El Reino: potentes recursos puestos al servicio de una historia que cuestiona, incomoda y sostiene el ritmo hasta el final
La producción que llega a Netflix cuenta con actuaciones parejas y un muy buen registro de un relato que no se pierde ni en los localismos ni en su universalidad
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El Reino (Argentina, 2021). Autores: Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro. Dirección: Marcelo Piñeyro y Miguel Cohan. Elenco: Diego Peretti, Joaquín Furriel, Ricardo “Chino” Darín, Mercedes Morán, Peter Lanzani, Nancy Dupláa, Vera Spinetta, Sofía Gala, Santiago Korovsky, Alejandro Awada, Daniel Fanego, Diego Gentile y Ana Celentano. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
Con las elecciones presidenciales en puerta y durante un acto de cierre de campaña, el pastor y candidato a vicepresidente Emilio Vázquez Pena (Diego Peretti) ve cómo un fanático asesina a su compañero de fórmula en pleno escenario. Y al shock inicial lo sucede la sensación de ruptura de sus sueños políticos.
Sin embargo, intereses propios y ajenos le brindan al evangelista la oportunidad de seguir en carrera como cabeza de la lista presidencial. Mientras estudia el costo político y personal de aceptar el ofrecimiento, Vázquez Pena se pregunta: ¿Y si el ataque a su compañero de fórmula en realidad estaba destinado a él?
El Reino, ficción nacional creada por Claudia Piñeiro y Marcelo Piñeyro, se sumerge de lleno en el barro que surge de la unión de la política y la religión. Eso sí, cuidándose a la hora de subrayar localismos incómodos.
Más allá del hecho dramático que oficia de punto de partida y motor del relato, lo que resulta más interesante de la propuesta es el catálogo de mezquindades que empuja las acciones de cada uno de los personajes. Elena, la esposa de Vázquez Pena (Mercedes Morán), sus hijos, la mano derecha del Pastor (Chino Darín); Rubén Osorio (Joaquín Furriel), el jefe de campaña del político asesinado que no está dispuesto a quedarse afuera del “team presidencial”; Tadeo (Peter Lanzani), una suerte de hijo adoptivo de Vázquez Pena que carga su propia cruz; y hasta Roberta Candia (Nancy Dupláa), la fiscal que mientras investiga debe lidiar con la presión del procurador general (Alejandro Awada) para que se cierre el caso lo antes posible.
Para disfrutar aún más de El Reino (evadiendo por un rato la trama policial) es necesario preguntarse por qué funciona tan bien el complejo entramado detrás de las motivaciones de cada uno de los involucrados en la historia. La respuesta más evidente es porque se asienta en una realidad carente de representantes políticos capaces de llevar adelante un cambio o renovación. Las imágenes de afiches y volantes de campaña del protagonista son más pertinentes para una convocatoria a misa que para una elección presidencial. Y sin embargo ahí está Vázquez Pena, trepando en las encuestas en base a una imagen pública distorsionada de su propio ser, y obteniendo el apoyo de diversos sectores de poder, algunos de ellos omnipresentes.
De la misma manera, a medida que avanzan los ocho capítulos que conforman la serie es imposible no encontrar cierta familiaridad con hechos y situaciones “de la vida real”. Los miedos, las dudas, la lógica en la toma de decisiones, y hasta los aprietes que sufren varios de los personajes ¿no los hemos visto antes? ¿Y fue en otra serie, en una película, en el diario de ayer o en el noticiero de esta tarde?
En relación a los integrantes del elenco de El Reino, basta con repasar la lista de más arriba para saber lo que el espectador va a encontrar. No solo son todos grandes intérpretes, sino que aciertan en mantener un registro parejo y nunca estridente, acorde a sus personajes y al tono de la historia. Sí en cambio es necesario subrayar el notable trabajo de dirección de Marcelo Piñeyro y Miguel Cohan, quienes utilizan todos los recursos cinematográficos a su alcance (que son muchos) para sostener el ritmo de la historia, construir el suspenso y, de paso, en complicidad con el guion, ofrecer pistas para el espectador atento.
En momentos en los que lamentablemente no abunda la ficción nacional, el estreno de El Reino ya era una buena noticia en sí misma. Una vez vista, al sentimiento inicial se suma la satisfacción de encontrar una serie que cumple con creces con las expectativas depositadas en ella, al mismo tiempo que cuestiona, incomoda y se desmarca del simple producto de género, llevando al espectador a lugares bastante más interesantes.
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