En su transformación en serie mexicana, Las viudas de los jueves gana en detalle pero pierde en profundidad
La de Humberto Hinojosa, creador de Luis Miguel: la serie, es una adaptación muy fiel a la novela de Claudia Piñeiro en lo que respecta a los conflictos de los personajes, pero el filoso análisis social se ve reducido a su mínima expresión
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Las viudas de los jueves (México/2023). Dirección: Humberto Hinojosa. Guion: Jorge Abril, basado en la novela de Claudia Piñeiro. Música: Joe Rodriguez, Javier Nuño. Elenco: Sofía Sisniega, Irene Azuela, Omar Chaparro, Mayra Hermosillo, Cassandra Ciangherotti, Zuria Vega, Juan Pablo Medina, Alfonso Bassave, Pablo Cruz, Gerardo Trejoluna, Sasha González. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
La pobreza, la marginación, la crisis de un país que se derrumba sobre sí mismo, y en el medio el paraíso. Un edén rodeado por cercas, rejas, guardias armados y alambre de púas, una prisión de lujo para un grupo de familias que solo sufren cuando toman contacto con el afuera. En sus jardines y casas modélicas reina la más ilusoria de las fantasías.
En 2005, la escritora argentina Claudia Piñeiro publicó Las viudas de los jueves, novela que describe este mundo obsceno y discordante, a partir de la muerte de tres hombres, víctimas de un aparente suicidio. No se trataba de un policial, más allá del hecho -cuya responsabilidad se presenta desde el inicio-, la búsqueda de la autora fue analizar cómo repercutía en esa “sociedad perfecta”, discriminadora, dominada por la apariencia del querer (y el deber) ser.
De aquel texto nace esta serie mexicana de seis episodios que acaba de lanzar Netflix. Protagonizada por elenco local, y reduciendo a la mínima expresión el contexto sociopolítico del original, Las viudas de los jueves se presenta como la adaptación definitiva del libro, incluso por encima de la película argentina homónima de 2009 protagonizada por Pablo Echarri, Ana Celentano y Leo Sbaraglia, y que también se encuentra disponible en la plataforma.
La nueva producción, dirigida por Humberto Hinojosa (Luis Miguel: La serie), elige apoyarse fielmente en la narración de origen, rescatando situaciones que habían sido obviadas en el film. De esta manera vuelven temas como el de hija adoptada de Ernesto (Gerardo Trejoluna) y Mariana (Zuri Vega), de nombre Ramona, y cuya madre por cuestiones de apariencia decide llamarla en público “Romina”. También el registro audiovisual de la muerte de los tres amigos, que en pos de dos décadas de avances tecnológicos cambia de videocámara a smartphone. Lo mismo pasa con el clasismo en el trato con los empleados de cada familia, otro tópico muy presente en el libro.
Este y otros temas hacen que, a grandes rasgos, cada episodio se ajuste bastante bien a lo propuesto en la materia prima que le da origen. Sin embargo, la falta de personalidad en el conjunto se convierte en un contrapeso difícil de sortear.
Si el Tano Scaglia de Pablo Echarri era un arribista y cínico prototípico, su par azteca a cargo de Omar Chaparro se debate entre la imagen todopoderosa que proyecta con una angustia que lo lleva a planear su suicidio, y el de sus pares. Mientras que su esposa Teresa (Irene Azuela) navega en su superficialidad sin demasiados matices, algo que no sucede con su predecesora en el rol, Ana Celentano. La regla se da también a la inversa: la actual Carla, a cargo de Sofía Sisniega, tiene un peso específico muy superior a la de una muy joven Juana Viale, quien en 2009 daba su tercer paso en la pantalla grande. Cabe una mención especial para la Mavi de Cassandra Ciangherotti, el mejor trabajo de todo el elenco, en su rol de hilo conductor de la historia.
El entramado de secretos que esconde cada familia en Las viudas de los jueves va y viene en el tiempo, y salta capítulo a capítulo, de protagonista a protagonista. La idea de imperfección, chocante con las apariencias, funciona aun cuando el recurso se vuelve repetitivo. Y ahí está el punto más flojo de la propuesta, una necesidad de reafirmar una y otra vez la problemática del grupo, sin permitirle a la narración el crescendo necesario para que se sostenga en el tiempo. Así, cada episodio podría verse por separado, y tendría la fuerza de su historia individual más allá del conjunto. De hecho, las entregas cuarta y quinta son las que están resueltas de la mejor manera, marcando los puntos más altos de la producción.
No es necesario ver la película de 2009 para disfrutar la historia de Las viudas de los jueves, quizás tampoco leer el libro. Pero no es un mal ejercicio si se quiere tener una mirada menos tópica de lo allí contado. La serie de Netflix cumple con el factor de entretenimiento y el rigor de aggiornar y tener en cuenta todas aquellas claves que llevan el relato a buen término. Queda en el aire ese plus, que entronca al material original con nuestro pasado reciente.
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