El creador, director y guionista de la serie más exitosa en la historia de Netflix cuenta por qué la ficción tiene más sentido hoy que hace una década, cuando la ideó; el rol de la pandemia
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Hasta hace algunas semanas, nadie hubiera sospechado que una producción original de Netflix realizada en Corea del Sur podría convertirse en el título más exitoso en la historia de esa plataforma. El juego del calamar conquistó, casi de la noche a la mañana, al público de todo el mundo, al punto de convertirlo en uno de los fenómenos culturales más importantes del año. Y para hablar sobre este éxito, LA NACION entrevistó a Hwan Dong- hyuk, creador, director y guionista de esta serie.
-Se habla mucho sobre qué le dejó esta serie al público. ¿Qué conclusiones te dejó esta experiencia a vos?
-Me dejó muchas cosas, pero lo primero que quisiera compartir es que tengo la esperanza que los espectadores puedan reflexionar que no somos caballos de carrera. Estamos viviendo en una sociedad muy competitiva, que nos obliga a esforzarnos mucho y por momentos actuamos como si fuéramos las piezas de un tablero. Y realmente confío en que la gente se de cuenta que no somos eso, sino que somos seres humanos. Creo que es hora de preguntarnos por qué vivimos así, quiénes nos llevaron a este sistema y si nos sirve. Espero que estas preguntas tengan impacto en los espectadores y que podamos reflexionar. Otro aspecto que también me importa destacar es que realmente necesitamos empezar a confiar los unos en los otros. Vivimos en una sociedad muy desafiante, en la que pareciera que siempre necesitamos ganarle al otro. Nosotros percibimos nuestro entorno como si estuviera lleno de competidores, y no de personas en las que podemos confiar, o de las que podemos depender. Pero si seguimos así, a fin de cuentas, solo nos quedará un mundo en el que sobrevivirá un grupo muy reducido. Por todo esto, espero que paremos y empecemos a pensar en ser más solidarios. En uno de los episodios se habla sobre si podemos confiar en el otro, aún en el marco de un juego mortal, y un personaje dice que él sí confía. Necesitamos empezar a confiar en la gente que nos rodea, y en nuestra humanidad.
-Este proyecto te tomó muchos años y recorriste un largo camino hasta poder llevarlo a la pantalla. ¿Cómo fue ese proceso; pensaste alguna vez en abandonarlo?
-En 2009, cuando estaba escribiendo esta serie y trabajando para poder concretarla, hice muchos esfuerzos que no condujeron a ningún lado, y poco a poco perdía las esperanzas. Pero nunca dejé de tenerla presente, y aunque debía trabajar en otras cosas, cada tanto pensaba que algún día el momento adecuado llegaría, en donde este proyecto pudiera encontrarse con su público y ser valorado. Siempre pensaba eso, pero no sabía cuándo sucedería, solo podía esperar y dedicarme a otros proyectos. A diez años de haber ideado esta historia, finalmente llegó una instancia en la que el mundo tiene algo que ver con esta ficción. Este relato fue concebido durante 2009 y parecía ridículo, surreal, pero hoy en día se podría aceptar que de una forma extraña algo así podría llegar a suceder. Creo que la trama se volvió muy representativa de lo que estamos viviendo. Y durante esos diez años en los que trabajé en otras cosas, jamás descansé, y pulí mis habilidades, acumulé mucha experiencia y nunca descansé. Eso me permitió crear esta serie de una mejor manera. Siento que tuve mucha suerte en términos de haber podido dejar esta idea durante diez años, para finalmente llevarla a la pantalla.
-La historia presenta a un grupo de personajes que vive en los márgenes de la sociedad, como si el mundo no funcionara para ellos. ¿En el contexto de una pandemia esta propuesta es más representativa de la situación actual?
-Como señalaba antes, a lo largo de los diez años en los que pensé en este proyecto, el mundo pasó a ser mucho más susceptible de recibir una historia como esta. La pandemia agravó la situación de muchas personas en todo el planeta. Mucha gente humilde murió por Covid sin recibir ningún tipo de tratamiento o cuidado. Y por otro lado, la gente rica vio este contexto simplemente como la oportunidad de ganar más dinero. Entonces se ve una polarización dramática a nivel mundial. El impacto del Covid puede que haya influenciado en la recepción de la serie, porque mucha gente que la vio pudo empatizar con la propuesta.
-¿A qué atribuís el éxito de la cultura coreana y su popularidad mundial?
-Durante los últimos años, el crecimiento de la cultura coreana se expandió notablemente alrededor del mundo. El “Gangnam Style” fue un éxito y lideró los rankings musicales de muchos países; BTS actualmente tiene una popularidad muy importante y Parasyte ganó el Oscar. Entonces, la cultura pop coreana está recibiendo mucho cariño en todo el mundo y pienso que una de las razones de eso tiene que ver con que los coreanos viven en un país que está fuertemente influenciado por naciones como Japón, Rusia, Estados Unidos o China. Debido a eso, los coreanos son muy sensibles a lo que pasa en el mundo. Cuando nos concentrábamos en nosotros mismos, nada de eso sucedía, pero cuando miramos hacia afuera de la península coreana, intentando ampliarnos al mercado internacional, la industria coreana empezó a exportarse. Y en términos culturales, ahora ya no solo pensamos en la popularidad de nuestros productos adentro del país, sino que también tenemos en cuenta de qué modo el mercado global puede interesarse en nuestra cultura.
-Alrededor de El juego del calamar se dio un fenómeno inesperado y es que tiene mucho éxito entre los chicos. ¿Qué opinás al respecto?
-Ante todo, quiero destacar que bajo ningún punto de vista esta es una serie hecha para los chicos. Este es un producto para los adultos y son ellos quienes pueden leer el significado detrás de la violencia y las atrocidades que se ven a lo largo de la historia. Yo estoy al tanto sobre cómo impactó entre los chicos y los adolescentes, y creo que se asocia con que los juegos son muy sencillos de comprender. La idea de ganar en un juego que pueda permitirte obtener un montón de dinero, aún arriesgando tu vida, es un planteo muy sencillo y sin ningún tipo de complejidad. Creo que por eso los chicos se fascinan tanto con la propuesta. Por otra parte, pienso que también hay algo relacionado al diseño de los escenarios y del vestuario. Eso tiene que ver con que todo está trazado por un personaje que tiene la perspectiva de un niño. En este mundo de ficción, todo parte de la mente de alguien que desea volver a su infancia, y esa es la motivación detrás de todos sus diseños. Los colores, las reglas de los juegos y donde transcurre la historia, está armado como si fuera la perspectiva de un niño. Entonces resulta irónico que justamente haya calado tanto en espectadores tan chicos, pero siento que ahí está la razón.
- Desde el punto de vista emocional, ¿qué fue lo más difícil de filmar?
-Creo que el mayor reto desde lo emocional estuvo en la escena de las bolitas. El sacrificio y lo que sucede ahí fue algo muy emotivo para mí y para todo el equipo. Lloramos mucho y el desgaste emocional fue enorme.
-¿Hay algún significado escondido detrás de los números que llevan los personajes?
-En ese sentido, te diría que en el caso del protagonista, que él lleve el último número implica que se trata de alguien que está en lo más bajo del orden social, alguien de una vida muy marginada.
El juego del calamar se encuentra disponible en Netflix
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