El último capítulo de Luis Miguel, la serie: los secretos del villano más odiado desesperan hasta el final
Si algo aprendimos en la primera temporada de Luis Miguel, la serie sobre el Luis Miguel de carne y hueso, el que figura en los créditos como productor ejecutivo de la ficción basada en su vida que es un fenómeno en el mundo de habla hispana y más allá también, es que siempre supo cómo reinventarse como producto de la cultura popular. En los tiempos del streaming, dejó de lado su don, esa voz maravillosa que lo convirtió en el Sol de México desde los 11 años hasta la actualidad, y agarró aquello que había guardado bajo siete llaves, su intimidad, para lanzarla al ciberespacio convertida en un culebrón cargado de condimentos de lo más truculentos: explotación infantil, adicciones, excesos, romances, estafas millonarias, corrupción, impunidad, y ese misterio que atraviesa la historia como conflicto central, que genera empatía y compasión hasta el paroxismo, la desaparición de la madre de la estrella.
[ATENCIÓN, HAY SPOILERS] A lo largo de 13 episodios se revelaron detalles de la vida del cantante, de su ascenso hasta convertirse en la megaestrella de la canción que es y de cómo se forjaron algunos de sus vínculos más importantes. Pero es la pregunta sobre el paradero de su mamá, Marcela Basteri, lo que se volvió tan desesperante para los espectadores como debe haber sido para el protagonista de esta historia. Y si el último capítulo, disponible desde anoche en Netflix, suponía la revelación de la verdad, avanza a lo largo de 50 minutos con sutileza para dejar abierta la puerta a una inminente segunda temporada.
Micky ( Diego Boneta ) viaja en el jet privado de su suegro, el multimillonario Jaime (Javier Gómez), a ver a Luis Rey (Oscar Jaenada) en su lecho de muerte. Los hechos coinciden a rajatabla con lo que ocurrió según el biógrafo del cantante, Javier León Herrera, autor del libro en el que se basaron los guionistas. En la ficción, el artista solo quiere ver a su padre antes de que muera para obligarlo a decirle qué pasó con su madre. En la realidad, solo Dios sabe qué sentimientos habrá albergado Luis Miguel por quien fue su papá, el creador de su carrera, su héroe y su gran decepción, y el supuesto responsable de la desaparición de Marcela Basteri (Anna Favella). Lo cierto es que si Luis Miguel quiso contar esta historia y puso su dinero para solventarla, quiso también mostrar al mundo la imagen de padre que tiene: un padre sin escrúpulos, perverso y manipulador incluso hasta el momento de pronunciar sus últimas palabras. "Tu ya sabes dónde está", es todo lo que recibe como respuesta el joven Sol. A continuación, Luis Rey muere, dejando al cantante -y al público- con la incógnita más desesperante abierta.
Sin embargo, el guion suma un elemento de tensión implacable para asegurarse una audiencia cautiva en la nueva temporada: el mánager del Sol, Hugo López (César Bordón), aparece con la investigación realizada por El Mossad. "Encontraron a tu mamá". Todo hace pensar que la carpeta que le entrega contiene los "detalles escabrosos" acerca de la desaparición de la mujer de los que ya ha hablado y publicado el biógrafo del cantante. A esta altura, el público ya entiende que la verdad nunca se hará explícita en esta ficción. Probablemente tampoco en boca del cantante.
Pero Luis Rey no se llevó el secreto a la tumba. En el útlimo episodio un personaje muestra su oscuridad, la que probablemente lo convierta en el nuevo villano: Tito (Martín Bello), el primo de Rey y su secuaz en todas sus canalladas. Si bien durante la primera temporada se lo presenta como un personaje secundario, cuya función es de apoyo al padre del Sol pero que parece sentir cariño por su joven sobrino, en el último capítulo revela tener la misma personalidad maquiavélica que su primo y mientras este agoniza, chantajea al mánager de Luis Miguel. Le pide dinero a cambio de no contar a la prensa la enfermedad que está terminando con la vida del creador del Sol, una enfermedad que según sus palabras, "tiene mala fama". Hasta ese momento lo que la ficción cuenta sobre la salud de Rey es que tiene una cirrosis galopante y neumonía. Pero un diálogo entre Hugo López y su asistente deja una pista: "Tito tiene una bomba sobre la enfermedad de Luis Rey". Todo indica que además había contraído HIV. Luisito Rey murió en diciembre de 1992, tiempo en el que el sida avanzaba como epidemia oculta en el tabú de las enfermedades de transmisión sexual, cuando se discriminaba a quienes la padecían y se retaceaba la información sobre el virus. La actitud de Tito y lo que se sabe en la actualidad de él -que dio entrevistas a cambio de dinero contando detalles de la intimidad del Sol-, hacen pensar que será este personaje el encargado de ponerle palos en la rueda a Luis Miguel en una nueva temporada.
Mientras el suspenso acerca de estas dos situaciones límite que enfrenta Luis Miguel -la muerte de su padre y la verdad sobre el paradero de su madre- se maneja con excelencia a lo largo del último episodio entre flash backs y flash forwards, el resto de los interrogantes planteados en la serie se resuelven con desgano: el conflicto detrás de la paternidad del cantante es usado solamente como un motivo de crisis entre él y su nueva novia, Erica (Camila Sodi), un elemento dramático al servicio de la línea argumental romántica. ¿Por qué no reconoció a su hija en tres años? ¿Quién es la madre? ¿Qué siente por ella y por la niña? Nada de esto aparece y vuelve esa línea absolutamente insustancial y prescindible. Por otro lado, los episodios dedicados a relatar la cocina de Romance, el disco de boleros producido por Armando Manzanero que relanzó la carrera de Luis Miguel en los 90, se desinflan con un final que solo enuncia el suceso y lo deja decantar como tema completamente secundario.
Por último, se avizora el nuevo golpe que devastará al ya solitario artista: la enfermedad terminal de Hugo López, el argentino que lo ayudó a soltar la mano de su padre y hacerse un camino a solas. La segunda temporada, de hacerse, mostrará a un Luis Miguel más solo que nunca.
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