Dragon Ball: por qué una de las series japonesas más populares de la historia fue denunciada por “violencia simbólica” y levantada de la TV en la Argentina
Creado en 1984 por Akira Toriyama, el manga sigue las aventuras de Goku, un personaje basado en la leyenda tradicional china del Rey Mono; es tan célebre en Japón que tiene su propio día festivo; el éxito de la serie no oculta las diferencias culturales entre Oriente y Occidente
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“Violencia simbólica en un contexto de aceptación social que naturaliza el abuso de un mayor sobre una menor”. Por estos contenidos, denunciados por el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, la señal Cartoon Network decidió retirar de su grilla a la serie Dragon Ball Super, uno de los animés más exitosos de todos los tiempos. Las polémicas por los dibujos animados japoneses no son nuevas y suelen eclosionar cíclicamente debido, principalmente, a las diferencias culturales entre Oriente y Occidente.
Astroboy, primer animé estrenado en la TV occidental en los años 60, incluía en su versión original desnudos femeninos y masculinos que fueron censurados para su exhibición fuera de su país, al igual que una serie de escenas de violencia física y psicológica que condenaban el maltrato infantil. Sailor Moon, animé de los 90 pionero en retratar identidades de género diversas, vio cómo el catálogo de sus personajes LGBTQI+ eran redefinidos de forma binaria para su emisión en los EE.UU., Europa y América Latina. Son solo dos ejemplos de las diferencias entre las industrias del entretenimiento de Japón y Hollywood, y también en las sociedades occidentales a la hora de convenir cuáles son los contenidos “infantiles” para las audiencias.
Un poco de historia
En el principio de todo se encuentra uno de los personajes más importantes de la literatura china: Sun Wukong, más conocido como el Rey Mono, protagonista de innumerables relatos orales. Surgido durante el apogeo de la dinastía Tang, entre los años 618 y 907, Sun Wukong es un mono mágico con superpoderes (fuerza, gran velocidad y la capacidad de transformarse en distintos animales y objetos), cuyo cabello va cambiando de color a medida que aumentan sus habilidades extraordinarias. Con el paso de los siglos, Sun Wukong pasó a la literatura, la danza, el teatro, la radio, el cine y las historietas, entre otras representaciones artísticas. Mao Tse-Tung llegó a utilizar su figura para definir las condiciones morales que deberían caracterizar al prototípico ciudadano de la República Popular.
A mediados de los años 80, el mangaka japonés Akira Toriyama se encontraba en un momento bisagra de su carrera profesional. Venía de un primer gran éxito, el manga y el animé de Dr. Slump, y necesitaba encontrar un nuevo proyecto para consolidarse. Tomando como base los relatos del Rey Mono, le dio forma a Dragon Ball, historieta que debutó en 1984 en la revista más importante de mangas de Japón, el semanario Shōnen Jump. Armada primero como una comedia de aventuras fantacientíficas, la saga sigue el derrotero del pequeño karateka Son Gokū, ingenuo y agresivo niño con cola de mono y fuerza sobrehumana que, finalmente, resulta ser un extraterrestre superpoderoso, perteneciente a la raza saiyajin, cuyo nombre real es Kakarotto. Para 1995, cuando Toriyama decide poner punto final a la serie, Gokū es un adulto que ha acompañado el crecimiento físico y el desarrollo intelectual de sus lectores. Casado y con dos hijos, se muestra ya como el ser más poderoso de la creación y, al mismo tiempo, como un hombre humilde, un artista marcial inigualable y un gran estratega.
El éxito del manga fue casi inmediato. En 1986, los estudios Toei Animation producen el primer animé de la serie, Dragon Ball, contando las peripecias infantiles de Gokū. Tres años más tarde llega a las pantallas niponas la continuación, Dragon Ball Z, que determinará la consagración internacional de Toriyama y posibilitará la expansión global de la cultura japonesa en Occidente, instalando a Gokū en los primeros puestos del imaginario mundial. El “kame hame ha”, grito que acompaña y simboliza una de las técnicas de combate clásicas de la serie, es apropiado en Occidente como bandera y signo identitario de sus fanáticos. En 2015, en reconocimiento al impacto global del personaje, el gobierno japonés decreta que el 9 de mayo (05/09, de acuerdo a cómo se leen las fechas en japonés) como “día de Gokū”, ya que los números 5 y 9 se pronuncian, respectivamente, “go” y “ku”.
La rueda no para. Películas de dibujos animados y con actores, obras de teatro, revistas, libros, discos, videojuegos, figuritas, disfraces, juegos de rol, emprendimientos culinarios y cantidades inimaginables de merchandising. La TV se prodiga en nuevos animés que continúan la historia de su héroe: Dragon Ball GT (1996-1997), Dragon Ball Z Kai (2009-2011) y, finalmente, Dragon Ball Super (2015-2018), la serie que Cartoon Network acaba de levantar.
Insalvables diferencias culturales
En Japón, las obras de ficción dirigidas al público infanto-juvenil suelen incluir referencias a la violencia y a la sexualidad que no son frecuentes e incluso podrían llegar a ser inaceptables en Occidente. A esto se suman las particularidades estilísticas de la serie, que desde el principio manejó un humor con doble sentido, que se podría comparar con la picaresca de un Olmedo o de un Benny Hill, dos ciclos que hoy no serían considerados “familiares” de aparecer por primera vez en las pantallas argentinas.
Un par de ejemplos para entender el humor de Dragon Ball. Bulma, el principal personaje femenino de la saga, debe su nombre a una deformación del término inglés bloomer, utilizado para denominar a la ropa interior femenina de la época victoriana. Y el maestro Roshi, protagonista de la escena de Dragon Ball Super que motivó la denuncia, corporiza al prototipo humorístico del “viejo verde”, un hombre extremadamente pervertido y desagradable. Un recurso cómico de los años 80, que era aceptado en tanto caricatura que censuraba un comportamiento reprobable, pero que a ojos actuales se ve muy lejos de la “picardía”.
En Europa y los EE.UU., editoriales y cadenas televisivas han dado diferentes respuestas al dilema de qué hacer con las obras que chocan de frente con el cambio de paradigma cultural. Algunos han optado por seguir emitiéndolas pero contextualizando esos contenidos como forma de contribuir con los procesos de concientización (lo que hizo HBO Max con Lo que el viento se llevó). Otros, en cambio, eligieron el levantamiento de la obra o su alteración parcial o total para alinearla con las sensibilidades contemporáneas. Cartoon Network decidió sacar el programa del aire, y confirmó oficialmente que procederá a editar los capítulos de la serie para una posible vuelta a las pantallas.
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