De qué trata Post Mortem, el policial con Julieta Zylberberg que llega a Flow
Entre el policial, la lógica descarnada de los medios de comunicación, el suspenso y algo de docudrama transita Post Mortem, una ficción diferente en tiempos de pandemia. La apuesta de StoryLab, Cablevisión Flow y TECtv (canal del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva), que estará disponible en la plataforma de streaming de Cablevisión a partir del 8 de octubre, intenta darle una vuelta de tuerca al subgénero de la intriga forense, tan afín a la ficción norteamericana pero muy poco explorado en la local.
Los periodistas Florencia Rodra (Julieta Zylberberg) y Guillermo O'Reilly (Esteban Pérez) son convocados por el editor del medio en el que trabajan (Alejandro Awada) para llevar adelante una nueva sección de crónicas policiales. Se trata de hacer investigaciones de campo, ir a cada escena del crimen, familiarizarse con la muerte para poder contar luego las historias más atroces en primera persona.
De todas formas, es necesario aclarar que el inicio de Post Mortem encuentra a la pareja de periodistas un año después de ese momento, presos e investigados por homicidio. ¿Qué sucedió en el tiempo que trabajaron juntos para terminar así? ¿Qué historias del pasado los llevaron a esa situación? ¿Alguno de ellos (o los dos) descubrió cómo cometer el crimen perfecto?
"Si bien la serie es un caso por capítulo, hay una trama amorosa y emocional de cada personaje que se desarrolla a lo largo de toda la serie -le cuenta Julieta Zylberberg a LA NACION-. Lo que me interesó a nivel actuación es que el personaje es muy distinto cuando empieza la serie a cuando termina, sufre una transformación. Es genial poder atravesar esos personajes y momentos".
Un importante diferencial aparece en Post Mortem frente a otras ficciones contemporáneas, tanto locales como foráneas: una preocupación por encontrar el equilibrio entre el texto y la imagen evitando cortes abruptos, y esa edición vertiginosa de la que actualmente se hace uso y abuso. Al contrario, aquí hay una cadencia de policial negro más cercana a lo cinematográfico, tanto en estética como en ritmo.
Diego Palacio es el director (además de productor y guionista) de Post Mortem, pero por sobre todo un entusiasta del género: "Si tengo que pensar en influencias, me viene a la mente David Fincher, también el cine de la década del 70. El policial negro es un género que nos gusta, y además funciona bien tanto localmente como globalmente. Esta serie tiene aspiraciones de viajar, de estar en plataformas de otros países, tanto en Europa y Estados Unidos como en América Latina. Por eso también es que en muchos pasajes los personajes dejan de lado esa discursividad cotidiana tan nuestra".
Otro ítem en la columna de logros de la serie es la inclusión de entrevistas con expertos (en el primer capítulo aparece el licenciado en Filosofía y Sociología, Ricardo Torres Medrano), que aportan una mirada no ficcionada sobre la criminalística forense, convenientemente orientada al entramado de cada capítulo. Recuerda Palacio: "Nos juntamos mucho con ellos, hacíamos mesas redondas hablando de casos policiales relevantes. La idea de que está inspirada en historias reales es tal cual. No te vas a encontrar con un caso definido pero sí con elementos de varios en cada uno. Nos nutrimos mucho de esas charlas con los especialistas, no porque fuera una necesidad de la ficción sino porque nos gustaba, y porque estaba la idea de que fuera también un contenido de divulgación científica".
Un tercer recurso, que no por conocido resulta menos interesante, es el uso de animaciones para ejemplificar las hipótesis de los protagonistas acerca de cómo se dio la sucesión de los hechos o, incluso, cuáles pueden ser las características del asesino.
Y es en el punto anterior donde Post Mortem crea una incógnita, que en el devenir de sus ocho capítulos podrá resolverse con mayor o menor éxito. Desde el comienzo, el guion hace equilibrio en una línea demasiado delgada entre el trabajo periodístico y el accionar policial, dejando a la pareja protagónica en una "zona gris", que en la medida que no se defina puede llevar a una pérdida de identidad del producto final. Un riesgo del que los responsables fueron perfectamente conscientes: "Elegimos periodistas en vez de detectives porque teníamos otras aspiraciones desde lo creativo en cuanto a la búsqueda de la verdad y la justicia. Los personajes lo dicen varias veces: somos periodistas, nuestro trabajo termina acá. No están pensando en quién es el culpable o quién la víctima. Ese lugar se lo dejan a la Justicia. Además, si eran policías, se iba a complicar el arco dramático de la protagonista, que a medida que avanza la historia es cruzado por otras intenciones y dilemas", explica el realizador.
Post Mortem es una serie interesante que se presenta como una obra integral dividida en ocho entregas de media hora cada una, más que como una sucesión de casos policiales concatenados. Algo que en tiempos de streaming, "maratones", y con una plataforma como la de Cablevisión Flow de por medio, redunda en una propuesta sumamente seductora.
Con la colaboración de Antonela Minniti
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