David Simon, sobre The Deuce: "Nadie nos dejaría hacer ahora una serie sobre el porno"
Es el final de una era en Times Square. Ya bien entrados los años 80, Nueva York intenta dejar atrás una década de violencia y renacer como lo que es hoy en día, la ciudad a la que todos quieren ir. La zona de los teatros, que se había convertido en el centro de la prostitución, las drogas y la pornografía, sería pronto un patio de juegos para los turistas. Con ese contexto como escenario de su tercera temporada, The Deuce también dice adiós a partir del lunes 9, a las 22, por HBO.
"La nueva temporada empieza el día de Año Nuevo de 1985 y sigue durante ese año -explica David Simon, creador de la serie, en una conversación telefónica con LA NACION, de la que también participó su socio creativo, George Pelecanos–. Es un momento de mucha agitación en Nueva York. Los personajes sienten la proximidad de la muerte. La pornografía se muda a la Costa Oeste y seguimos a uno de nuestros personajes, Lori Madison, a Los Ángeles. También nos quedamos en Nueva York con Candy, que se ha convertido en directora de films eróticos pero está trabajando en una película que la va a llevar hacia otro lado. Todos reciben el impacto de estos cambios y también de la transformación de Times Square, que implica la demolición de lo viejo y la construcción de lo nuevo". Darle un final a la serie en su tercera temporada era parte del plan que Simon y Pelecanos tenían en mente desde el principio.
"El origen de la serie fue una persona real que está retratado en nuestra ficción como Vincent Martino –cuenta Simon sobre el personaje que interpreta James Franco–. El fin de los días en los que era el centro de la acción en Times Square coinciden con el final de nuestra narración. Seguimos una historia real porque fue el momento en el que la industria del sexo en la zona del Midtown de Manhattan empezó a decaer y desaparecer. La pornografía se convirtió en algo que la gente consumía en su living. Con el advenimiento del VHS, el porno iba a conquistar el mundo. Pero ese centro de Times Square y los pioneros de esa industria sí desaparecerían. Así que escribimos la última escena de la serie antes que la primera. George y yo trabajamos de adelante hacia atrás a partir de esa última secuencia de ocho o diez minutos, que cierra el octavo y último episodio de esta temporada".
Esa realidad que inspiró a la serie llegó a Simon y Pelecanos de la mano de un productor que trabajó con ellos en Treme y que conocía al hombre en el que está inspirado uno de los mellizos Martino. Aunque el dúo creativo, que comenzó a colaborar en la célebre The Wire, recibe constantes ofertas de historias reales que podrían convertir en series –ambos tienen un pasado en el periodismo– lo que les contó el hombre que supo regentear un bar en Times Square en los 70 les sonó como un buen punto de partida.
"David y yo siempre nos preguntamos sobre de qué se iba a tratar el programa, porque ninguno de nosotros quiere involucrarse en algo que puede ser una buena historia pero que, en realidad, no se trata sobre nada –explica Pelecanos–. Aquí vimos la oportunidad de explorar las relaciones entre los géneros y una forma de contar lo que pasa con las mujeres en el ámbito de laboral. Es algo sobre lo que no habíamos trabajado antes. Era el momento justo en nuestras carreras. Personalmente, hace veinte años no me hubiese interesado tanto. Por entonces, aunque sabía que les pasaban cosas así a las mujeres, sentía que no era tema mío: soy un tipo bastante bueno y yo no hacía nada de eso. Pero llegó el momento de hablar de esto".
Los temas de género y la explotación de la mujer que trata la serie cobraron una feroz actualidad cuando, entre la primera y la segunda temporada, salieron a la luz las acusaciones de abuso sexual contra Harvey Weinstein y otros hombres poderosos, motivando la creación de los movimientos MeToo y Time´s Up. "Me acuerdo específicamente cuando salió el video del entonces candidato a la presidencia Donald Trump (en el que hablaba de ´agarrar a las mujeres de sus genitales´) y estábamos filmando en ese momento. Todos nos sentimos todavía más motivados y nos dimos cuenta de lo importante que era hablar de estos temas".
La necesidad de explorar estas cuestiones aumentó para los creadores de The Deuce cuando se encontraron, de pronto, con que estaban haciendo una serie con mayor actualidad de la que imaginaban. "Entramos en esta historia que nos habían contado sabiendo que hablaba de la economía, el capitalismo y también del patriarcado, que era algo con lo que no habíamos lidiado en nuestros trabajos anteriores y parecía muy crítico e interesante, como también lo eran ese mundo y los personajes –dice Pelecanos–. Para el momento en que llegamos a la escritura de la segunda temporada había pasado lo de Harvey Weinstein y empezado el movimiento #MeToo. No tengo dudas de que si hubiéramos propuesto una serie sobre la pornografía después del caso Weinstein nos habrían dicho que no. Habría habido preocupación y nerviosos por si lo sabríamos hacer bien y si el tono era el correcto. No estoy seguro de que The Deuce se hubiese podido hacer si no hubiésemos estado ya comprometidos con la historia que estábamos contando cuando la industria entró en crisis. Le doy mucho crédito a HBO por permitirnos continuar y por entender que realmente estábamos hablando sobre lo que estaba pasando. No sabíamos todo lo que iba a pasar pero nos interesaba esto que no se había tratado agresivamente en la televisión. Me alegra que llegamos antes de que pasara".
Pero el cambio cultural y social también trajo algunos desafíos para la serie. Por un lado, tuvieron que enfrentarse a las acusaciones de acoso sexual contra James Franco, que no fueron llevadas a la justicia y que no impactaron en la participación del actor en The Deuce. Por otro, tuvieron que reforzar el cuidado en la forma en que retrataban en ficción la explotación sexual. "Es un proceso que empieza en el guion y luego en la producción: trabajamos con todos los equipos técnicos para ver cómo lo vamos a filmar, y continúa hasta la edición de la serie –cuenta Pelecanos–. Sabíamos que teníamos que caminar por una línea muy delgada: si no mostramos desnudos y escenas de sexo sería un engaño, pero si los mostramos demasiado o si lo filmamos con buena luz y lo representamos de una forma hermosa, tampoco funciona, porque sería explotación. Tuvimos que trabajar continuamente en eso y tuvimos una coordinadora de intimidad, Alicia Rodis –un trabajo que se creó específicamente para nuestra serie– para que nos ayudara y estuviera siempre en el set para hablar con los actores y actrices, que podían acudir a ella cuando lo necesitaran. Trabajamos mucho sobre esto porque si el público siente que la serie se centra en la explotación, se desmorona todo".
La participación de la coordinadora de intimidad partió de una sugerencia de Emily Meade a los creadores, quienes aceptaron de inmediato. La actriz interpreta a Lori Madison, personaje que pasa de prostituirse en las calles a ser una estrella del cine porno. Meade sintió que el trabajo de Rodis era necesario para que las numerosas escenas de sexo, muchas de ellas representando una transacción comercial y con componentes de violencia resultaran seguras tanto física como emocionalmente para los intérpretes. "Creo que al principio algunos de los actores estaban preocupados de que ella viniera y sacara toda la sexualidad de la pantalla, pero no es para nada así –explicó Meade, en una entrevista con Variety–. La coordinadora de intimidad no dirige ni le dice a nadie que hay que hacerlo más apto para todo público. Alicia tiene experiencia en coreografiar dobles de riesgo, en lenguaje corporal y en cómo interpretar y proteger. Ella dice: ´Si sabés cuántos metros tenés que saltar, es más fácil lanzarte de cabeza".
Lo que finalmente puede ver el público de The Deuce es un retrato sin filtros de la explotación de las mujeres y su sufrimiento, presentado de una forma que no resulta en una nueva explotación pero de las actrices. "Hay que darle mucho crédito a las intérpretes que confiaron en nosotros como guionistas, en que todos teníamos la misma idea, pero también la seguridad de que, a la hora del montaje, no íbamos a usar incorrectamente sus interpretaciones –dice Simon–. Fueron tres años en los que el elenco, los guionistas, productores y los directores aprendimos a confiar los unos en los otros. Ese es uno de los aspectos más estimulantes de hacer la serie: estamos muy orgullosos de eso".
Presentar en la pantalla temas complicados de una forma que es a la vez realista, atractiva y entretenida es una de las características más sobresalientes del trabajo del dúo, que escribió The Wirey Treme. Según Simon, una de las claves es el sentido del humor de su socio. "George es uno de los escritores más graciosos con los que me tocó trabajar –dice el creador de Show Me a Hero y Generation Kill–. Es un gran escritor dramático, por supuesto, pero realmente valoro el humor y el ingenio. George sabe que el humor hace que la tragedia sea soportable y puede alivianar hasta los temas más oscuros. Cuando tenés que ser trágico, es bueno poder ser gracioso".
Habiendo sido pionero de la era dorada de la televisión con The Wire, Simon tiene una opinión escueta pero muy precisa sobre lo que sucedió en la pantalla chica desde entonces. "Ahora hay mucha televisión –dice–. Creció mucho y ahora es un fenómeno internacional. Con Netflix ves series de todo el mundo y eso es bueno, pero cuando se produce tanta TV hay un declive natural en calidad. Todavía hay cosas buenas y es emocionante. Es un buen momento para ser guionista, en especial un guionista joven, porque hay muchas oportunidades".
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