Drácula: interesante relectura de un clásico, entre el horror y el género detectivesco
Drácula. Creado por Mark Gatiss y Steven Moffat. Elenco: Claes Bang, Dolly Wells, John Heffernan. Disponible en Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
A 99 años de la primera adaptación de la novela Drácula (1897), la insuperable Nosferatu de F.W. Murnau, es lícito preguntarse qué queda por hacer con esta historia. Solo desde el año 2000, Wikipedia registra 22 versiones cinematográficas del personaje, y esto sin contar los infinitos cruces, mutaciones y remezclas que sufrió el mito, como el vampiro beta y desexualizado que encarnó Robert Pattinson en la franquicia Crespúsculo.
Al parecer, fue justamente la popularidad de esa saga la que llevó a los showrunners Mark Gatiss y Steven Moffat (creadores de Sherlock), a interesarse nuevamente por el más elegante de los no-muertos: "Estas cosas van en círculo", dijo Gatiss al diario The Independent. "Hubo tantas iteraciones de vampiros modernos que ya es lícito volver a los castillos y a las capas". Esta es, en efecto, una versión clásica de la historia, camp y gótica a la vez. ¿En qué se diferencia de las decenas llevadas a la pantalla en los mismos términos por la célebre compañía Hammer en los años 50 y 60? Teniendo en cuenta a los creadores, la respuesta no es totalmente inesperada: esto es Dracula vs. Sherlock, aunque Sherlock aquí lleva un crucifijo y se hace llamar Sister Agatha.
A pesar de sus hábitos, la hermana Agatha es una devota de la razón y enfrenta la animalidad y las pulsiones desatadas del vampiro con ascetismo e imperturbable lógica. En la escena más significativa del primer episodio, Drácula se halla a un lado de una reja, bañado en la sangre de un animal y desnudo, mientras que, del otro lado, la monja intenta desentrañar racionalmente por qué el vampiro no puede cruzar la entrada sin una invitación. "Tengo un conocido que es detective en Londres", dice Agatha, por si hiciera falta sellar el vínculo.
El danés Claes Bang es un hallazgo para el rol del centenario conde: luce exactamente como una edición de los mejores genes de Bela Lugosi y Christopher Lee. Sin bien la puesta en escena no es enteramente irónica, el actor encarna a Drácula un poco como un viejo villano de Bond: tiene la compulsión de dejar caer un one-liner antes de cada acción diabólica, aunque no todos dan en el blanco. "Me gusta un poco de pelo", dice tras abandonar su forma animal, con una media sonrisa como si hubiera metido un double entendre genial. Entre citas a versiones previas y una sensibilidad contemporánea, este Drácula encuentra su singularidad en el cruce de dos tradiciones: la irracional de horror y la hiperracional de relato detectivesco. "Soy todas tus pesadillas juntas: una mujer educada con un crucifijo", sintetiza Agatha. Amén.
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