, asumió en una oportunidad el guionista Joe Sachs. De manera frecuente, el equipo de guionistas visitaba los hospitales de Los Angeles con el fin de obtener historias y conocer casos médicos que pudieran volcar a la ficción. Y durante todos los años en los que ER Emergencias estuvo al aire, ese fue uno de sus puntos más fuertes.
Un estreno desconfiado
Cuenta la leyenda que en la NBC consideraban que el piloto de ER Emergencias era un desastre. A ninguno de los responsables de la cadena les gustaba ni el tono, ni la interpretación de los actores; consideraban que el tema era demasiado oscuro, y que el público no iba a interesarse en un drama médico. Pero el periodismo especializado y el público no podía estar más en desacuerdo. Los televidentes se engancharon inmediatamente con la propuesta, y las críticas fueron mayormente elogiosas.
Durante los muchos años que estuvo al aire, los récords de ER Emergencias fueron innumerables. Entre ellos se destaca el ser por ocho años consecutivos el “drama favorito del público” en los People´s Choice Awards, convertirse en la serie con mayor cantidad de nominaciones a los premios Emmy (en total fueron 375) y, hasta la aparición de Grey’s Anatomy, ser el drama médico televisivo de mayor longevidad.
A lo largo de sus quince temporadas, la serie tuvo grandes momentos y otros no tanto. Si bien llegó a ser el drama televisivo más costoso en términos de producción (cada episodio requería una inversión de trece millones de dólares), los casi 48 millones de espectadores en Estados Unidos justificaban ese número. Como es habitual en las ficciones tan extensas, el elenco comenzó a rotar a lo largo los años y Clooney fue de los primeros en irse (tentado por el mundo del cine, en una carrera cinematográfica que lo llevaría a ser una de las mayores estrellas de Hollywood). De ese modo, el protagonismo cayó luego en John Carter, o en nuevos personajes como el popular Luka Kovac (Goran Visnjic), Abby (Maura Tierney) o Samantha (Linda Cardellini), entre muchísimos otros médicos.
En la temporada número trece, la ficción estuvo muy cerca de ser cancelada, pero la llegada de John Stamos en la piel del doctor Tony Gates pudo revertir esa situación. “Clooney fue el que me recomendó trabajar en ER”, confesó Stamos sobre un trabajo que, según él contó, fue uno de los favoritos que hizo en televisión.
Finalmente, en abril de 2009, ER Emergencias llegó a su fin. La serie había conquistado al mundo y sus fans se contaban de a millones. Muchos de los actores y actrices que pasaron por ese hospital tuvieron grandes destinos en la pantalla grande y chica, y el género médico obtuvo un inesperado impulso que pronto se tradujo a innumerables ficciones hospitalarias (de Chicago Hope a Dr. House, pasando por Scrubs o New Amsterdam). Y ninguna de ellas hubiera existido sin la influencia directa de ER Emergencias, e indirectamente, sin el apoyo de Spielberg a un guion que tardó veinte años en ver la luz.
ER Emergencias se encuentra completa en HBO Max
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