LONDRES.- La primera impresión obliga a hacer algunos ajustes mentales. A evaluar y reevaluar la distancia entre persona y personaje. En principio desconcierta que Emilia Clarke no sea más alta, que no tenga esos centímetros más que en la pantalla aparenta medir Daenerys Targaryen, también conocida como Khaleesi del Gran Mar de Hierba, La Que No Arde, Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones. También falta su larga cabellera platinada adornada con las elaboradas trenzas de los dothraki, símbolos de cada uno de los triunfos de uno de los personajes más emblemáticos de Game of Thrones ,la serie de HBO que esta noche, a las 22, empieza su despedida definitiva de la pantalla. Un fenómeno que a través de la fantasía creada por George R.R. Martin construyó un universo tan fascinante y envolvente que sorprende un poco encontrarla con una sonrisa de oreja a oreja. Otro obligado ajuste mental frente a la imagen que su personaje, siempre adusto y muchas veces de ceño fruncido, imprimió en los espectadores en las siete temporadas de la serie y que probablemente siga igual de circunspecto en esta octava.
Aunque de eso –de los seis episodios finales de Game of Thrones – Clarke no dirá nada, más que acostumbrada a mantener el secreto tras una década dedicada al programa. "A decir verdad, los últimos días de grabación fueron increíblemente emotivos y dramáticos, un desastre para mi cabeza. Hice este trabajo durante diez años de mi vida. Es la relación más larga que he tenido. Mi relación con Daenerys Targaryen es la más larga de mi vida", dice Clarke y se ríe, algo que hará bastante seguido durante la entrevista. Es que otra de las diferencias entre persona y personaje es que la actriz no se toma demasiado en serio. Al contrario: ante la duda, siempre está lista para ponerse un poco en ridículo, dispuesta a ser el remate de la anécdota. "Cuando nos mandaron los guiones de esta octava temporada, como estaba filmando Han Solo: Una historia de Star Wars me preocupaba no tener un día de descanso entre el final del rodaje y la lectura de estos nuevos capítulos porque sabía que lo iba a necesitar. Finalmente me despejé todo un día, me senté con mi taza de té y empecé a leerlos. Cuando terminé, me levanté, agarré mis llaves y salí de mi casa. Volví tres horas después. Me tomó todo ese tiempo digerir lo que pasaba. Tuve que dar vueltas por Londres para calmarme. Es una gran temporada", cuenta la actriz apretando un poco los labios, como si se tuviera que contener para no revelar lo que todo el mundo quiere saber. El final es algo que le contó solo a su mamá, aunque ella ya no lo recuerde y mucho menos haya podido hacer la conexión entre los extraños comentarios de su hija y lo que ocurrirá en la trama que protagoniza.
"Cada vez que veía a mi familia o algún amigo les hacía preguntas sobre alguno de los personajes. Eran cosas sueltas y todos se preguntaban por qué les hacia esas preguntas tan descolgadas. Eso fue en 2017. O sea que el elenco de Game of Thrones carga con este secreto hace demasiado tiempo: no vemos la hora de que se estrenen los episodios. Se van a volver locos. No puedo esperar a que se enteren. Mis amigos y mi familia finalmente entenderán el porqué de mis extraños comentarios y preguntas", Clarke se los imagina diciendo y se ríe de nuevo.
La reina que quería vivir
A pesar de que protagoniza una de las series más exitosas y populares de la última década, de que su cara aparece en gigantografías en las calles de todo el mundo, Clarke (Londres, 1986) prefiere pensar que la famosa es Daenerys y ella, "una persona muy común. De verdad, mi vida es totalmente normal. Alguna que otra vez alguien me reconoce, aunque es difícil que lo hagan sin la peluca y los dragones. En general, creo firmemente que podés ser conocida y al mismo tiempo no llamar demasiada atención. Vivo bajo esa regla. Cuando hablo de tener un perfil bajo me refiero a que no me van a ver caminando por la calle rodeada de seis guardaespaldas. De hecho, mi modelo es Emma Thompson, con la que trabajé en mi última película, la comedia Last Christmas. Ella es asombrosa, el ser humano más increíble del planeta. Y me siento increíblemente afortunada de tenerla como mentora. Hay que tomar el ejemplo de las mujeres que han pasado por esto antes y te pueden ayudar", se entusiasma Clarke, que supo lidiar con su fama con una facilidad sorprendente. Aun en los peores momentos de su vida. Como reveló hace pocas semanas en un ensayo que escribió en la revista The New Yorker, después de la primera temporada sufrió un aneurisma que casi la cuesta la vida. También mantuvo en secreto un segundo aneurisma y las múltiples operaciones a los que tuvo que someterse un tiempo después. Un verdadero logro en los tiempos de las redes sociales, teléfonos con cámaras y paparazzi siempre ávidos de conseguir la última primicia. Y todo sin contar con un ejército de Inmaculados para defenderla.
Dragones y el baile del pollito
Con el final del programa tan cerca, es inevitable mirar hacia atrás, cuando la serie aun no había cambiado el escenario de las ficciones televisivas y Clarke era apenas una actriz de 24 años recién salida del conservatorio en Londres, presentándose a un casting para un ciclo del que ni ella –ni nadie– tenían mucha idea de qué se trataba.
"La recuerdo como si fuera ayer. Porque involucró unos pasos de baile bastante tontos. Primero hice una audición en Londres y luego tres semanas después me pidieron que fuera a Los Ángeles a hacer una prueba de cámara frente a la gente de HBO. Para prepararme para ese momento decidí cuidarme, hacer una dieta sana y no consumir azúcar. El día de la audición, por alguna razón, decidí que ese día sí podía consumir todo el azúcar que quisiera. Así entré a la audición. Los creadores del programa, David (Benioff) y Dan (Weiss), que claramente querían que fuera la elegida, me advirtieron que los ejecutivos del canal podrían hacerme preguntas más allá de las escenas que tenía que representar. Estaba preparada. Así que entré a ese auditorio repleto de ejecutivos de HBO. Cuando terminé sin que me pidieran nada más, pregunté si había algo más que podía hacer. David y Dan, en broma, dijeron: «Bueno, podés bailar». Así que improvisé una mezcla del Baile del Pollito con el Robot. Fue una locura, pero funcionó", recuerda la actriz y larga la carcajada. Tal vez porque sabe que acaba de regalarnos una imagen difícil de borrar: la de la señora de los Siete Reinos haciendo el baile del pollito.
Más que dispuesta a rememorar el pasado, a contar lo que le dejan contar del presente y a adelantar lo que hará en el futuro, la expresiva sonrisa de Clarke se ensombrece un segundo cuando alguien le pregunta por aquellas escenas de desnudez que interpretó en la primera temporada. Dice estar cansada de contestar sobre ese tema, de que la desnudez aparezca siempre haciendo contrapeso ante el poder, la fortaleza y la autosuficiencia de Daenerys Targaryen. Ahora que el programa está terminando ¿será ésta la última vez que decida contestar la pregunta? Probablemente no. "Me molesta que me lo pregunten por buscar un título sensacionalista, un clic. Creo que las escenas de desnudez no contradicen la fortaleza del personaje. Gran parte de la historia de Daenerys es que solía ser una esclava. Fue comprada, abusada y creo que esa línea del relato de Game of Thrones es extremadamente importante que sea mostrada, especialmente para las mujeres. No salimos del vientre materno diciendo:«Todo es muy fácil, voy a tirar esta puerta abajo, voy a superar este techo». Muchas mujeres experimentan abusos, y el arco dramático que recorre el personaje lo representa", explica la intérprete, que enseguida se sacude la molestia para dar su privilegiado punto de vista sobre el personaje que fascina a tantos y su fin de su camino hacia el Trono de Hierro.
"Dany empezó necesitando que una guía, que la ayudaran a tomar decisiones. Con el paso de los episodios, de modo lento pero seguro, empezó a pensar por sí misma. Comenzó a ignorar ciertos consejos, a escucharse más, a recorrer su propio camino. Y un poco de "lo Targaryen" empezó a verse en las decisiones que tomó. Para mí, se trata de una reflexión sobre el poder, sobre cómo afecta a quienes lo tienen y cómo lograr superar la pelea entre tenerlo y encontrar algo más significativo, más importante y trascendente que gobernar por gobernar: cómo ayudar a los Siete Reinos y las personas que viven en ellos con el poder adquirido. Encontrar una razón para ejercer ese poder. Eso está en la esencia del personaje de Dany y de cada cosa sorprendente que hizo para llegar a este momento", concluye Clarke que, antes de despedirse, muestra orgullosa el souvenir más significativo que se lleva del programa: los tres pequeños dragones que tiene tatuados en la muñeca derecha. Un recordatorio permanente de que por más que la serie se termine y ella cuelgue la peluca platinada de Daenerys Targaryen, para muchos siempre seguirá siendo la valiente, intrépida y poderosa Madre de Dragones.
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