El amor después del amor: verdad y ficción en la serie número uno de Netflix
La serie, cuya producción arroja un montón de datos curiosos, ¿es una adaptación fiel de la autobiografía de Fito Páez? ¿Y un reflejo cabal de lo que sucedió en la realidad? ¿en qué medida?
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La biopic sobre la vida y obra de Fito Páez viene sumando público día a día, al punto que el fin de semana pasado alcanzó el primer puesto en el top ten de las series más populares de Netflix (y en esa misma posición privilegiada se mantiene actualmente). A esta altura, el interés por El amor después del amor excede lo artístico y cualquier detalle sobre su realización genera curiosidad. Se sabe que hay lógicas diferencias entre el libro que le sirvió de base –Infancia & Juventud: memorias, escrito por el propio Páez y publicado en octubre último por Planeta- y la serie, ¿todo lo que en ella se cuenta sucedió en la realidad y de tal manera?
La filmación
El rodaje de El amor después del amor duró siete meses, desde enero a julio de 2022, y se llevó a cabo en diferentes locaciones de Buenos Aires y también de Santa Marta, pequeña localidad de Colombia, donde se recrearon las escenas de Río de Janeiro, La Habana y Punta del Este. La recreación de la casa de la familia Páez en Rosario se llevó a cabo en un set construido minuciosamente a partir de imágenes del archivo familiar que el mismo músico aportó. Un dato de color: el cuadro que aparece en la pared detrás del piano es el original, provisto por el creador de “Pétalo de sal”. Para las escenas en exteriores hubo un exhaustivo trabajo de investigación y referencias de las épocas representadas en la serie, que van desde fines de los años 70 hasta comienzos de los 90. También se realizaron ajustes de detalles en vía pública a través de efectos especiales.
El vestuario
El vestuario consistió de 4000 prendas, a las que se dedicó especial atención para representar adecuadamente el amplio arco histórico que refleja la serie, que transcurre durante las décadas del 60 al 90. Para ello, los equipos de vestuario y producción de Mandarina –la productora de la serie–se sirvieron de fotos de archivo de shows de Fito, así como de prensa en general para llevar a la pantalla peinados, maquillaje y ropa. Fue tan minucioso el trabajo de vestuario que el traje de la escena final es exacto al que el músico usó el 24 y 25 de abril de 1993 en los shows de presentación del disco El amor después del amor en el estadio Vélez Sarsfield.
El casting
El proceso de casting llevó diez meses, pero a cuatro semanas de iniciar el rodaje el equipo aún no se decidía por quién interpretaría a Fabiana Cantilo. Micaela Riera, quien había hecho un casting online y no había sido preseleccionada en esa instancia, no se dio por vencida, pidió dar una prueba más y finalmente conquistó al equipo con su interpretación del tema “Cleopatra” de Los Twist. Al momento de su selección, la actriz y modelo santafecina ya contaba con dos antecedentes profesionales de peso: su participación en la telenovela musical Consentidos, emitida por eltrece en 2009 y 2010, y el protagónico en la telenovela Señales del fin del mundo, que programó la TV Pública en 2013. El caso de Iván Hochman, quien encarna el rol de Fito, podría haber sido más fácil por su enorme parecido físico con el músico. Pero no lo fue. “Empecé el proceso de casting el 25 de marzo de 2021 y recién me confirmaron para el papel el 17 de septiembre, ¡seis meses después!”, contó el actor de 28 años, también dramaturgo, formado en la Universidad Nacional de las Artes y en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Ayudó que en el medio se preparara mirando videos, shows y entrevistas de Fito. Después, tuvo cuatro meses para preparar el personaje y varios encuentros con el propio cantautor.
La música
Si bien las voces de los actores y las actrices que interpretan a cantantes son las de ellos mismos, para lograr la mayor similitud posible con sus personajes estudiaron y educaron su voz durante gran parte del rodaje con coaches de canto. Sin embargo, la voz de Fito Páez en las canciones de la serie no es la de Iván Hochman (quien personifica al músico) sino la de Agustín Britos, un gran intérprete a quien la producción descubrió en las redes versionando las canciones del rosarino. La producción musical de la serie estuvo a cargo de Diego Olivero y Carlos Vandera, ambos productores musicales históricos de Fito. Con ellos, el equipo de guion hizo una curaduría de las canciones del rosarino que aparecerían en la serie. En paralelo, para elegir los temas que acompañan cada capítulo y que son de otros artistas, se hizo un trabajo intenso de revisión de la discografía argentina desde 1966 hasta 1993, que es cuando finaliza la ficción. La recreación de los diferentes shows de Fito contó con la asesoría autorizada y especializada de Alejandro Avalis, jefe técnico del músico rosarino durante 40 años. Por último, los instrumentos que se ven en cada uno de esos shows son los originales, aquellos que utilizaron Fito y los distintos artistas. Para ello, el equipo de arte designó a una persona que se dedicó especialmente a encontrarlos y a reunirlos nuevamente sobre un escenario.
El guion
A la hora de adaptar la autobiografía de 400 páginas del creador de “Un vestido y un amor” al ocho capítulos (de entre 36 y 46 minutos de duración cada uno), los guionistas Francisco Varone, Lucila Podestá y Diego Fío se tomaron varias licencias. Eso es innegable. ¿Pero cuántas? Al final del primer capítulo, por ejemplo, Juan Carlos Baglietto incorpora al músico en ciernes a su banda con un “Bienvenido a la Trova”; una frase muy improbable ya que ni él ni el resto de los artistas rosarinos se llamaban a sí mismos de ese modo. Lo de “La Trova rosarina” fue un título otorgado por los medios cuando desembarcaron en Buenos Aires, no antes, para destacar la poética de sus canciones y la mixtura de sus ritmos, y diferenciarlos del resto del rock nacional.
Los personajes: Felipa y el papá
En las memorias, la empleada de los Páez, Felipa, tiene un rol más preponderante y queda completamente en claro (y no sólo sugerido) por qué desaparece de un día a otro de la casa de Balcarce 681: el padre se entera que había tenido sexo con su hijo, por entonces de ocho años, y decide despedirla. A propósito de Rodolfo Páez, en la serie nunca se habla demasiado de su empleo, más allá de la montaña de carpetas que se lo ve firmar. En Infancia & Juventud: memorias, en cambio, Fito cuenta que “era el director general del gobierno de la Municipalidad de Rosario” y “había sido subsecretario de Cultura”; y explica cómo, posiblemente, utilizaba su trabajo como subterfugio para calmar las penas. “¿Era por la ansiedad que le provocaba la muerte de (su esposa) Margarita o la búsqueda de un cumplimiento ineludible de tareas administrativas que sólo él podía cubrir que no dejaba de trabajar ni siquiera los fines de semana?”, se pregunta el músico en la página 41. Esta referencia da pie a la actividad fundamental que padre e hijo compartían los sábados, de tipo administrativo, y que la serie omite en favor de retratar las visitas conjuntas a la disquería Oliveira, acaso más poéticas y en concordancia con la vocación incipiente del niño Páez. “Durante muchas mañanas y algunas tardes de aquellos sábados, después de los almuerzos en la calle Balcarce, papá Rodolfo juntaba todos los expedientes que quedaban por corregir. Entonces comenzábamos la tarea. Esta consistía en revisar el original y el duplicado correspondiente de aquella montonera de expedientes. Él los disponía sobre la mesa del comedor. Yo leía el duplicado y, en el caso de que hubiera algún error de copia, él corregía con la máquina de escribir y la goma de borrar. A mí me tocaba darme cuenta de los errores. Así pude lucirme con mi padre”, recuerda con orgullo y algo de nostalgia Fito, al promediar el capítulo 3 de libro.
Los personajes II: Fabi y Fena
Mientras que Fabiana Cantilo fue y volvió con sus opiniones en torno a la serie, primero poniendo en duda la veracidad de los hechos que la tenían como protagonista (“mezclaron todos los tiempos, hay un montón de cosas que no son”, dijo, por ejemplo), luego generando misterio (“tengo un montón de información sobre la serie que todavía no voy a decir, primero quiero que la vean y después les cuento la verdad, ahora no tengo ganas”) y finalmente retractándose y haciendo un mea culpa (“seres, no estoy enojada, ay Dios, se entendió todo mal, hay que tener cuidado con lo que se dice”, concluyó reflexiva); el músico, cantante, compositor, productor y conductor de TV, Fena Della Maggiora fue muy claro y contundente en su apreciación de El amor después del amor y el nivel de fidelidad a los hechos reales.
“La serie retrata muy bien todo, empezando por la figura del Fito de los comienzos, la del pibe tímido que despuntaba terriblemente talentoso, y la época, la de la posdictadura, la de la explosión del underground y la difusión del arte por todos lados”, comentó a LA NACION quien a mediados de los 80 lideraba la banda La nuca y por ese entonces se hizo muy amigo del rosarino y llegó a compartir departamento. “Algunos sucesos no están y otros aparecen abreviados, es cierto, pero es algo entendible. No se puede hacer entrar todo en ocho capítulos de 40 minutos. Tampoco me parece que la serie esté edulcorada, como algunos sostienen: sí es ATP (apta para todo público), que es lo que suele ocurrir en una plataforma como la de Netflix, que espera llegar con sus productos a toda la familia. Y eso no me parece mal, me parece bien. De hecho hoy todos están viendo la serie, los chicos, los adultos y los bien mayores”, agregó el hoy solista, para después aclarar que desde la plataforma nunca lo consultaron ni requirieron su aprobación, pero sí le enviaron el año pasado los guiones con las escenas en las que aparecía involucrado (y que más tarde fueran interpretadas por el actor Nahuel Monasterio) para que estuviera al tanto. “De todos modos, como soy muy amigo de Fito, hablé todo el tiempo con él y él me fue contando. También tuve un par de charlas con el actor que me personificó, que por cierto lo hizo muy bien y le estoy muy agradecido. ¿Qué más puedo decir de la serie? Que no es sólo el retrato de la vida de Fito, es el de todos nosotros, los que vivimos esa época. Creo que de alguna u otra manera los que aparecemos en El amor después del amor somos sobrevivientes eficientes. Sobrevivimos a un montón de situaciones, incluso a nivel país, y hoy estamos todos sanos y activos. No es poco, ¿no?”.
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