El éxodo de grandes creadores de la TV a Netflix no se detiene
El creador de Black-ish, Kenya Barris, es el último showrunner que abandona la TV abierta de los Estados Unidos tras ser tentado por Netflix . Tras negociar la salida anticipada de su convenio con la cadena ABC, donde se emite su exitosa sitcom (y su spinoff, Grown-ish), el productor firmó un contrato de tres años con la compañía de streaming para producir sus próximos proyectos, por cerca de cien millones de dólares, según informa la publicación especializada The Hollywood Reporter.
Antes de Barris, Shonda Rhimes , creadora de un verdadero imperio televisivo para ABC que incluye Grey’s Anatomy y Scandal , también dejó esa señal tras 15 años de éxitos, en un acuerdo que contempla múltiples títulos en producción para Netflix. Ryan Murphy (Glee, American Horror Story, American Crime Story), y Matt Groening (Los Simpson) hicieron lo propio con Fox. Tina Fey (30 Rock) fue la primera en abandonar NBC por el gigante de streaming luego de que la cadena decidió rechazar el piloto de Unbreakable Kimmy Schmidt. Todos ellos llevaron sus nuevas creaciones a Netflix, que está apostando todo al contenido exclusivo que atraiga nuevos suscriptores sino también le permita retener a los 117 millones que ya tiene en todo el mundo, frente al avance de otros sistemas de streaming. En especial preparándose para el advenimiento de la nueva plataforma on demand que prepara Disney, dueña de ABC y ahora también de gran parte del catálogo de 20th Century Fox.
¿Por qué estos creadores de televisión que gozan de gran éxito comercial en la TV deciden pasarse al streaming? La primera respuesta podría ser monetaria. Netflix está invirtiendo sumas siderales para llevar a los mejores showrunners a sus filas. Y tiene cómo respaldar financieramente sus ambiciones: su presupuesto para adquisición y desarrollo de contenido de este año fue actualizado hace tres semanas a 13.000 millones de dólares. Aunque se desconoce el monto que le pagarán a Barris, se sabe que está en las ocho cifras, mientras que el arreglo de Rhimes –que incluye la contratación de los empleados de su productora Shondaland– y el de Murphy, que aún trabaja para Fox en American Horror Story , fueron de 300 millones de dólares.
"Poca oferta de talento y muchos compradores para la cantidad de creadores de TV que existen: esas son las cosas que no nos dejan dormir a la noche", dijo el presidente de ABC Studios, Patrick Moran, a Variety. Según explica el ejecutivo, en la última temporada se sintieron las consecuencias de estos cambios porque los talentos de primer nivel evitan entrar en el ciclo de las señales de aire y cable, que los atan a producir en promedio más de 20 episodios por año, contra los diez o trece capítulos de los que suele constar una temporada promedio en Netflix, y competir en momentos clave del año, como el verano o el otoño boreal.
Las plataformas de streaming están incluso reclutando talento en el cine, no sólo para producir películas sino también para convertirse en showrunners de series. Así es como David Fincher hizo el primer gran éxito de esta nueva era de los sistemas de streaming como productores de contenido propio con House of Cards y les siguieron otros directores como Steven Soderbergh , creador de la serie Godless.
No sería del todo correcto señalar que la motivación de los showrunners para pasarse a Netflix es puramente económica. "Para Rhimes la atracción tiene que ser más que financiera, al fin y al cabo, se puede ganar mucho dinero en la televisión de aire –escribe David Sims en una nota sobre el tema en The Atlantic–. Su mudanza a Netflix es el signo más claro de un cambio sísmico en el mundo de la televisión, donde las métricas tradicionales del éxito, como el rating; los acuerdos de retransmisión y los horarios del prime time importan cada vez menos, mientras que una mayor independencia artística es el objetivo máximo. Netflix puede ofrecer un cheque en blanco a los creadores. La pregunta es si podrá seguir haciéndolo en el futuro".
Entre los ocho proyectos de Rhimes para Netflix está una adaptación de la historia real de una mujer joven que estafó a varias personas haciéndose pasar por una millonaria alemana; un documental sobre una puesta del ballet El cascanueces; y una adaptación de las memorias de Ellen Pao, la exejecutiva de Reddit que demandó a sus empleadores por discriminación de género.
Las plataformas de streaming también se convirtieron en el lugar al que recurren los showrunners cuando sus series son canceladas en las señales tradicionales por cuestiones financieras o de audiencia, pero que tienen comunidades de fans apasionados, como sucedió con Arrested Development, que continuó en Netflix tras ser levantada por Fox,lo que volvió a ocurrir recientemente con Lucifer.
Las limitaciones del modelo de la TV tradicional son varias. Una es la cantidad de episodios que se los productores se ven obligados a entregar para poder entrar en syndication (la redifusión de la serie en los canales locales en todo los Estados Unidos, en general en la franja de lunes a viernes, lo que requiere contar con cerca de un centenar de episodios filmados, equivalente a cinco temporadas completas de una serie "abierta"), que es en donde están las mayores ganancias de las compañías de producción. La duración de cada episodio para poder conformarse al formato que incluye cortes comerciales también es otra limitación. Y la necesidad de contar con publicidad y el hecho de que se vean en señales abiertas implica ciertos cuidados en las temáticas que se presentan y cómo son abordadas.
La libertad creativa tiene gran valor para los showrunners, especialmente para aquellos que ya ganaron más que suficiente dinero y quieren elegir en qué enfocar sus energías. Barris, que tuvo ofertas de Warner Bros. TV y otros estudios, podría encontrar en Netflix un lugar en el que tener mayor control sobre sus contenidos. El showrunner tuvo hace poco un problema cuando ABC decidió retirar un episodio de su serie Black-ish, que tenía temática política y en el que el protagonista, interpretado por Anthony Anderson, expresaba sus preocupación por la situación actual de los Estados Unidos. Esa libertad creativa está muy ligada a la apertura hacia la diversidad. Es significativo que estos enormes contratos de Netflix que están haciendo historia hayan sido para una mujer afroamericana (Rhimes) y un hombre gay (Murphy).
"Creo que si pertenecés a una minoría, creciste en un negocio en el que te hacían sentir como que habías tenido suerte y tenías que quedarte en un rincón –dijo Ryan Murphy a The Hollywood Reporter–. No digo que esa haya sido mi experiencia en Fox, pero tradicionalmente es lo que sucedía si querías crear contenido que no tuviera a un antihéroe blanco y heterosexual. Pero la cultura cambió y hay un grupo de nosotros que fuimos adoctrinados para pensar que no merecíamos que nos pagaran lo que valemos y ahora nos damos cuenta que sí. Hay estadísticas desde la perspectiva comercial que lo respaldan".
Para su desembarco en Netflix, Murphy ya tiene varios proyectos en carpeta. Entre ellos se incluyen The Politician, que tendrá como protagonista a la estrella de Broadway Ben Platt, acompañado nada más y nada menos que por Gwyneth Paltrow y Barbra Streisand; y Ratched, en la que Sarah Paulson , una de las actrices fetiche de Murphy interpretará a la enfermera del título, uno de los personajes más recordados del film Atrapado sin salida, de Milos Forman.
Las abultadas cifras de los contratos, la promesa de libertad creativa (al menos por el momento) y la posibilidad de una distribución internacional garantizada son razones suficientes para que estos grandes creadores de la televisión decidan dar el salto al streaming. Manteniendo sus series exitosas en las señales tradicionales, como harán Rhimes, Murphy, Groening y Barris, podrán dejar un pie del otro lado, por las dudas.
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