En la serie Bull, vale casi todo para defender al acusado, menos la verdad
Esta noche, A&E estrena esta nueva ficción, dedicada a un especialista en la manipulación de jurados en juicios, cuya brújula moral es puesta a prueba en cada caso que trabaja
Esta noche, a las 22, A&E estrenará su gran apuesta del año: Bull. Protagonizada por Michael Weatherly (NCIS), la historia gira alrededor del inquietante doctor Jason Bull. Con una segunda temporada ya confirmada, "The Necklace" es el primero de los 21 episodios programados para 2017, que cuentan con la producción ejecutiva de Steven Spielberg y el famoso Dr. Phil (el especialista en salud con cuyos comienzos la ficción tiene algunos puntos de contacto). Psicólogo cruzado por algoritmos y tecnología, Bull trabaja a la par (y un poco en contra) de los abogados que argumentan frente a jueces y jurados.
Su tarea es, también, defender a sus clientes, aunque la lleva a cabo de una manera muy particular. Examina gestos, conductas y guiños para no solo adivinar reacciones, sino también modificarlas. Con algún vínculo con Lie to Me, la serie toma elementos de las ya clásicas ficciones judiciales, poniendo el foco en los momentos en los que hay un público por convencer.
En definitiva, su rol es el de intentar cambiar el curso de los pensamientos del jurado. Por eso, desde el primer episodio vemos a ese equipo que trabaja ni más ni menos que en el One World Trade Center, creando un jurado paralelo e idéntico al que decidirá la suerte de su cliente. Luego, sobre este jurado clonado, aplicará sus técnicas de análisis. El caso no es sencillo: una mujer joven aparece muerta en la playa y a Bull le toca defender al único acusado, un chico de pelo impecable y pocas palabras, cuyo adinerado padre haría cualquier cosa por evitarle la cárcel y la humillación pública (incluso sin preguntarse si es culpable o no).
La labor de este grupo de especialistas abre un sinfín de interrogantes. Porque el fuerte de Bull es, por más brutal que suene, manipular las reacciones de un jurado que debería ser imparcial, para lograr el veredicto deseado. Entonces, ¿cómo no preocuparse por el delito cometido más allá del acusado? ¿Vale todo a la hora de defender a un cliente? ¿Qué pasa si se da cuenta que su cliente es culpable?
Como te ven, te tratan
En buena medida, la tarea de Bull es la de comunicar. Y por ello, su equipo no está solamente formado por expertos en derecho, informática o servicios de inteligencia, sino que también cuenta con, por ejemplo, un estilista. Al momento de declarar y convencer, el argumento va acompañado de un tono, un aspecto y un modo que son tarea de este equipo asesor.
Bull, mediante su escaneo permanente del jurado, va a intentar apuntar a aquellos integrantes que puedan inclinar la balanza en su favor, y entonces, todo se tratará de cómo hablarle a esos sujetos más allá de las palabras.
Y justamente es ese equipo (entre quienes está el hermano de la ex mujer de Bull) el que da las primeras pistas para adivinar quién es el hombre detrás de los anteojos de marco negro y las frases convincentes. Jason Bull es, además de un profesional exitosísimo, un sujeto particular, lleno de problemas. Su matrimonio turbulento y un hijo de 12 años con el que no tiene un vínculo ideal, dejan claro que en ese terreno no puede aplicar las habilidades que despliega en su tecnológica oficina.
“Creo que Bull es un tipo solitario, un adicto al trabajo y está luchando con una manera de encontrar una conexión humana, mientras se rodea de todas las pruebas de que los seres humanos no son nada fáciles”, describe Michael Weatherly sobre el personaje que interpreta.
¿Ciencias blandas?
Si la diferencia entre las (coloquialmente) llamadas ciencias duras y ciencias blandas, siempre estuvo en la posibilidad de las primeras de poder ofrecer exactitud, la era de los algoritmos parece haberle dado al segundo grupo los elementos necesarios para llenar de grises tal división. Big data, información en tiempo real y la medición de cada movimiento de la cara, sudor en las manos y ritmo cardíaco: ése es el material de análisis para lograr predecir, minuto a minuto, las reacciones del ser humano.
Ver más allá de lo evidente, estar una reacción adelante y modificar la cadena de pensamientos de cada involucrado. Entre fascinante y aterrador, el oficio del protagonista no puede dejar de lado la cuestión moral, que se presenta permanentemente a medida que avanza. Y si bien es cierto que tiene muchos elementos sólidos frente a los múltiples monitores que decoran su oficina, lo que de verdad importa es el análisis de los mismos. Así, Bull dice a los gritos, pero sin palabras, que no hay mejor defensa que un experto en conducta humana.
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