El ciclo de variedades protagonizado por los populares muñecos fue el puntapié inicial para una franquicia que divirtió a varias generaciones y que pronto alcanzará las cinco décadas
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“Cuando era chico, jamás vi un show de títeres. Tampoco jugaba con marionetas o me interesaba ese mundo. Solo aparecieron en mi vida como un medio para lograr un objetivo”. Esa frase la pronunció Jim Henson, creador de los Muppets, y uno de los nombres más importantes de la industria vinculada a los títeres televisivos (junto a Gerry Anderson, desde luego). Ese “objetivo” al que se refiere era comenzar a trabajar en televisión, y por ese motivo aceptó, con solo 18 años, un contrato para manejar una marioneta en un show para la pantalla chica. Claro que, sin saberlo, en ese mismo instante inició un camino de insoslayable amor por ese universo de vivaces criaturas de goma espuma y peluche.
El primer Muppet
Poco a poco, Henson se entusiasmaba más con las posibilidades que le brindaban esos personajes a los que debía manipular cuidadosamente. Por esos años, su principal influencia fue el ventrílocuo Edgar Bergen, dueño del muñeco Charlie McCarthy, una dupla de comedia que hacía gala de un tipo de humor que él disfrutaba enormemente. En 1955, en el marco del programa Sam and Friends, tuvo la posibilidad de presentar a los primeros Muppets, un nombre que se le ocurrió a partir de la combinación entre “marioneta” y “puppet” (“títere”, en inglés). Ese debut lo impulsó a idear nuevos proyectos basados en marionetas y su interacción con personas de carne y hueso, pero en ningún canal se mostraban interesados por ese tipo de propuesta.
Durante los años sesenta, Henson presentó versiones primigenias de algunos Muppets en programas como The Jimmy Dean Show o Footlight Theater. En 1962, la Rana René hizo su debut en un piloto llamado Tales of Tinkersee, pero la idea no fue aprobada y Henson sentía que su intención de hacer un show de marionetas se hundía irremediablemente. Sin embargo, en 1969 presenta Plaza Sésamo y el programa fue un éxito absoluto. Allí apareció René nuevamente, junto a otros títeres, en el marco de un show apuntado al público infantil.
Con el éxito de Plaza Sésamo bajo el brazo, Henson estaba confiado de recibir luz verde para hacer un espectáculo de títeres apuntado a una audiencia más adulta, pero eso no sucedía. En 1974 hizo un especial titulado The Muppets Valentine Show, y en 1975 estrenó un nuevo piloto titulado El show de los Muppets: sexo y violencia, que ironizaba con respecto al creciente contenido violento en la pantalla chica. Una vez más, ningún canal se interesó por sus ideas.
Sin ninguna posibilidad de hacer su serie en los Estados Unidos, Henson entró en contacto con Sir Lew Grade, un magnate británico de los medios que mostró un genuino entusiasmo por las propuestas del marionetista. Y en 1976, El show de los Muppets vio la luz en el canal inglés ITV.
El show más grande de la pantalla chica
La estructura que Henson tenía en mente era muy clara. El Show de los Muppets debía presentar numerosos sketches, y en cada emisión habría un invitado famoso para interactuar con los títeres (un esqueleto muy parecido al del Saturday Night Live, otro show en el que Henson trabajó brevemente con sus Muppets). La música debía ser otra de las principales atracciones del show, teniendo en cuenta que personajes como Floyd Pepper (nombre que mezclaba a Pink Floyd con el Sgt. Pepper Lonely Heart Club Band) o Animal (un muppet inspirado en Keith Moon, de The Who) eran algunos de los guiños a las bandas favoritas del propio Henson.
Más allá de otros nombres nuevos o reciclados como Gonzo, Fozzie o el Cocinero sueco, las estrellas favoritas del ciclo eran dos: la rana René, por un lado, y Piggy por el otro (un personaje basado en la actriz Loretta Swit). El primero era el anfitrión de cada velada, mientras que ella era una cerdita de carácter muy intenso que no tardó en ganar enorme protagonismo.
El show de los Muppets debutó en 1976, con un éxito mayor al esperado. El equipo de titiriteros liderado por Henson se divertía y sufría en partes iguales durante el proceso de montar ese ambicioso programa de marionetas. Cada episodio se filmaba en tres días, y varios marionetistas debían sincronizar sus habilidades a la hora de manipular a las estrellas del ciclo.
Durante la filmación de los primeros episodios, un conflicto habitual era encontrar la estrella invitada a El show de los Muppets. Ningún artista de renombre quería prestarse a ese juego, debido a los prejuicios que implicaba interactuar con títeres. Pero eso cambió cuando el bailarín Rudolf Nureyev aceptó ir al programa y protagonizó varios sketches muy divertidos. Vincent Price, otro reconocido fan de los Muppets, también fue varias veces a la serie, y gracias a ello otros famosos comenzaron a mirar con buenos ojos a los Muppets.
De esa manera se sucedieron apariciones de populares nombres como Christopher Reeve, Bob Hope, Debbie Harry, Liberace o Mark Hamill. Henson les permitía a todos sus invitados elegir con qué personaje interactuar, y el pedido habitual era actuar junto a Piggy (en segundo lugar, estaba el baterista Animal). Aunque originalmente la idea era que el famoso invitado tuviera una versión Muppet, eso pronto se descartó porque suponía un esfuerzo extra que atentaba contra los tiempos de producción.
Cuando la segunda temporada de El show de los Muppets debutó en septiembre de 1977, el público había aumentado considerablemente, y así fue hasta su último episodio, emitido el quince de marzo de 1981. Durante todos los años que permaneció al aire, la fiebre Muppet creció exponencialmente, y Henson había decidido despedirse en el pico de su popularidad, y así fue. Cuando el marionetista levantó su propio show, el programa se había vendido a más de cien países, los premios Peabody lo habían reconocido como uno de los ciclos más “poderosos, brillantes y vigorizantes en la historia de la televisión”, y Henson se había consagrado como uno de los creativos más respetados de la industria (un reconocimiento que le dio pie para enormes películas como Laberinto o El cristal encantado).
Con más de doscientos personajes a cuestas, El Show de los Muppets se prolongó a lo largo de cinco temporadas, que se repitieron en los años posteriores y hasta la actualidad. El furor por estos títeres significó el estreno de ocho largometrajes entre los años 1979 y 2014, y más de diez programas televisivos que continuaron ese suceso (el último show de este universo, The Muppets Mayhem, llegó a Disney+ el año pasado). Los números del éxito hablan por sí solos, pero más importante que eso, la inoxidable popularidad de René, Piggy y el resto de su grupo da cuenta del enorme talento de Jim Henson y la perdurabilidad de estos entrañables personajes.
Jim Henson: el hombre y las ideas
A través de la pantalla de Disney+, este viernes se estrena el documental Jim Henson: el hombre y las ideas, un especial que recorre la vida del creador de los Muppets. El documental se sumerge en la intimidad del marionetista y, mediante videos familiares, archivo personal y numerosos testimonios de quienes trabajaron con él, arroja luz sobre el proceso creativo del papá de René y su imprescindible legado cultural. Un documento imperdible para los amantes de los Muppets, pero también para comprender por qué Henson es considerado uno de los mayores genios en la industria del entretenimiento.
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