A mediados de los años noventa, un western protagonizado por una médica se consolidó como un éxito que hizo de Jane Seymour una gran estrella
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A finales del siglo XX, poco quedaba de la tradición del western televisivo. Las aventuras de vaqueros y pistoleros no eran las opciones más buscadas por una nueva generación de televidentes, y los clásicos como La ley del revolver o El gran Chaparral, eran desconocidos por un público que abrazaba otras temáticas. Sin embargo, esa tendencia se revirtió gracias a la aparición de Doctora Quinn, una heroína que, en épocas de forajidos, llevó salud a los rincones más inhóspitos y vivió una enorme historia de amor, en el marco de una producción que no estuvo exenta de varios conflictos.
Sullivan y Quinn, dos pioneras
El comienzo de Doctora Quinn está atado a un pedido del canal CBS, que estaba buscando un nuevo drama para su grilla. Para esa tarea, los directores de la señal convocan a una experimentada guionista llamada Beth Sullivan. La escritora aceptó pero con la única condición de que su ficción fuera protagonizada por una mujer, y que la acción transcurriera en los años posteriores a la Guerra de secesión. Desde la CBS consideraron que esa premisa podía ser innovadora y atractiva, y apostaron por ese proyecto al que aún le faltaba mucho recorrido.
A pesar de no ser una experta en la materia, a Sullivan le interesaba acercarse a ese período histórico desde la perspectiva de una mujer que debía enfrentarse a los prejuicios de su entorno. De esa manera surgió la idea de hacer que la protagonista fuera una doctora, justamente porque en esa época la salud era terreno casi exclusivo de los hombres. Y aunque Sullivan negó cualquier conexión histórica al respecto, hubo una doctora que pudo servir de inspiración para darle vida a Michaela Quinn. Susan Anderson, popularmente conocida como Doc Susie, era el nombre de una médica que a principios del siglo XX, se convirtió en una de las primeras profesionales de ese rubro.
La importancia de Jane Seymour
“Cuando iba a leer el guion, quería sentir que estaba frente a un material sustancioso, algo que me resultara relevante”, aseguró la actriz Jane Seymour en referencia al episodio piloto de Doctora Quinn. Los productores tenían todo listo para comenzar a filmar, pero luego de numerosos castings fallidos, estaban frente a la urgencia de encontrar a la figura ideal para interpretar a Quinn. Por ese motivo, Seymour tuvo pocas horas para definir si quería o no trabajar en ese proyecto. Doce horas después, Jane estaba lista en el set para interpretar a la protagonista de esa ficción. Claro que detrás de esa decisión apresurada, hubo una razón de peso.
En una nota, Seymour confesó que quien era su marido -por aquel entonces, un productor caído en desgracia-, había acumulado una deuda cercana a los nueve millones de dólares. El matrimonio necesitaba saldar cuentas de forma urgente, y la actriz le rogó a su representante que le encontrara cualquier cosa en la que pudiera actuar. De esa forma, la oferta por componer a la Doctora Quinn fue un salvavidas en medio de una alarmante situación económica. Y ese rol que aceptó desde la desesperación, con el tiempo, ella confesó que sería “el trabajo del que se sintió más orgullosa”.
El amor, la acción y el drama de una época
La CBS no le tenía demasiada fe a Doctora Quinn. La cúpula del canal no consideraba que el proyecto fuera a ser un fracaso, pero tampoco les parecía que tuviera los ingredientes necesarios para consolidarse como un gran éxito. Las expectativas, en definitiva, eran más bien moderadas. Debido a eso es que el piloto no fue de 45 minutos, sino de dos horas. La idea era presentar el producto como un largometraje para televisión. En el peor de los casos, y si el rating no acompañaba, todo quedaba como un film, pero si la recepción era buena, dicho largometraje se podía convertir en una ficción semanal. Efectivamente, esto último fue lo que sucedió.
El piloto de dos horas se estrenó el primero de enero de 1993, y el público reaccionó con mucho interés a la propuesta. Los televidentes se entusiasmaron con la saga de Michaela Quinn, una doctora que se muda a Colorado y que, luego de la muerte de su mejor amiga, queda al cuidado de sus tres hijos. La historia de una profesional que debía abrirse paso en un mundo marcadamente masculino, demostrando su profesionalismo y talento, y sus vaivenes amorosos con Byron Sully (Joe Lando), representaron un combo que atrapó al público. Sin dudarlo demasiado, la CBS le dio inmediatamente luz verde a una primera temporada que fue un éxito y que hizo de Doctora Quinn, uno de los títulos más populares de ese canal.
El rodaje de la serie, se llevaba a cabo en un pueblo cuyo decorado podía ser visitado por los fans. De esa forma, la gente recorría las instalaciones y podía ser testigo de las grabaciones (como se vio en una divertida secuencia de La niñera). Eso permitió que entre las estrellas y sus fans hubiera un vínculo estrecho, y los televidentes construyeron un puente muy importante con el universo de ese western.
Muchos fueron testigos en esas visitas de una innegable atracción entre Jane Seymour y Joe Lando. Pero esa tensión jamás pasó a mayores, en parte porque Seymour estaba casada, pero también porque la novia de Lando le reveló que estaba embarazada. De más está decir que el rodaje de todos los episodios futuros fue especialmente tenso de a ratos, teniendo en cuenta que entre Jane y Joe hubo una historia de amor que ellos no pudieron vivir jamás en plenitud.
Un éxito inesperado
“No quiero hacer algo que entretenga pero que no diga nada. Sea un drama o una comedia, una ficción debe tener algo para decir”, aseguró Jane Seymour con respecto a por qué le gustaba Doctora Quinn. Y es que a pesar de ser un melodrama en clave de western, esta historia construía una épica que tenía eco en el mundo presente, y que provocaba una fuerte empatía con el público femenino. La actriz estaba profundamente orgullosa de su personaje, y en una oportunidad aseguró que el encanto de Doctora Quinn era que “versaba sobre la naturaleza humana, en todas sus formas posibles”.
Entre 1993 y 1997, este título fue uno de los más vistos no solo en Estados Unidos, sino también en los cien países en los que se emitía regularmente. Pero poco a poco, los productores comenzaron a exigir cambios que no le sentaron bien al show.
Según distintos relevos, aunque inicialmente el público de la serie estaba compuesto por hombres y mujeres entre los 18 y 49 años, promediando el quinto año, otra encuesta arrojó que los televidentes eran mayormente mujeres de más de cuarenta años. Ante ese resultado, el canal se fijó como objetivo recuperar a un sector más joven de la audiencia. De ese modo, las historias ganaron en oscuridad y hubo dolorosos momentos, como el aborto espontáneo que sufre Quinn o la aparente muerte de su pareja, Byron Sully. Aunque este último giro en la trama, fue un recurso de la producción para protegerse ante la posible renuncia de actor que lo interpretaba.
Joe Orlando no estaba contento con la evolución de Sully, y solía reclamarle a los guionistas y productores por este tema. Por ese motivo es que Orlando consideró renunciar al show apenas terminara su contrato.
La creadora de la serie, Beth Sullivan, decidió entonces que, al finalizar la quinta temporada, Sully desapareciera en un río. De esa manera, la producción evitaba un posible chantaje, ya que si el actor finalmente renunciaba, Quinn se encontraría con el cuerpo de su amado; pero en caso de que Orlando diera marcha atrás, entonces su personaje iba a sobrevivir. Eventualmente la solución fue un término medio, porque si bien el actor regresó al show, para disgusto de los fans sus apariciones fueron esporádicas.
Adiós a la doctora
La sexta temporada de Doctora Quinn, emitida en Estados Unidos entre septiembre de 1997 y mayo de 1998, fue la última tanda de capítulos. La poca participación de Sully y el redireccionar las historias hacia un mayor drama, fueron elementos que no terminaron de sentarle bien a la trama, y si bien el rating no se desplomó, la cúpula de la CBS decidió dar de baja el show.
Como era de esperar, los fans estallaron. El público más fiel de Doctora Quinn comenzó una campaña para que la heroína regresara a la pantalla, y eso se tradujo en el estreno de dos largometrajes para televisión. El primero de ellos se estrenó en mayo de 1999, y el segundo en el 2001. El buen recibimiento de ambas películas, dejó en evidencia que los televidentes seguían interesados en esa propuesta, y que las aventuras de la médica podían tener mucho futuro. Sin embargo, no hubo ningún regreso, y de un modo agridulce y sin hacerle justicia al amor que el público tenía por ella, la querida médica se despidió para siempre.
Doctora Quinn fue un hito en la televisión de los años noventa, fijando a un personaje que fue clave en la evolución de la narrativa en la pantalla chica. Y así como esa doctora fue pionera en su campo, esta serie también derribó mitos y demostró el eterno encanto que tiene el western y el valor intrínseco de las grandes heroínas televisivas.
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