Emma Thompson enfrenta la crisis de la mediana edad y emprende un nuevo rol
Si hay alguien que nunca duda en expresar de manera firme y convincente sus opiniones es Emma Thompson . Desde los inicios de su carrera, cada uno de sus personajes ha encarnado la elección de un modo de vida o afirmado una convicción sobre el mundo de manera sincera y elocuente. Aún cuando esas decisiones implicaban, para la misma Emma Thompson, vestirse con atuendos incómodos y desafiantes para su propio pensamiento. Sin embargo, nunca dio vida a un personaje con la inquietud que despierta la candidata Vivienne Rook en la nueva serie de HBO , Years and Years. Portadora de un discurso feroz y disruptivo en una Gran Bretaña del futuro que enfrenta la misma crisis sociopolítica y ambiental que sacude al mundo, Rook es emergente de esa desintegración, carismática y peligrosa, adalid de una incorrección que combina ideas totalitarias con modos posmodernos. A ese personaje de frontera, Thompson le presta su fascinante presencia, dando cuerpo a las más candentes discusiones contemporáneas en primera persona.
Hace menos de un mes se publicaba en The New York Times una entrevista a la actriz en la que surgía la palabra crisis como hilo conductor. Crisis de la mediana edad, crisis a modo de balance de una vida, crisis como estadio de reflexión sobre los personajes encarnados hasta el momento y lo que han expresado de su intérprete. Que luego de esa curva que implicó cumplir sesenta años llegaran proyectos como Years and Years o la reciente Late Night junto a Mindy Kaling no es casual. Tanto la serie creada por Russell T. Davies (Doctor Who, A Very English Scandal) como en la comedia dirigida por Nisha Ganatra (sin fecha de estreno en Argentina por el momento) expresan una fuerte conexión con el presente político, ya sea desde la oscura premonición de la distopía como desde el irreverente tono de la sátira. En ambas ficciones Thompson asume una voz en estos tiempos difíciles, ya sea para expresar una irónica alerta como para intentar descifrar un estado de cosas alarmante.
Years and Years cuenta la historia de una familia inglesa, los Lyon, cuya vida se ve atravesada por el mundo que se agita a su alrededor. Ese mundo, proyectado apenas unos años hacia el futuro, no es exactamente el nuestro pero se parece bastante. La tecnología avanza a pasos agigantados, con comunicaciones inteligentes y nuevas formas de socialización, y con ella se agudizan brechas y desigualdades. Las crisis se multiplican, financieras y habitacionales, lo que radicaliza los discursos políticos y establece un terreno fértil para la mentira y el oportunismo. En ese escenario convulso, Vivienne Rook asoma como una figura ajena a la norma, y sus provocadoras apariciones en los medios sacuden el cinismo y la apatía que parece dominar a la política de la próxima década. No solo altera la formalidad de los discursos tradicionales, sino que se aventura con propuestas como el voto calificado o el regreso al nacionalismo, todo bajo la apariencia del humor y el desacato. Vivienne Rook resulta una intensa creación de Russell T. Davies, quien combina rasgos de los protagonistas de la política contemporánea con maquinaciones apropiadas de la literatura fantástica.
"Conocí a Russell en Londres y me pareció un escritor brillante –reveló Thompson en una entrevista para la BBC-, al estilo de George Orwell. Es extraordinario cómo imagina el futuro y nuestra relación con él, con tantos matices como la mejor literatura de ciencia ficción. Es escalofriante descubrir cómo la visión de Vivienne se revela de manera inexorable en una realidad. Y cómo varios de los integrantes de la familia Lyon creen que ella es fantástica. Piensan que hay algo de decencia y humanidad cuando solo queda voluntad de poder sin ninguna fibra moral. Es aterrador".
Para Thompson, la clave en la construcción del personaje está en el humor, en hacerla graciosa, encantadora y lo más autocrítica posible como para entender por qué la gente la vota. Esa retórica que estimula sentimientos latentes en la audiencia es la que Davies y Thompson trabajan con brillante astucia, usando la ironía como arma para despertar en el espectador una mirada atenta sobre lo que sucede sin darle más que algunas pistas.
El personaje de Years and Years se combina con otras apariciones recientes de la actriz, delante y detrás de cámara. Hace unos días se estrenó la nueva versión de Hombres de negro en la que se la puede ver como la Agente O, especie de maestra de ceremonias de la seguridad en ese universo plagado de aliens y peleas de cómic. Su deslumbrante cabellera blanca y el perfecto acento británico dotan a su personaje de una elegancia intergaláctica, de un atractivo que la eleva por sobre la mera aparición estelar en el mainstream contemporáneo para anunciarla como un destello en ese mundo siempre tan uniforme. Y su vínculo con la comedia se fortalece, no solo en el trabajo conjunto con Mindy Kaling en Late Night, sino en la escritura del guion de Last Christmas, la nueva película de Paul Feig (en la que también es protagonista junto a Emilia Clarke). Esta idea de reinventarse a partir de los 60, estrategia que comparten varias estrellas no solo por decisión sino por necesidad, se convierte, en el caso de Thompson, en una abierta declaración de principios.
"Hay muchos roles que nos son impuestos por la sociedad a lo largo de los años. Y un día, una se pregunta: ‘¿Soy alguna de esas cosas?’. Y si no soy ninguna de ellas, ¿entonces quién soy?". Las reflexiones de Thompson en la entrevista con The New York Times reflejan esa serie de dudas contemporáneas que, en el caso de las actrices, atraviesan su presente profesional. No es solo pensar si son parte de esos roles que interpretaron en la vida –hija, esposa, madre- sino si, como profesionales, como artistas, pueden volver a pensarse desde otra óptica. "La pregunta eterna que nunca pensé que me iba a hacer es ‘¿quién soy?’. Siempre creí estar tan segura. Y ahora resulta que no tengo ni idea".
El presente de Thompson también se completa con varias apariciones públicas que causaron sensación. A fines del año pasado, cuando recibió la distinción como Dama de la mano del príncipe William, apareció en el Palacio de Buckingham con zapatillas blancas, de falso cuero, diseñadas por Stella McCartney. Más allá del atentado a los estrictos códigos de etiqueta del Palacio Real, la intención de Thompson era lograr que los títulos trasmitieran la verdadera causa de su atuendo: la protesta por el permanente atentado al medio ambiente y la vida animal que ejercen las corporaciones económicas. Al mismo tiempo, la figura de la diseñadora le sirvió para abogar por los derechos de igualdad laboral para las mujeres en los tiempos que corren. Ese gesto se completó más tarde con una encendida carta en la que hacía pública su renuncia a un proyecto con Skydance Animation, luego de que la compañía designara a John Lasseter como ejecutivo pese a las denuncias de maltrato y abuso que lo habían apartado de Pixar. También hace unos meses apareció en una manifestación pública, junto a la organización Extinction Rebellion, a bordo de un barco pintado de rosa y situado en pleno tráfico londinense, como forma de protesta por la amenaza global y futura que implican los cambios climáticos.
Desde sus primeras interpretaciones guiadas por el aura shakesperiana (Enrique V, Mucho ruido y pocas nueces) hasta sus celebradas colaboraciones con James Ivory (La mansión Howard, Lo que queda del día), Thompson nutrió a esos moldes de actuación para película histórica o literaria de un distintivo toque personal. Y ese gesto se hizo aún más evidente en Sensatez y sentimientos, donde no solo dio vida y pasión a la Elinor Dashwood de Jane Austen, sino que también fue responsable como guionista de la moderna adaptación de la novela para la cámara de Ang Lee.
Mucho tiempo parece haber pasado desde aquellos tempranos años 90, muchos personajes con mirada política propia como la Hillary Clinton de Colores primarios, o ávidos de ingenio como la creadora de Mary Poppins en El sueño de Walt; muchos que encarnaron voluntad y decisión, y un discurso sin pelos en la lengua.
Es ese perfil incómodo el que la desplaza de la categoría de "dama inglesa" en la que suelen encajar todas las actrices británicas de más de 60 años. Su franqueza y desparpajo a menudo la hacen blanco de las críticas de la prensa por su ubicua mirada sobre el país en este peculiar presente. De hecho, hace un tiempo los medios sensacionalistas la atacaron por calificar a Inglaterra, en los días previos a la votación por el Brexit, como "una isla vieja y gris, inflada como un pastel y llena de miserias", y se regodearon cuando un granjero furioso estuvo a punto de tirarla al barro durante un protesta ambientalista.
Pero a Thompson no parece importarle. Y la decisión de encarnar a un personaje como el de Years and Years es la definitiva confirmación de que no es mujer de concesiones. La incisiva mirada del creador y guionista Russell T. Davies parece la más adecuada para encarnar el humor de estos tiempos y la alarma que se desprende de ellos. Y Thompson resulta la única capaz de darle verdadera presencia en la pantalla, esa que nos alerta y nos pone la piel de gallina al imaginar lo que puede traernos ese futuro tan cercano.
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