El primero de nosotros: cómo fue el desgarrador final del personaje de Benjamín Vicuña
La ficción protagonizada por Benjamín Vicuña, cerró sus puertas con un emotivo episodio
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Luego de 60 capítulos, llegó a su final El primero de nosotros, la ficción nacional que Telefe, y la plataforma Paramount+, estrenaron en el transcurso de este 2022. A lo largo de su recorrido, este título demostró una bienvenida solidez en el famélico mercado de las series nacionales para la televisión abierta. Y su último episodio marcó el adiós a un querido grupo de personajes, envueltos en una trama que buscó naturalizar distintos tabúes.
La muerte de Santiago
Era una certeza desde el primer episodio, Santiago (Benjamín Vicuña) iba a morir. A lo largo de la historia, se sugirió la posibilidad de una cura, y los espectadores no podían más que emocionarse ante la posibilidad de un Deus Ex Machina que chocara contra la contundencia de una enfermedad terminal.
Jimena (Paola Krum) quería que Santiago viviera, sus amigos querían que Santiago viviera, es más, los espectadores necesitaban que Santiago viviera, como una especie de justicia poética contra esa realidad que arrebata prematuramente a quienes todavía tienen mucho destino por escribir. Pero El primero de nosotros es ante todo, una historia sobre la necesidad de reconciliarse con la muerte, no para que duela menos, sino para al menos intentar transitarla con una relativa paz interior.
En uno de los últimos episodios, Uma (Rocío Gómez Wlosko) le dice a la oncóloga interpretada por Carola Reyna, que su padre “hizo un clic” con respecto a su muerte, que ella aún no logra hacer. La adolescente transita con bronca esa pérdida inminente y comprende que debe prepararse para lo inevitable. Los amigos del protagonista, con mayor o menor fortaleza, atraviesan también ese luto anticipado.
Por su parte, Santiago también piensa en la vida que llevarán ellos cuando haya muerto, qué tan felices los despedirá, y qué metas inconclusas les quedarán pendientes. Y ahí está la valentía ya no del personaje, sino de la serie, en esta idea sobre retratar el proceso de intentar aceptar la muerte ajena y propia. Un tema que aún es tabú, aquí se ensaya desde una perspectiva descontracturada, con personajes que lloran y se angustian, pero que aceptan eso que no dejan de sentir como una injusticia.
Sentir, más que juzgar
Por fuerza de las circunstancias, por cansancio o por angustia, los personajes de El primero de nosotros sienten la necesidad de cuestionarse sus zonas de confort. Ellos quieren redescubrir su sexualidad, sus emociones, sus vocaciones y sus deseos. De esa forma, el final muestra a Nacho (Damián de Santo) junto a Cristian (Nicolás Riera), a Nicolás (Luciano Castro) y Valeria (Jorgelina Aruzzi) casados con hijos, y a Soledad (Mercedes Funes) reencontrada con Gustavo (Sebastián Presta). Se trata de conclusiones naturales, puntos concluyentes en la evolución de personajes que necesitaban armonía en sus rutinas. Y ante la muerte de un ser querido, los finales felices son necesarios.
Otro tabú que retrató esta historia es la infidelidad de Soledad. En los episodios iniciales, ella se siente frustrada, atrapada en un vínculo que no la hace plena, y encerrada en sus inseguridades. Con respecto a sus dos amigas, ella es la que está más lejos de ser eso que soñó en convertirse. Pero poco a poco avanza, y en gran medida, la fantasía del engaño es la chispa que motoriza el cambio. Ella se decide a obedecer lo que quiere para sí misma, y busca ser plena en sus decisiones, sin prestarle atención a eso que la sociedad dicta como presuntamente mejor. Y Soledad es infiel, y su marido le es infiel, y ambos encuentran una tregua inesperada en ese deseo que viven por fuera del matrimonio. Y la serie nos los juzga ni los envilece. Esa idea, que en otra televisión hubiera sido tildada de matrimonio fallido, acá escapa al rótulo, demostrando que las parejas son un mundo de grises infinitos incluso en la ficción.
Ser padres
Otro de los puntos más importantes en el final de El primero de nosotros, tiene que ver con la paternidad y maternidad de Nico y Valeria. Al comienzo de la trama, ella ansía ser madre, y él intenta escapar a ese sinfín de encuentros casuales. Eventualmente, ambos ensayan cómo es eso de estar en pareja, comprendiendo qué implica un compromiso afectivo, e intentando dejar atrás viejos vicios. Pero los une el amor y el deseo de tener hijos, un camino que pronto los lleva a considerar la posibilidad de adoptar.
A partir de allí, el relato refleja de un modo honesto los burocráticos (y muchas veces, dolorosos) trámites de adopción. El destino cruza a Valeria y Nicolás con tres hermanitos que no quieren separarse, una realidad habitual que aleja a esta ficción de esa edulcorada mirada sobre adoptar un bebé recién nacido.
La vida de Santiago
El protagonista muere en su casa, mirando la foto de su familia. Sus amigos reciben la noticia de a uno, lloran, se angustian, y comprenden que nunca terminaron de estar preparados para ese amargo final. En uno de los últimos capítulos, Nicolás le dice a Santiago: “Todos nosotros nos replanteamos nuestra vida a través tuyo”. El personaje de Vicuña esboza una mueca de alegría, que también contiene una sutil angustia. El sabor le es agridulce, porque logró la misión de sembrar un mejor futuro para “los sospechosos de siempre”, pero también, lamenta perderse esa felicidad que es parte de su legado. Comprender que los finales felices y los amargos conviven esa es la mejor lección que deja esta serie.
El primero de nosotros se encuentra disponible en Paramount+
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