Disney+: con Falcon y el Soldado del Invierno, Marvel se mete en la coyuntura política norteamericana
La serie, que se estrena este viernes, abordará cuestiones poco habituales en el universo de los superhéroes, como el terrorismo, la grieta, Black Lives Matter y la toma del Capitolio
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Amenazas terroristas, grupos supremacistas que ponen en jaque la estabilidad democrática, creciente militarización de una sociedad cada vez más irascible y dividida, utilización política de los valores identificados con el Capitán América. Las cuatro patas principales sobre las que se apoyará Falcon y el Soldado del Invierno (Falcon and The Winter Soldier), la nueva serie de Marvel que Disney+ estrenará globalmente este viernes 19.
Por lo que se sabe, los seis episodios protagonizados por Anthony Mackie (Falcon) y Sebastian Stan (Soldado del Invierno) estarán en las antípodas de la sofisticada metaficción que caracterizó a WandaVision, metiendo deliberadamente los pies en el barro de la convulsionada coyuntura actual. “Creo que refleja la sociedad en la que vivimos –asegura Stan–. Y va a resonar mucho más fuerte en el público porque nos sumergiremos profundamente en todos esos temas que hemos experimentado de primera mano, así que será fácil identificarse con lo que pasa. De hecho, resulta algo aterrador cuan fácil es identificarse con lo que ocurre”.
La serie recupera el tenso marco del thriller político que se gestó en la película Capitán América y el Soldado del Invierno (2014), donde Sam Wilson/Falcon hizo su debut cinematográfico, justo cuando Bucky Barnes regresaba de su (aparente) muerte reconvertido en una máquina de matar soviética. Y sumándole un par de teorías conspirativas a la trama, quien también vuelve es Sharon Carter (Emily VanCamp), exintegrante de la desbandada S.H.I.E.L.D. y de la CIA, que en esta ficción promete revelar su agenda como agente secreto del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM).
Juntos deberán hacer frente a otro de los villanos recurrentes de la franquicia, el barón Helmut Zemo (Daniel Brühl), cruel terrorista que provocó la ruptura de los Avengers en Capitán América: Civil War (2016). Totalmente recargado y vistiendo la máscara púrpura que lo identifica en los cómics, Zemo llevará adelante un complejo plan que acarreará dolor y culpa a los superhéroes, contando con la (aparente) participación de Georges Batroc (Georges St-Pierre), maestro francés del kickboxing que también apareció en Capitán América y el Soldado del Invierno. Estas maquinaciones parecieran estar relacionadas con el surgimiento del encapuchado movimiento anarcoterrorista Flag Smashers (Aplasta Banderas), liderado por Karli Morgenthau (Erin Kellyman).
La intención del grupo es clara: socavar los valores democráticos y agigantar la grieta que divide a la sociedad norteamericana con actos de violencia y vandalismo político que guardan semejanzas con algunas de las imágenes del asalto al Capitolio que dieron la vuelta al mundo en enero último. Algo notable en un guion pensado y escrito un año antes de que ocurrieran esos ataques en la vida real. “No hicimos futurología –asegura Stan–, lo que pasa es que la serie trabaja los efectos reales de la falta de dirección, de liderazgo adecuado, de brújula moral, de tergiversación del sentido de los símbolos institucionales y patrióticos”.
A la hora de contar esta historia, el guionista Malcolm Spellman y la directora Kari Skogland escogieron ceñirse a un registro bastante habitual en el cine de acción: el de la pareja conflictiva al estilo de Arma mortal o 48 horas, combinando la adrenalina y el humor en una aventura global que pondrá a prueba las habilidades (y la paciencia) de los protagonistas principales. La serie es otro paso más en la Fase 4 del UCM, gracias a un posible cameo de War Machine (Don Cheadle), que funcionaría como disparador de la futura serie Armor Wars, continuidad de la saga de Iron Man que llegaría en algún momento de 2022 a Disney+.
¿El primer Capitán América afroamericano?
La trama de Falcon y el Soldado del Invierno comienza después de los hechos narrados en Avengers: Endgame (2019), donde un envejecido Steve Rogers (Chris Evans) le entregaba el escudo del Capitán América a Falcon, en un simbólico pase generacional que deberá resolverse en el transcurso de la serie. “Falcon aceptó el escudo pero nunca se convirtió en el Capitán –enfatiza Mackie–. Por eso la serie se llama Falcon y el Soldado del Invierno y no Capitán América. Dicho esto, queda claro que, para ambos protagonistas, Steve Rogers es una influencia positiva en su día a día. El legado que recibieron es, al mismo tiempo, una bendición y una carga”.
Por eso tendrán que arreglárselas para mantener ese legado, sobre todo después de la aparición de un ¿falso? Capitán América, creado por el gobierno de los EE.UU. para apropiarse del capital simbólico asociado al superhéroe y transferirlo a su controversial gestión política. El problema es que el violento John Walker (Wyatt Russell) está convencido de que el nuevo Capitán América debe promover y defender valores más autoritarios y conservadores que el original. De ahí que el choque entre ambas posiciones parezca algo inevitable.
Si bien la cuestión del primer Capitán América afroamericano estaba en el núcleo argumental de la serie desde el principio, las postergaciones provocadas por la pandemia de Covid-19 hicieron coincidir el estreno del programa con dos fechas relevantes: el 80° aniversario de la primera aparición del Capitán América, cuyo cómic inicial se publicó en marzo de 1941 y el inicio del juicio contra el expolicía Derek Chauvin, acusado de asesinar a George Floyd en mayo de 2020, hecho que dio inicio a una movilización mundial aunada bajo la consigna Black Lives Matter. “Soy negro –dice Spellman–. Y como cualquier persona de color en los EE.UU., estoy dolorosamente consciente de lo delicadas que son las relaciones raciales en este país. Estamos calificados para tener una idea clara de hacia dónde se dirige esta nación. Por eso estoy entusiasmado de haber incorporado ese conocimiento de la realidad estadounidense en la decisión que Falcon tome con la responsabilidad que le han transferido”.
Y así llegamos a la ilusión más alta que la serie ha despertado entre los fanáticos: aquella pregunta sobre la que Marvel ha echado los cerrojos más inviolables y, fiel a su política comunicacional, sigue (y seguirá) sin negar ni confirmar: la aparición en pantalla de Isaiah Bradley (Carl Lumbly), el primer Capitán América afroamericano de los cómics. Creado en 2003 por los afroamericanos Robert Morales y Kyle Baker para la miniserie Truth: Red, White & Black, Isaiah Bradley es el único sobreviviente de los 300 soldados negros que, en 1942, fueron utilizados por el Ejército estadounidense como conejillos de Indias en un proyecto que buscaba replicar los efectos del suero que convirtió al alfeñique de Steve Rogers en súpersoldado. El experimento, realizado sin consentimiento de los pacientes, y que violaba todo código ético –tal y como ocurrió en experimentos reales del pasado que inspiraron la trama– fue mantenido en secreto por el gobierno; y ni el Capitán América ni la sociedad norteamericana se enteraron de la existencia de Bradley.
El “ascenso” de Falcon a Capitán América sería la decisión justa para esta nueva etapa del UCM, pródigo en paladines que rompen el molde patriarcal y heteronormativo para abrazar el modelo inclusivo de las minorías: mujeres empoderadas (a la Capitana Marvel se le están sumando la Bruja Escarlata, las encarnaciones femeninas de Thor, Hawkeye, Iron Man y Hulk), personajes de ascendencia latina (Xochitl Gomez dará vida a la superpoderosa America Chavez en Doctor Strange in the Multiverse of Madness) y musulmana (Ms. Marvel), representantes del colectivo LGBTIQ+ (Valkirye y America Chavez) y, por supuesto, afroamericanos en posiciones de liderazgo (War Machine y Falcon, obviamente). Son puras especulaciones, por supuesto. Por ahora, lo único seguro son las expectativas que ha generado Falcon y el Soldado del Invierno.
El escudo es mío, mío, mío
Falcon y el Soldado del Invierno carga con una enorme responsabilidad: hacerle los honores al escudo del Capitán América, uno de los símbolos más importantes del Universo Cinematográfico de Marvel. Y si vamos a creer que las manos de Steve Rogers ya no volverán a alzarlo, queda por averiguar entonces quién será el nuevo destinatario de semejante ícono. Tomando en cuenta los antecedentes del cómic, los principales candidatos son tres:
Sam Wilson (Falcon): el primer paladín afroamericano del Universo Marvel y el primero en alcanzar un rango protagónico preponderante en todo el género, debutó en septiembre de 1969 en las páginas de la revista Captain America. Creado por Stan Lee y Gene Colan, este emergente del Harlem más postergado representó un inédito salto cualitativo a la hora de visibilizar y combatir las conductas racistas que sufrían las minorías negras. Entre 2014 y 2017, durante la presidencia de Barack Obama, Marvel consagró a Sam Wilson como el primer Capitán América afroamericano “oficial” de los cómics.
Bucky Barnes (Soldado del Invierno): compañero original del Capitán América durante la Segunda Guerra Mundial, Bucky fue creado por Joe Simon y Jack Kirby hace exactamente 80 años, para el hoy mítico Captain America Comics Nº 1. Durante décadas se lo creyó muerto en la explosión de un avión sobre el final del conflicto, pero en las historietas, en 2005 se reveló que sólo había perdido la memoria y un brazo antes de caer prisionero de las fuerzas soviéticas. Con una prótesis biónica se convirtió en el Soldado del Invierno, sicario perfecto e infalible a cargo de misiones encubiertas para el régimen. Ya en pleno dominio de sus facultades físicas y mentales, asumió la identidad de Capitán América entre 2008 y 2011.
John Walker: Opuesto exacto del Capitán América. Militar hiperviolento y reaccionario, el personaje creado en noviembre de 1986 por Mark Gruenwald y Paul Neary debutó como villano, encarnando los valores más ultraconservadores, mezquinos y segregacionistas que puedan asociarse al concepto de “patriotismo”. Aun así (o por eso mismo), una secreta comisión gubernamental lo eligió como Capitán América en relevo de Steve Rogers. Temporalmente, vistió el uniforme con la bandera de los EE.UU. entre 1987 y 1989, antes de reconvertirse en el superhéroe extremista U.S. Agent.
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