El gran final de Mad Men
La historia de Don llegó a su fin con un cierre televisivo perfecto; entren con cuidado a esta nota... ¡hay mil spoilers!
1. Bye Bye Birdie
El cáncer de pulmón de Betty fue uno de los últimos bombazos de la serie Mad Men . Cuando Don se entera que su ex mujer está por morir, inmediatamente decide llamarla para decirle que piensa ir para allá a cuidar de sus hijos, pero ella le responde: "No. Planeo vivir estos últimos meses de vida, de la forma más normal posible. Y tu ausencia forma parte de esa normalidad". Él contiene el llanto y le dice Birdie, sobrenombre cariñoso con el que solía llamarla en los años felices (si es que los tuvieron). Es una escena apagada, que habla sobre la evidente distancia que Don tomó de su familia y cómo su vida se convirtió en algo totalmente privado.
Las últimas temporadas de esta ficción está centrada en la idea de que Don comienza a alejarse más y más de su entorno, convirtiéndose en un extraño incluso para sus hijos y su mujer. El dolor de Don, y ese llanto contenido, habla de un hombre que se prohibió a sí mismo mostrarse como verdaderamente es y cómo esa decisión lo alejó de todas las personas que lo amaron.
2. El amor (o su ausencia)
Las historias de Peggy y Joan puede que sean las más cercanas a un final feliz o a esta idea del cierre definitivo de una etapa. Peggy, de manera inesperada, encuentra el amor junto a Rizzo, pero lo más importante, es que está a un paso de comenzar una nueva etapa profesional junto a Joan. Pero la pelirroja, que comienza un nuevo proyecto con ella misma como cabeza de empresa, elige su amor al trabajo por sobre una relación.
Peggy y Joan, dos personajes femeninos fuertes, marcaron la lucha de las mujeres por jugarles de igual a igual a los hombres, en una realidad laboral que era [¿era?] notoriamente machista. Ellas crecieron enormemente y su independencia laboral marca el comienzo de una prometedora etapa. El amor o la falta de él, para ambas, es una circunstancia, pero jamás un eje.
3. El dolor de no encajar
Desorientado y sin un rumbo, Don termina en la casa de Stephanie, la sobrina de Anna Draper (la viuda del Draper verdadero). La joven se lleva a Don a un retiro espiritual hippie y ese lugar se convierte en el marco en el que él, involuntariamente, termina enfrentando todas sus miserias. A pesar de su escepticismo inicial, el clima del sitio comienza paulatinamente a vulnerar a Don hasta resquebrajarlo emocionalmente.
Sobre el final y con el hombre totalmente entregado a la mística del lugar, un empresario comienza un angustiante monólogo en el que termina diciendo: "Te pasás toda la vida pensando que no encajás, que la gente no te da nada y después te das cuenta que sí lo intentan (…). Una vez soñé que estaba en una heladera del lado de adentro. La gente abría la puerta, miraba, pero no me elegía. Luego cerraban la puerta y todo quedaba oscuro". El hombre rompe en llanto y Draper, identificado por completo, lo abraza y comienza a llorar junto a él. Es un momento de desahogo, un momento en el que Don (o mejor dicho, Dick), llora desconsoladamente al reconocer que de alguna manera, su problema fue jamás sentirse él mismo en ningún lugar, porque justamente en ningún lugar él era verdaderamente él. Ese llanto sincero y desconsolado, remite a la escena en la que Don se entera de la muerte de Anna (en el episodio The Suitcase, quizá uno de los mejores de toda la serie). Stephanie, el recuerdo de Anna y ese retiro, devuelven a Dick a su propia esencia, que al parecer, poco tiene que ver con el Don que vimos a lo largo de toda la serie, porque ese llanto liberador podría llevarlo a repensar su identidad y qué quiere para su futuro.
4. El peso del final
Recuerdo que cuando miraba Los Soprano -y perdonen la auto referencia-, pensaba en que había dos tipos de series: las que cuentan una historia que comienza y termina (tipo Lost) y las que muestran apenas un fragmento en la vida de un personaje. Esas últimas, son series que no tienen un punto final porque el drama de esos personajes no tiene por qué terminar en el último capítulo. Los Soprano tenía mucho de eso y cuando la serie se acercaba a su final y todos debatían si Tony iba o no a ir preso, la misma lógica de la ficción adelantaba que el final no iba a ser algo concreto porque todo indicaba que la vida de Tony iba a seguir, probablemente, en el mismo carril y de la misma manera. En el transcurso de Mad Men muchas veces estuvo la idea de qué sucede cuando alguien debe partir de cero nuevamente, mostrando cómo Don rehízo su vida siempre que fue necesario [cuando lo despide a Lane, luego del fraude, le habla sobre eso]. Y esta ficcióntermina con la idea de que Don puede seguir haciendo la misma vida, como también puede, si lo decide, intentar reinventarse a sí mismo.
5. Un último spot
Las dos últimas escenas de la serie suponen un cierre perfecto. En la anteúltima, Don se encuentra en una sesión de meditación, con un aire renovado en su cara. La cámara se acerca y mientras el gurú espiritual dice que comienza "Un nuevo día, una nueva idea, un nuevo tú", Don sonríe y Mad Men se despide de su personaje central con un primer plano de esa sonrisa que, como la imagen final de Los Soprano, puede ocultar mil significados. A continuación, comienza el verdadero acertijo porque la serie cierra con un spot de Coca-Cola de 1971. En la realidad, ese spot fue tremendamente famoso convirtiéndose en uno de los jingles más populares de su época (tiene lógica, la canción es peligrosamente pegadiza) y su relación con Mad Men generó debates de todo tipo. El concepto de la canción insiste con un mundo perfecto y el rol de la gaseosa dentro de esa armonía. Cerrar la serie con ese clip, habla de la eterna (y algo cínica) comunión entre la publicidad y la falsa felicidad que supone el convencer a alguien de que comprando un producto determinado puede satisfacer todos tus deseos. Pero lo más importante, lo que ese anuncio de gaseosa pareciera indicar es que ese retiro en el que Don parecía tan sensibilizado sólo le sirvió como disparador para crear ese anuncio tan new age...
Cuando una historia termina y su creador se despide de su personaje principal con un final que sugiere, pero que no confirma y en el que cada espectador puede interpretar lo que prefiera, el personaje deja de ser de su creador y pasa a la imaginación, optimista o pesimista, de su público. Por este motivo es que el final de Mad Men es tan perfecto porque lejos de ser cerrado y caprichoso, prefiere ser abierto, haciendo que el futuro de Don, a partir de ahora, se convierta en una decisión personal de cada televidente.
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