El Marginal: una “nueva” vida, planes de venganza y más luchas de poder, en el comienzo del fin de la serie
Mientras Diosito logra escapar de Puente Viejo y retoma un viejo hábito, Pastor regresa a las entrañas del penitenciario
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Una espectacular fuga parcialmente exitosa -o parcialmente frustrada- marca el inicio del fin de El Marginal. Con el relato radial de lo que el escape y una terrible batalla campal dejó en el penitenciario de Puente Viejo de fondo, la quinta y última temporada de la exitosa serie de Sebastián Ortega arranca con un repaso de los hechos que terminaron con Diosito (Nicolás Furtado) libre, Emma (Martina Guzmán) desangrada sobre el asfalto, Pastor (Juan Minujin) recapturado, la banda de los Borges diezmada por una sanguinaria revuelta que terminó con varios funcionarios y reclusos asesinados a sangre fría, Sergio Antín (Gerardo Romano) de nuevo con el control del penal y Marito (Claudio Rossi) llorando la partida y el rencor de su hijo, su otra mitad.
Mientras se anuncia que dentro del penal se realizan las pesquisas para determinar la responsabilidad sobre las muertes de varios guardias, afuera Diosito corre. En su carrera hacia ningún lugar determinado, frena para llamar a Gladys, la mujer de Marito. Diosito no sabe muy bien a dónde no quiere volver y qué buscar. Enojado por la mentira, desiste de su ayuda. Ahora su vida corre por su propia cuenta. Con la idea de conocer su verdadera identidad, busca refugio en el taller mecánico de un excompañero de San Onofre: el Triste (Francisco Lumerman). De allí parte, gracias a unos amigos de su amigo, a esconderse en un pueblo perdido del interior.
Un viaje a los más profundo del infierno
Cuando la imagen vuelve al penal, tres años pasaron desde aquel fatídico intento de escape. Pastor está solo y habla. Alrededor, todos los elementos -precarios- para sostener una transmisión radial. “En la prisión, el cuerpo es un bien devaluado”, dice el expolicía al micrófono con los auriculares puestos y la mirada perdida en ningún lugar. “Recibe castigo todos los días. Los que dominan saben perfectamente que el verdadero castigo no está en el cuerpo. Está en el alma”, continúa. Mientras habla, un periodista se anuncia en la puerta del penal. Llega con un libro de tapa negra, titulado “El marginal”. Pastor lo escribió para exorcizar su historia, pero también para “representar un grupo de anónimos silenciados por el sistema”.
¿Cómo llegó Miguel Palacios a convertirse en vocero de los presos? “Después del intento de fuga de acá, me mandaron a un penal de máxima seguridad y ahí me tuvieron aislado completamente”, le cuenta al periodista. El relato sigue con imágenes de Emma que vienen y van, y el verdadero infierno que significó para Pastor el encierro total, la locura, la mente que no para, el remordimiento, la enajenación y la aparición de una necesidad vital: primero leer, y luego escribir para salvarse. ¿Cómo llegó Miguel Palacios a convertirse en best seller? A través de una historia carcelaria plagada de maltrato, humillación y torturas. Por medio de un relato que le da voz a los olvidados, a través de un debate, como sostiene con el periodista, que pone en veredas opuestas a quienes empatizan y quienes no, y que vuelve a poner en el centro del debate qué se debe hacer con los presos hoy en día.
Todo sigue igual
La banda de los Borges diezmada y la muerte de Coco (Luis Luque) y su séquito no terminó con los conflictos entre los presos en el penal de Puente Viejo, solo movió las fichas de lugar. La Sub21, siempre presente, sigue bajo las órdenes de Cesar (Abel Ayala). Antín, de nuevo al frente del lugar, mantiene las desigualdades entre los presos pero, con la jueza María Virginia Piñeyro (María Leal) pisándole los talones, intenta que la situación esté controlada, por lo menos hasta sacudirse de encima a la funcionaria judicial, quien busca entre los presos los culpables de las muertes de los guardias.
Al entramado por la lucha de poder se suma Bardo (Ariel Staltari), el exyerno de Coco y su sicario, quien se acerca a los Borges pero teje solo. Y Antín mantiene sus negocios con Marito, a quien le pide resultados y presiona para ampliar cada vez más su tajada, pero el gran jefe de los Borges ya no es el mismo: la diabetes le pasa factura a su cuerpo cada vez más ajado y la partida de Diosito, a quien le tuvo que confesar que en realidad era su padre, le quitó años de lucidez. Queda James, el Colombiano (Daniel Pacheco), pero no alcanza.
Brian (Ignacio Quesada), el bibliotecario que ideó la fuga con Pastor, sigue en la Sub21 pero ya le queda poco tiempo: en unos días estará del otro lado del muro, de nuevo en libertad, luego de cumplir con su condena. Pastor lo ayuda a organizar su nueva vida, al tiempo que dentro del penal lo protege todo lo que puede. Y todo a veces no alcanza. Tampoco alcanza para César la poca presencia que Pastor está teniendo en la banda, y la provocación que significó el libro de Pastor para Borges y Antín: “Acá está todo a punto de estallar”, le advierte.
De deudas pendientes
Mientras Pastor se convirtió en la voz de los presidiarios, Diosito volvió al raterismo para sobrevivir. En algún pueblo rural del interior del país, frena a los gritos un camión en medio de la ruta. Delante, una mujer tirada en el piso. Luego de fingir un accidente, apunta con un rifle al conductor y lo hace correr. De botín, esta vez consiguió un camión lleno de ovejas. Cuando las va a vender, se cruza en un auto estacionado con una sorpresa: a través del parabrisas llega a ver el libro de Pastor, abre el auto y se lo lleva. Cuando vuelve a la casa que lo recibió luego de la fuga, la mujer lo descubre en la cama con su hija, por lo que no le queda más opción que volver.
Mientras tanto, a Pastor le dan una muy mala noticia: durante una visita, la hermana de Emma le cuenta que a Lucas, su hijo, no lo quieren tener más en el hogar de abrigo donde está desde la muerte de las dos mujeres que podían hacerse cargo de él en el mundo exterior: Emma y su propia madre, quien se suicidó luego de haber frustrado el intento de fuga de su expareja. Pastor le pide entonces a Brian que le ayude a redactar una carta al juzgado, y éste se ofrece a cuidar a Lucas una vez afuera. Pastor logra una audiencia con la jueza Piñeyro, a quien le pide una recomendación para presentarle al juez de familia. Pero ella, además de señalar que no tiene las aptitudes para cuidarlo, le niega todo tipo de ayuda. Luego de un duro ida y vuelta, Pastor se va con las manos vacías. Pero Luna Lunati (Maite Lanata) escuchó todo. Y piensa intervenir.
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