Diez años atrás se estrenaba Glee , la serie sobre un taller musical en un colegio secundario estadounidense que reunía a todos aquellos "perdedores" y que sorprendió con su revisión de clásicos musicales, su mirada sobre problemáticas de género y por un elenco joven lleno de talento. Sin embargo, detrás de las canciones y las risas, a lo largo de seis temporadas no faltaron celos, desplantes, mucho sexo adolescente y dos suicidios.
Nacido del incansable talento del productor Ryan Murphy , la serie mostró una cara poco conocida de la adolescencia de hace una década, con el foco puesto en el hostigamiento escolar, las frustraciones familiares y los prejuicios. Los personajes no sólo "salían del closet", sino que enfrentaban situaciones más complejas vinculadas con sus propias inseguridades, afectos y prejuicios.
Glee, además, abrió camino para un nuevo modelo de negocios para la TV estadounidense: canciones muy populares reversionadas que se podían comprar digitalmente al terminar cada episodio y populares tours por estadios de todo el país gracias a voces como las de Matthew Morrison o Lea Michele .
Una diva en ciernes
Pero todo ese talento también impactaban negativamente en el set. Es un secreto a voces que Michele se comportaba como una verdadera diva incluso con sus compañeros, marcando siempre diferencias y haciendo que su equipo revisara los guiones por anticipado para controlar que siguiera teniendo el personaje con mayor cantidad de líneas de diálogo. No sólo eso, sino que una vez en la que se rompieron los aires acondicionados, amenazó con denunciar al estudio con el sindicato de actores si no suspendían las grabaciones.
Quizá por este supuesto deseo de querer mantenerse en el centro de la atención, la mayor parte del tiempo chocaba con su compañera Amber Riley, quien se ponía en la piel de Mercedes y también impresionaba con su voz y su carácter. "Ella vivía mandoneando, dando órdenes, pidiendo tal vestuario o determinada comida a una hora específica", le dijo la actriz al tabloide Star.
Lo mismo contó Kate Hudson, la actriz que se ponía en el rol de Cassandra, quien en varias ocasiones reconoció que Lea era "demasiado mandona" y que incluso solía acercarse a sus compañeros entre escenas y darles consejos de actuación, una actitud que no era bien recibida por sus pares.
El punto máximo de tensión entre Michele y el resto del elenco se pudo ver en vivo en la ceremonia de entrega de los Grammy en 2011. La banda de sonido de la serie estaba nominada y todos estaban sentados en una larga fila en los primeros asientos. A ella le tocó presentar a la banda Lady Antebellum, pero cuando subió al escenario ninguno de sus compañeros la aplaudió, sino que se quedaron en silencio para sorpresa de todos los invitados y la prensa.
Amores y odios entre bambalinas
Pero no todo eran egos: como era de esperar con un grupo de adolescentes que pasaban mucho tiempo juntos, los romances y relaciones ocasionales estaban a la orden del día. Pero en un momento las cosas se descontrolaron y el mismo Murphy tuvo que poner orden: "Impuse la regla de que no se podía tener sexo en los camarines o en el estudio. Por supuesto que muchos no me hicieron caso pero... ¡tenía que imponerme!. Yo les decía: ‘¡Sé que tienen las hormonas revolucionadas pero no lo hagan acá! Soy como su padre, ¡hagan lo que yo les digo!’". Para el productor era difícil luego lidiar con actores y actrices que no querían hacer ciertas escenas porque venían de rupturas amorosas o noches de sexo salvaje.
Con esa prohibición por parte del showrunner, la mayor parte de la acción sucedía entonces en el departamento que compartían Kevin McHale y Jenna Ushkowitz, quienes se hicieron amigos durante la grabación del primer año y desde la segunda temporada se mudaron juntos. En un comienzo la prensa sospechó que los dos estaban enamorados pero Kevin salió del closet y despejó dudas, pero en el elenco todos le llamaban "nidito de amor" al lugar, ya que era el centro de varios encuentros clandestinos.
"En el ‘nidito de amor’ hicimos que uno de los miembros del elenco probara marihuana por primera vez. Fue en una víspera de Año Nuevo, conseguimos gomitas con marihuana y se las dimos de comer", asegura la actriz Naya Rivera en su jugosa autobiografía, aunque no revela de quién habla. Ese tipo de fiestas eran habituales en el elenco: "En Navidad hacía una fiesta en mi casa de Beverly Hills que llamábamos ‘Snixmas’ en vez de ‘Christmas’ porque cuando me emborracho tengo un alter ego al que conocemos como Snix".
Rivera también contó que salió en secreto con su compañero de elenco Mark Salling , un vínculo corto e intenso que terminó cuando descubrió que él le era infiel con varias mujeres a la vez. Furiosa, llenó el auto de su examor con basura, huevos y comida para perros, que era todo lo que tenía a mano. Al ver la escena, Salling salió corriendo pero tuvo que regresar dos días más tarde cuando el olor en el auto era insoportable.
Aunque luego de terminada la serie el actor no tuvo papeles significativos, en 2015 regresó a las noticias luego de que un allanamiento en su casa de Los Ángeles culminara con el hallazgo de decenas de imágenes de pornografía infantil en su computadora personal. Mientras esperaba la sentencia del juicio, el 30 de enero del año pasado el actor se suicidó colgándose de un árbol cerca de una cancha de beisbol en su ciudad, Salling tenía 35 años.
Otro amor inesperado fue el de Michele nada menos que con Morrison, quien en la serie hacía de su profesor. "Nos conocíamos de antes, de una obra de Broadway, y tuvimos una cita una vez, pero finalmente decidimos ser amigos", escribió. Lo que no contó, por error o para evitar escándalos, era que se llevan casi diez años de diferencia y ella era muy joven cuando empezó Glee.
La tragedia llega al set
En muchos sentidos el clima de "viaje de egresados" que se vivía en la serie cambió para siempre cuando uno de los protagonistas, Cory Monteith, falleció en julio de 2013 por una sobredosis de alcohol y heroína.
El actor había comenzado con sus adicciones mucho tiempo antes, a los 12 años, y había atravesado varias instancias terapéuticas con distinto éxito. Cuando empezó en Glee, estaba recuperado pero la fama y el vértigo de las grabaciones lo dejaron vulnerable y para la tercera temporada para todos era claro que su consumo de alcohol durante las grabaciones estaba fuera de control. Es por eso que todo el equipo junto a su familia hacer "una intervención" con un terapeuta, y el actor aseguró que comenzaría un tratamiento. Pero no fue suficiente, o quizá no lo hizo a tiempo.
La muerte de Monteith golpeó tanto al equipo de Glee como a su audiencia, que no estaba al tanto de la lucha personal del galán. Tras semanas de deliberaciones, Murphy decidió usar el tercer episodio de la quinta temporada para "hablar" sobre el duelo por la muerte de su personaje, aunque se omite decir cuáles fueron sus causas.
Para Lea, quien era la novia de Monteith en ese momento, el golpe fue el doble de duro. Poco tiempo después, en la entrega de los premios Teen Choice Awards, dio un discurso que llenó de lágrimas a todos:
Otro de los grandes afectados por esta muerte fue Murphy, quien en distintas ocasiones reconoció que no pudo mantenerse profesional y creó lazos demasiado personales con el elenco, tal vez por su juventud. Esto perjudicó a todos y relajó demasiado las reglas. "Pongámoslo así: Glee fue mi mejor y mi peor experiencia laboral... ¡Y la mejor preparación por si un día soy padre de un adolescente!", le confesó a Entertainment Weekly.
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