Diciembre 2001: Jean Pierre Noher revela los secretos de la serie sobre la crisis que marcó un punto de quiebre en nuestro país
El destacado actor cuenta cómo llegó a convertirse en el ex presidente Fernando de la Rúa para la ficción que estrena este miércoles Star+ y de qué manera eludió los riesgos de una imitación para lograr caracterizarlo
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Todo estaba planeado en un principio para lanzar la miniserie Diciembre 2001 cuando se cumplieran 20 años de la crisis social, económica y política más profunda y compleja de los tiempos recientes de la Argentina, cuyos efectos todavía configuran el presente de nuestro país y condicionan en buena medida nuestro destino en los próximos años.
Hasta que aparecieron factores imprevistos como la pandemia, que impuso sus propias reglas desde el comienzo mismo de la producción y forzó hasta hoy una serie de recomposiciones en el calendario. En este momento ya no es posible establecer, como se pensaba en un comienzo, una conexión directa entre los acontecimientos narrados en este ciclo y su estreno en streaming, pero queda rápidamente a la vista de todos que no podría haber momento más adecuado que el actual para verla.
A partir de este miércoles, en la plataforma Star+, estará disponible la temporada completa (seis episodios) de esta producción escrita por Mario Segade (El puntero) y dirigida por Benjamín Avila (Infancia clandestina), inspirada en el libro El palacio y la calle, de Miguel Bonasso, sobre los episodios que precipitaron el colapso del gobierno de la Alianza, la salida anticipada del presidente Fernando de la Rúa y un estallido que incluyó saqueos masivos, protestas violentas y manifestantes muertos durante la represión policial.
“Me parece increíble que desde hace tres meses se venga hablando en los programas políticos de lo que pasó en aquel diciembre de 2001″, le dice a LA NACIÓN Jean Pierre Noher vía Zoom desde Santiago (Chile), donde acaba de culminar las grabaciones de una serie de producción trasandina, al hablar de lo oportuno del estreno en este momento. “¿Por qué? Evidentemente hay situaciones parecidas entre aquel momento y a la actualidad. La inflación y la dolarización plantean conversaciones bastante similares”, agrega el destacado y experimentado actor, que personifica aquí a De la Rúa.
Noher dice más de una vez que Diciembre 2001 es una ficción basada en hechos reales. En ella aparecen varias de las figuras de la política y la economía que tuvieron un papel protagónico en la crisis como Domingo Cavallo (Luis Machín), Eduardo Duhalde (el actor uruguayo César Troncoso), Chrystian Colombo (Luis Luque), Antonio de la Rúa (Ludovico Di Santo), Hilda “Chiche” Duhalde (Alejandra Flechner), Manuel Callau (Raúl Alfonsín), Fernán Mirás (Carlos “Chacho” Alvarez), Jorge Suárez (Adolfo Rodríguez Saá), Manuel Vicente (Ramón Puerta) y Vando Villamil (Carlos Ruckauf).
Pero la trama, que adquiere en buena parte de su desarrollo los perfiles netos de un thriller, es sostenida por personajes ficticios como el asesor del gobierno de la Alianza Javier Cach (personificado por Diego Cremonesi), su madre Inés (Cecilia Rossetto) y otro asesor, en este caso del peronismo (Nicolás Furtado). A través de estos ojos también se reconstruye la gran crisis de 2001 desde la entretela del poder.
“La serie intenta asomarse a todo lo que no se conoce de esa historia, a lo que ocurría entre bambalinas –señala Noher-. A mí como actor me interesó ponerme en la piel de lo que le pasaba a ese Fernando que debía tomar decisiones y no parecía muy iluminado. Más bien se lo veía con mucho stress, agobiado por la situación. Y lo que me importaba era auscultar al ser humano en su intimidad, a un De la Rúa en piyama”.
Diciembre 2001 se filmó bajo otro tipo de stress, el de la pandemia. Un tiempo que hoy parece lejano, pero que sus protagonistas recuerdan con la tensión del momento. Época de testeos constantes, de barbijos obligatorios, de protocolos sanitarios, de un constante temor al contagio. “Me tocó estar en medio de una escena, con 100 extras alrededor sin barbijos, mientras el director de fotografía hacía alguna corrección. O llegar al set y enterarte que en los testeos hubo dos positivos de Covid a los que mandaron de vuelta a sus casas. La verdad es que sentías mucho miedo, pero al mismo tiempo nos cuidaban tanto que nos protegieron como niños”, recuerda Noher.
No hubo demasiado tiempo de preparación porque la realidad impuso un rodaje más veloz de lo habitual. Completar los seis episodios llevó nueve semanas y media, cuando una producción de este tipo lleva por lo general al menos doce semanas de trabajos en los sets. Hubo que recrear escenarios parecidos a la Quinta de Olivos, pero a la vez se logró disponer de la Casa Rosada y del Congreso para el registro de varios momentos clave. Algunos integrantes del equipo de rodaje que vivieron aquellos episodios como testigos presenciales se conmovieron especialmente durante el momento del rodaje en el Salón de los Bustos.
“Para aquellos que vivimos esa época la serie nos ayuda a refrescar la memoria, y para los sub 30 que no la pasaron es una gran oportunidad para conversar del tema con sus padres y enterarse de cómo de golpe el país explotó después de diez años de un peso, un dólar, porque era algo que no se podía sostener más. Esta generación va a tener un peso muy importante en las próximas elecciones y será muy bueno que conozcan las consecuencias de los errores garrafales cometidos en aquel tiempo”, agrega Noher.
También admite que haber participado de este ciclo cambió en su caso la perspectiva que tenía sobre los hechos y los personajes de este momento de la historia argentina reciente: “Todo te hace pensar que esa gente, los gobernantes, los políticos, también son seres humanos. Con enormes responsabilidades, pero ante todo personas. Esto me llevó a tener una mirada un poco más piadosa hacia los políticos y las situaciones que les toca asumir. En un punto sentí que la política merecía ser reivindicada. Son personas que por lo general tienen las mejores intenciones, pero a veces las circunstancias llevan a que no puedan alcanzar sus objetivos de brindarle el mayor bienestar posible a la gente”.
Quienes hicieron la serie reconocen que lo más atrayente a primera vista pasa por las caracterizaciones y lo que un grupo de actores muy conocidos lleva adelante para aproximarse a la personificación ideal de figuras decisivas de la política y la economía, algunas de ellas todavía muy influyentes en los tiempos actuales. “Mi primera escena –recuerda Noher- fue el encuentro con Cavallo y cuando lo veo llegar a Machín, aluciné. ¡Era encontrarse de verdad con Mingo! Tuve esa sensación”.
El actor reconoció un problema cuando tuvo que empezar a preparar la caracterización. Se dio cuenta que la imagen que el público tiene de De la Rúa se aproxima más a la imitación (”extraordinaria”, según Noher) de Fredy Villarreal que a la figura real del expresidente. “Ni Benjamín ni la producción querían que el personaje cayera en una imitación, con apliques y esas cosas, aunque sí tuve que pelarme. Lo que más me importó, lo recuerdo bien, era la energía particular que transmitía De la Rúa, que dista mucho de la que tengo yo. Nos inspiramos en el personaje de Gardiner en Desde el jardín, la obra de Jerzy Kosinski. Un personaje que parecía alejado de la calle en ese momento, que no confiaba en la gente que tenía alrededor”, explica.
Noher se sorprendió cuando Avila le dijo que podía ser un De la Rúa perfecto. Y cuando aceptó interpretarlo, una de las primeras cosas que hizo fue llamar al reconocido imitador Martín Bilyk para que le hiciera de coach en un par de encuentros. “No me parezco a él para nada, por eso intenté acercarme desde la caracterización. Y yo siempre trato desde el tiempo en que personifiqué a Borges de encontrar la voz del personaje, en ese caso esa ronquera particular que tenía Chupete cuando hablaba. En eso Bilyk me ayudó mucho. El imitador trata siempre de que el personaje aparezca. No hay allí una versión del personaje real, porque no se ve detrás de él al actor que lo personifica. Por eso digo que esta es mi versión de De la Rúa”, aclara.
Lo que más celebra Noher es la profusión de biopics en la producción más reciente de ficciones hechas en nuestro país para las plataformas de streaming. “Me estoy recibiendo de a poco en la carrera de biopiquismo. Eso no me pasaba cuando estudié con Alezzo”, dice risueñamente. Recuerda las dos veces que personificó a Jorge Luis Borges y sus apariciones como el padre del Che Guevara en Diarios de motocicleta, como Guillermo Coppola en la serie sobre Diego Maradona y como el productor discográfico André Midani en El amor después del amor, la serie de Netflix inspirada en la vida de Fito Páez.
“Después de 40 años uno no puede no repetirse, pero cuando existe la posibilidad de componer me siento muy bien. Me divierte hacerlo, me gusta, lo trabajo al detalle y, siempre sin imitar, me gusta mucho eso de meterme en la piel, en los pensamientos y en la sensibilidad de un personaje real. A mí no hay cosa que me guste más que caracterizarme, por más que también disfrute, como me pasó acá en Chile, seguir interpretando personajes de ficción”, dice Noher.
A esta altura ya es un veterano de las caracterizaciones. Lo cuenta con alguna sorpresa, como la que recibió cuando aceptó la convocatoria para sumarse al elenco de Diciembre de 2001. Revela que su nombre no era la primera opción para personificar a De la Rúa. “Pero a veces pasa que te toca ser rebotero, ¿viste?”, ilustra. Y dice que ahora las cosas son más fáciles gracias al archivo visual disponible en las redes sociales.
“Hoy tenés material de sobra, algo que no pasaba cuando me tocó personificar a Borges por primera vez con Javier Torre. Un día Alejandro Vaccaro, un gran historiador y recopilador de la obra borgiana, me llevó a la casa de Fanny, la que era ama de llaves de Borges, y yo con un cassette grabándola le iba haciendo preguntas. Estamos hablando de 1999, otro tiempo en el que no había redes ni YouTube ni nada. Hoy, en cambio, tenés de todo y por todos lados para preparar mejor al personaje”, cuenta.
No solo hay televisión en el presente de Noher. La rutina de viajes que encaró sin pausas desde enero pasado a través de la Cordillera de los Andes (con una semana de estada en Santiago cada mes y medio) para grabar la serie de comedia Dime con quién andas no le impidió seguir con las funciones de El cazador y el buen nazi, la obra teatral escrita por Mario Diament que interpreta junto a Ernesto Claudio los domingos, a las 17, en la sala El Tinglado.
El actor argentino de presencia más prolífica en series de ficción producidas en Brasil también es una figura que jamás eludió el compromiso político y la toma de posición en momentos importantes del pasado reciente de nuestro país. Y por la misma razón se siente con autoridad para decir que no ayuda mucho en este momento requerir todo el tiempo “desde afuera” pronunciamientos y afirmaciones sobre temas cuya solución es responsabilidad exclusiva de los políticos.
Pero del mismo modo afirma que esta serie sobre los hechos de diciembre de 2001 puede ser una contribución para el aprendizaje de la sociedad. “Hay que dejar de repetir ciertas historias. Ojalá que podamos unirnos para superar este momento. Fue tan hermoso volver a gritar todos juntos campeones del mundo, cinco millones de personas en la calle. Sería buenísimo volver a scalonizarnos, ahora por el lado de la política”, dice.
¿Hay héroes y villanos en la trama de Diciembre 2001? “Yo creo que sí –concluye Noher-. Hay responsables. No puede no haberlos. Hubo 39 muertos, traiciones, teléfonos que no se contestaban. Todo lo que pasó no fue cosa de un día. Ya venía muy mal desde el Tequila. La Alianza nos había dado muchísima esperanza a los que la votamos. La renuncia de Chacho Alvarez fue un golpe muy fuerte. El peronismo y la Alianza intentaron negociar alguna salida, mientras tanto empezaban a surgir los piqueteros… Todo estalló en 2001 pero se venía gestando la cosa desde antes. Hay héroes y también hay villanos. Que la gente los descubra cuando vea la serie”.
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