A fines de los años 60 irrumpió esta serie británica de ciencia ficción que buscaba ser la obra maestra de Anderson y terminó siendo eso y mucho más
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A finales de los años sesenta, la televisión inglesa recibió a El capitán Escarlata, una singular serie de ciencia ficción, cuya particularidad era que estaba realizada con marionetas. Pero lejos de ser algo novedoso, esa propuesta se sumó a las numerosas ficciones de títeres creadas por Gerry Anderson, uno de los autores televisivos más importantes del siglo XX. Y si bien El capitán Escarlata se convirtió en un éxito, realizarlo fue uno de los mayores desafíos que enfrentó su productor.
El hombre detrás de las marionetas
Referirse a El capitán Escarlata sin destacar la figura de Gerry Anderson, es omitir la importancia no solo de su creador, sino también de uno de los íconos más importantes de la pantalla chica. Anderson nació el 14 de abril de 1929 en Londres, y en los años cincuenta comenzó a trabajar en televisión como camarógrafo.
En esa década fundó su productora, AP Films, y en 1957 estrenó su primera serie, The Adventures of Twizzle. Para esa ficción infantil, él había pensado en que la acción fuera protagonizada por marionetas, un recurso que fue muy bien recibido por los niños, y al que el productor le encontró un inesperado potencial. A partir de ahí, el uso de títeres se iba a convertir en su firma personal.
Anderson comenzó un derrotero de éxitos televisivos, con las marionetas como principales estrellas. En 1959 acuñó el término Supermarionation, un nombre que denominaba sus producciones de sofisticados títeres y grandes dosis de acción y aventura. Por esa época, se casó con Sylvia Thamm (luego Sylvia Anderson), quien estaba destinada a ser su socia creativa más importante, y pieza fundamental de sus futuras creaciones.
A comienzos de los sesenta, Anderson intentaba que cada una de sus series superara a la anterior. Eso lo lograba trabajando constantemente en nuevas técnicas para darle una mayor agilidad a sus marionetas, puliendo los mecanismos de movimiento y los entornos en los que se desarrollaba la acción. Por otra parte, procuraba darle el mayor realismo posible a los entornos en los que transcurrían sus historias, y para eso su equipo construía numerosos sets de filmación a escala.
Pero el elemento clave en todas sus producciones, era el espíritu aventurero de sus héroes y heroínas. FireBall XL5 y Meteoro submarino fueron éxitos notables, pero en 1965, el estreno de Thunderbirds llevó su popularidad a un nuevo nivel. En esa ficción, los hermanos Tracy conformaban un grupo de audaces rescatistas que gracias a sus vehículos de avanzada, lograban socorrer a cualquier persona que se encontrara en una situación de riesgo. Thunderbirds fue un verdadero suceso, y con su final en 1968, Anderson sabía que había llegado el momento de crear una propuesta que le permitiera conquistar el mundo.
El nacimiento de los Mysterons
Lew Grade, uno de los jefes en la productora AP, intentaba colocar los productos de Anderson en Estados Unidos, sabiendo las enormes posibilidades de ese mercado. Y por ese motivo, le aconsejó a Gerry preparar una nueva ficción.
El productor y su esposa Sylvia, comenzaron a esbozar una idea llamada simplemente The Mysterons, sobre un androide de aspecto humano que moría en todos los episodios, para luego ser reconstruido por un grupo de agentes llamados los Mysterons. Poco a poco, esa trama comenzó a tomar forma, con cambios muy significativos con respecto a la idea inicial.
Anderson convocó a Tony Barwick, guionista responsable de escribir casi la mitad de episodios de Thunderbirds, para desarrollar el concepto que en ese punto ya se llamaba Captain Scarlet and the Mysterons (o como se conoció en Argentina, El capitán Escarlata).
Ambientada en el año 2068, la serie giraba alrededor de una guerra entre la agencia terrestre llamada Spectrum, contra una poderosa amenaza marciana conocida como los Mysterons. Los agentes encargados de defender la Tierra, eran un grupo de hombres y mujeres entre quienes se encontraba el coronel Blanco, el capitán Azul, el teniente Verde, Destiny Angel, Harmony Angel y Melody Angel.
Pero los Mysterons, una amenaza casi abstracta, conspiraban contra la Tierra a través del Capitán Black, un traidor a la humanidad. Y aunque la pelea entre ambos bandos parecía muy ajustada, todo cambia cuando el Capitán Escarlata se encuentra con un artefacto que le permite sanar cualquier herida, convirtiéndose así en el mejor recurso contra el invasor.
Poder Escarlata
El 29 de septiembre de 1967, se estrenó el primer episodio de El capitán Escarlata, y el público de Anderson lo coronó como un éxito inmediato.
Para sorpresa de los televidentes, el productor había logrado un cambio notable en lo referido a las marionetas. Gracias a diversos avances, los muñecos llevaban ahora sus grabadoras de voz en el torso, y no más en la cabeza, lo que permitió que los cuerpos fueran mucho más armoniosos y no tan “cabezones” como en Thunderbirds o Meteoro submarino.
Por otra parte, el guionista procuró que El capitán Escarlata tuviera un tono más adulto, con aventuras más sombrías y personajes menos alegres, un cambio de registro que dio muy buenos resultados.
Como era habitual en muchas series del productor, los rostros de las marionetas estaban basados en figuras del cine y otros medios. La cara de Escarlata estaba inspirada en Cary Grant, y hasta su intérprete, Francis Matthews, ensayó un tono similar al del actor.
En la misma línea, Destiny estaba basada en Ursula Andress, Melody en Eartha Kitt, y el capitán Black en Gregory Peck. En este sentido, el programa también fue pionero en la multiplicidad de etnias de sus héroes y en darle un mayor protagonismo a las mujeres, que se involucraban en la acción tanto como sus pares masculinos.
Teniendo en cuenta que la historia transcurría en un futuro de sociedades utópicas, esa diversidad fue muy aplaudida con el tiempo, y sobre ese tema Anderson confesó: “Creo que las personas que trabajan en series en televisión, tenemos una responsabilidad muy concreta, teniendo en cuenta que son ficciones que ven muchos niños. Nosotros sabemos que la percepción de ellos puede llegar a moldearse mucho a medida que crecen. Y con eso en mente, quisimos proponer una amplia variedad de etnias en nuestro show”.
El rodaje de cada episodio de El Capitán Escarlata era un verdadero reto. Si bien las marionetas estaban muy bien diseñadas y su anatomía era más fiel al cuerpo humano, también resultaban más complejas de manipular en cámara. Eso se tradujo en que la acción era muy estática, y los protagonistas no se movían ni se desplazaban demasiado dentro de las escenas.
Los titiriteros ideaban trucos visuales para evitar eso, como desplazar los fondos y así generar sensación de movimiento, pero esa falta de dinamismo contrastaba notablemente, por ejemplo, con la agilidad de los Thunderbirds. Claro que aunque ese fue un gran punto en contra, no repercutió en la popularidad de la serie, que se mantuvo al aire durante 1967 y 1968, a lo largo de 32 episodios, y con un promedio de once millones de ingleses atentos a las aventuras del intrépido agente de Spectrum.
Un héroe eterno
El paso de los años hizo de este héroe un símbolo de la televisión inglesa. A través de numerosas repeticiones en Inglaterra y con el estreno del show en otros países, la serie cosechó millones de fans en el mundo, y aún hoy son muchos los que recuerdan y coleccionan ítems vinculados a Escarlata. En 2005, hubo una remake en CGI titulada New Captain Scarlet, que no dio grandes resultados.
Luego del final de Escarlata, Gerry hizo dos títulos más con marionetas, la inmensa Joe 90, y la no tan popular The Secret Service. A partir de 1970, abandonó los títeres y comenzó a trabajar ficciones con actores, como fue el caso de UFO, The Protectors, y uno de sus mayores éxitos, Space: 1999 (con el protagónico de Martin Landau). Al mundo de las marionetas regresó una última vez en 1983, con Terrahawks.
Hasta su muerte en 2012, el productor fue premiado y reconocido infinidad de veces como el dueño de un estilo que dejó huella en la televisión, a través de grandes aventuras y carismáticos personajes. Y alcanza con ver un episodio de Thunderbirds, El capitán Escarlata o Joe 90 (títulos que ya tiene casi sesenta años), para comprender el enorme talento de Gerry Anderson.
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