En la futurista Altered Carbon, la muerte no es obstáculo y el alma es un disco duro
Un par de reglas básicas para el futuro: tú no eres tu cuerpo. Tú eres tu stack, una ficha, el "disco duro" donde está toda toda tu memoria, tu consciencia, tu esencia como ser humano y que se puede trasladar fácilmente a otro cuerpo. Si se destruye el stack, es el fin. No hay vuelta atrás de la muerte real. Pero el cuerpo es solo un traje, una armadura temporal. Cambias de cuerpo como una serpiente muda de piel. Eso sí, la calidad del "traje" dependerá de tu cuenta corriente y estatus social. Porque, en el futuro, como en el presente y en el pasado, el dinero y el poder lo siguen siendo todo. En eso, nada ha cambiado. El resto es una incógnita en Altered Carbon, la sombría nueva serie futurista de Netflix que se estrena hoy.
En cierto modo, los dilemas, lo que mueve a los personajes de Altered Carbon, basada en la novela homónima de ciberpunk de Richard K. Morgan, es tan viejo como el mundo: poder, pasión, dinero, amor, muerte. Quien tiene poder y dinero, sin embargo, puede sortear ahora la muerte en este mundo siniestro tan a lo Blade Runner. Aunque no siempre. Como el multimillonario y todopoderoso Laurens Bancroft (James Purefoy), que hace revivir a un antiguo soldado rebelde abatido 250 años atrás para que investigue un asesinato muy particular: el suyo propio. Porque quien lo quiso matar —y lo consiguió, solo que fue revivido en un clon, privilegio al alcance solo de los más ricos— puede volver a hacerlo. Pudo haberlo asesinado un enemigo desconocido… o alguien de su entorno. ¿O fue un suicidio? Bancroft ha perdido la memoria inmediata anterior a su muerte.
Quien deberá averiguarlo, bajo amenaza de volver al limbo de quienes no tienen cuerpo donde recuperar su conciencia, es Takeshi Kovacs, interpretado por Joel Kinnaman . Él es el único superviviente de un grupo de guerreros de élite interestelares que fracasaron en su levantamiento contra el nuevo orden mundial y la capacidad de unos cuantos privilegiados para vivir eternamente a través de nuevos cuerpos. Todo un debate ético sobre lo que significa el ser humano y los límites de la ciencia, así como la eterna brecha entre ricos y pobres, que planea desde el primer minuto de Altered Carbon.
"Este proyecto te obliga a tener discusiones existenciales y eso fue una de las cosas que me llevaron a hacer esta serie", explica Kinnaman en una conversación con EL PAÍS en París. Si bien reconoce que era reticente a volver a meterse tan pronto en otra serie, tras su paso por The Killing y House of Cards, acabó pasando de ser "superescéptico a superentusiasta en cinco minutos", en cuanto discutió la trama en profundidad con su impulsora, la guionista y productora Laeta Kalogridis.
Algo similar les pasó a Renee Elise Goldsberry, quien interpreta a Quell, la líder del grupo rebelde al que perteneció Kovacs, y al veterano Purefoy, que llegó a obligar a los guionistas a explicar en un capítulo por qué alguien tan poderoso como su personaje elegiría reencarnarse una y otra vez en el cuerpo de un hombre que ha pasado la cincuentena y no en alguien más joven.
Porque otra de las cuestiones que plantea esta ficción es la de la identidad, explica Purefoy. "Las identidades están ligadas al cuerpo en que vivimos pero… ¿y si no fuera así? ¿Y si elegir un cuerpo fuera algo totalmente voluntario?", plantea el actor británico mientras Goldsberry asiente enérgicamente. "Me encanta el hecho de que esta serie sea algo más que mero entretenimiento", sonríe la actriz. Altered Carbon "alimenta conversaciones profundas y eso es algo que no sucede siempre", concluye.
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