División Miami: un éxito impensado y Don Johnson, el rebelde que la televisión no sabía que necesitaba
En julio de 1984 llegó a la pantalla de la NBC un show del que nadie esperaba demasiado, pero que redefinió la estética televisiva de ese momento. División Miami comenzó como un concepto sin un objetivo claro, aunque la representación de una Miami idealizada, mezcla de frivolidad, crimen y sexo, resultó de gran encanto para millones de televidentes.
A lo largo de cinco temporadas, la historia recorrió los viciados submundos de esa ciudad de la mano de los detectives James "Sonny" Crockett (Don Johnson) y Ricardo "Rico" Tubbs (Philip Michael Thomas), ambos bajos las órdenes del teniente Castillo (Edward James Olmos). División Miami es un verdadero ícono de su época, y un título que hizo de Don Johnson una verdadera estrella. Claro que el éxito no impidió que el programa se convierta en el eje de varios debates.
Un programa "onda MTV"
A diferencia de lo que sucede con otras series, cuyos nacimientos son el resultado de inspiraciones claras, el origen de División Miami es mucho más difuso. El presidente de NBC, Brandon Tartikoff, atento a las modas y a las tendencias en la pantalla chica redactó un brevísimo texto que le entregó a Anthony Yerkovich, guionista del policial El precio del deber. El escrito básicamente decía que sería interesante hacer un show "de policías tipo MTV". El canal musical, que por esos años estaba en su época de oro, marcaba tendencia en un sector que oscilaba entre los adolescentes y los adultos jóvenes, y Tartikoff sabía que capturar la atención de ese público era la llave para tener un nuevo éxito en su cadena.
Luego de analizar posibles tramas, Yerkovich encontró que el mundo de los oficiales dedicados a combatir el narcotráfico podía ser el semillero de grandes relatos. El guionista pensó que anclar la historia en las playas de Florida, era la excusa ideal para retratar el mundo según la estética MTV, dueña de colores chillones y melodías pegadizas. Yerkovich escribió un piloto de dos horas titulado Gold Coast, pero al que después rebautizó como División Miami.
En esa etapa inicial se sumó quien sería el verdadero artífice del boom que significó la serie, el productor Michael Mann. Con una experiencia televisiva muy corta, que incluyó la breve pero atendible Crime Story, Mann se revelaba como un experto en materia de policiales. Su inspiración en lo referido a la estética del programa fue totalmente casual. Cuando entró en una pinturería decorada con colores pastel, comprendió ese era el tono que iba a predominar en el relato. Por su parte, el director Lee H. Katzin, encargado de varios episodios de la primera temporada, coincidía en la importancia de la sensibilidad MTV: "El show estaba pensado para la audiencia que era fan de ese canal, a quienes les importaban más las imágenes, las emociones y la energía que los argumentos y los diálogos".
Desde que comenzó a producir la serie, Michael Mann sabía que en gran medida el éxito del producto dependía de encontrar al Crockett perfecto, un actor con el cual el público pudiera conectar y que fuera el imán de la historia. Con varios candidatos en mente, entre los que se contó a Jeff Bridges, Nick Nolte y Mickey Rourke (el nombre que más convencía a los productores), llegó al proyecto Don Johnson, una opción que generó una polémica impensada.
Don Johnson, explosión ochentosa
La posibilidad de Johnson como principal estrella era ampliamente rechazada desde la NBC. "Yo había protagonizado cinco pilotos para Brandon Tartikoff, y ninguno de ellos fue aprobado para convertirse en una serie" recordó el actor en una entrevista. Por ese motivo, los ejecutivos de la cadena no lo querían a bordo del proyecto, y mucho menos como figura principal. Sin embargo Michael Mann, en su rol de productor, lo seguía considerando la mejor opción. Con el objetivo de convencer a sus jefes, Mann le pidió a Johnson que pasara tiempo con algunos policías de la división narcóticos y que estudiara ese mundo. Confiado en los resultados de esa idea, también le propuso que fuera a hacer el casting luego de pasar una noche junto a un grupo de oficiales. A la mañana siguiente, Don llegó a la audición desprolijo, despeinado y con unas ojeras que parecían cubrirle toda la cara. Pero así era como lucían realmente los policías de narcóticos, y ese look fue clave para que los ejecutivos cambiaran de opinión: Don Johnson era la mejor opción.
División Miami no tardó en ser un éxito. La mezcla de policial canchero, en una Miami paradisíaca de playas sensuales y noches de disco, pronto conquistó al público. Don Johnson trabajó mucho en la composición de su personaje, y uno de los mayores debates en la creación de Sonny tuvo que ver con su look. Inicialmente, Don quería que el detective luciera como un vaquero, e insistía con que debía vestir camisas y botas. En la vereda opuesta, Michael Mann buscaba un tono más colorido, por eso desechó esa sugerencia y junto a la vestuarista Jodie Lyn Tillen trazaron la estética del personaje como la de "un tipo de playa", con un aspecto más informal. Siguiendo ese camino llegaron al icónico look del saco blanco arremangado y la remesa rosa, un conjunto que es símbolo no solo de esa ficción, sino de la estridente moda de la época.
Sobre el look del personaje, Johnson dijo una vez: "La moda y cómo me vestía era muy importante. Yo tomé lo que me dieron y lo convertí en mi impronta. Lo del saco arremangado pasó simplemente porque tenía que usarlo para tapar el arma y la pistolera. Y lo de no llevar medias fue porque hacía mucho calor como para usarlas. Y esa barba de dos días vino con el personaje, porque se insinuaba que Sonny pasaba mucho tiempo entre narcos. Se trataba de un rasgo implícito, y por eso siempre estaba ligeramente desprolijo y como si hubiera dormido con la ropa puesta".
La convivencia de Johnson con sus dos compañeros también tuvo sus altos y bajos. El actor no se llevaba muy bien con Edward James Olmos, con quien tuvo repetidos choques a lo largo de la primera temporada. Ellos tenían formas de trabajar muy distintas, y pronto generaron fricciones. Basta ver algunos episodios para comprobar que la tensión era tal, que en las escenas compartidas Olmos no mira a Johnson a los ojos. Muy distinta era la historia con Philip Michael Thomas. Muchos medios insistían con que ellos tenían una pésima relación, basándose en los presuntos celos de Thomas ante la popularidad desmedida de su coprotagonista. Y la realidad es que si bien ambos no eran amigos, el vínculo profesional sí era muy bueno. En una entrevista, Philip confesó: "Mientras grabábamos el piloto, prácticamente vivíamos juntos. Trabajábamos hasta los sábados y los domingos. Simplemente queríamos pasar tiempo juntos para descubrir cómo funcionábamos en equipo. No teníamos por qué hacerlo, pero sabíamos que esta era nuestra oportunidad". De hecho, Michael Thomas confesó varias veces que disfrutaba de la mística que le brindaba ser el más reservado del dúo, y mientras Johnson acaparaba toda la atención, él cosechaba un perfil más bajo pero igual de atractivo.
La importancia de Johnson en la serie era capital, y el primero que comprendía eso era Michael Mann. En buena medida, el atractivo de ese personaje y la magnética presencia del actor eran el principal gancho y el único vehículo posible para sumergirse en el retrato pop de esa Miami televisiva. Por ese motivo, cuando sorpresivamente la estrella anunció que se retiraba luego de la segunda temporada, el productor comenzó una ardua negociación para retenerlo. Los ejecutivos de la NBC, que no pensaban dejarse torcer el brazo, no perdieron un instante y apalabraron a Mark Harmon como el nuevo protagonista. El motivo detrás de su intento por irse de la serie, era que su creciente popularidad le permitía dedicarse enteramente al cine, y la realidad es que su partida hubiera sido efectiva si no hubiera sido por la intervención de Michael Mann. El productor se convirtió en un mediador entre ambas partes, y gracias a su papel Johnson se quedó en la serie, eso sí, logrando un aumento que lo convirtió en el actor de televisión mejor pago (en una cifra que, oficialmente, no trascendió). Poco tiempo después, y por sus compromisos con División Miami, Don debió rechazar dos películas que se convirtieron en clásicos: Duro de matar y Los intocables. Irónicamente, un año después Michael Mann se marchaba de División Miami.
Los rasgos de un policial único
División Miami era mucho más que playas vistosas, escenas de acción cargadas de adrenalina y autos de lujo, porque detrás de esa mirada al borde de la caricatura, se escondía una elaborada construcción de personajes. En su rol de productor, Mann seguía muy de cerca el trabajo de los guionistas y les brindaba una visión macro de la historia. De esa manera, se preocupó entre otras cosas de mostrar una maduración clara en el personaje de Crockett. Al principio se trataba de un héroe optimista que hasta mostraba un dejo de ingenuidad, pero poco a poco, y a fuerza de verse envuelto en casos más oscuros, él adquiría un matiz mucho más cínico y descreído.
El show también impactaba por su despliegue técnico y de producción. La inversión de cada episodio rondaba poco menos del millón y medio de dólares, un número que lo convertía en la ficción televisiva más cara del momento (el dato más sorprendente, es que esa cifra era la misma que anualmente se le asignaba a la división narcóticos de la policía de Miami). Una parte de esos dólares estaban destinados a los derechos de canciones, otro ingrediente que esta serie se apropió: el musicalizar las escenas con piezas pop reconocibles de ese período. El universo musical era tan importante en División Miami, que para muchos de sus episodios contó con una notable cantidad de músicos invitados que se animaron a actuar en pequeños papeles. De de esa notable lista de artistas musicales que jugaron a policías y ladrones, se puede incluir a Frank Zappa, Gene Simmons, Miles Davis, Ted Nugent y Little Richard.
A lo largo de sus cinco temporadas, emitidas entre 1984 y 1989, la ficción fue un éxito que sin embargo, no estuvo exenta de polémicas indeseadas. Ante una base de espectadores que se multiplicaban a gran velocidad, y a pesar de los reconocimientos obtenidos (en 1985 llegó a recibir quince nominaciones al Emmy, una cifra récord), algunas voces criticaban el tono de las historias, el uso de las mujeres como adornos en muchos de los escenarios y la estilización de la violencia. Más incómoda aún fue la reacción del departamento de policía, cuyos voceros en más de una oportunidad consideraron que División Miami hacía del delito y el crimen un mundo glamouroso. Por otra parte, figuras políticas vinculadas a Miami también repudiaron la forma en que esa ciudad era representada, aunque luego se llamaron a silencio cuando justamente ante la popularidad de la serie, Miami se convirtió en un gran polo turístico.
Durante sus últimas dos temporadas, no casualmente cuando Michael Mann ya se había retirado, el rating de División Miami comenzó a caer. Con la intención de mejorar su puntería, los ejecutivos de NBC cambiaron el horario de emisión de 22 a 21, pero esa fue una mala decisión, porque a esa hora el canal de la competencia emitía Dallas, un verdadero imbatible de la pantalla chica. Eso repercutió aún más en los números de la ficción, que finalmente cerró sus puertas en 1989. El tiempo pasó, y a 31 años de su final, Crockett, Tubbs y la icónica moda de esta serie aún son el símbolo más inmediato de la televisión ochentosa.
De yapa: División Miami, un film obligatorio
En el año 2006 llegó a los cines un largometraje basado en la serie. Dirigida por Michael Mann, el gran artífice de la saga, esta película es una logradísima actualización de esos conceptos que parecían anclados a los años ochenta.
División Miami es uno de los mejores films policiales del siglo XXI, y es un título que siempre vale la pena descubrir o redescubrir.
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