Crítica: Todos quieren a Daisy Jones carga con demasiados clichés rockeros y muy poca buena música
Esta nueva serie protagonizada por Riley Keough, la nieta de Elvis Presley, está libremente inspirada en la grabación del disco Rumours de Fleetwood Mac
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Todos quieren a Daisy Jones (Daisy Jones and the Six, EE.UU. / 2023). Creada por: Scott Neustadter y Michael H. Weber. Dirección: James Ponsoldt. Música: Blake Mills. Elenco: Riley Keough, Sam Claflin, Camila Morrone, Suki Waterhouse, Will Harrison, Josh Whitehouse, Nabiyah Be, Sebastián Chacón. Disponible en: Amazon Prime Video. Nuestra opinión: regular.
Uno de los rumores más persistentes de la grabación de Rumours, el decimoprimer LP de Fleetwood Mac y uno de los álbumes más vendidos de la historia, es que el consumo de cocaína en el estudio era tan desaforado que la banda estuvo a punto de poner a su dealer en los créditos del disco, una idea que se echó atrás a último momento cuando este hombre resultó asesinado a balazos. A pesar de que Todos quieren a Daisy Jones es una ficción que abreva libremente en la convulsionada historia de la banda de Mick Fleetwood, jamás llega a imaginar algo tan decadente y extraordinario.
Basada en el bestseller homónimo de 2019 de Taylor Jenkins Reid, esta serie de diez episodios apenas ofrece una actualización saneada de los clichés de una biopic rockera para el mundo millennial, es decir, con una pátina de feminismo e inclusión. Así van desfilando el músico talentoso y rebelde -en este caso, acorde a la coyuntura, una mujer- que no quiere seguir las “reglas”, las disputas por el control de la banda, el ego inflamado del frontman, la novia que genera conflictos internos, las intoxicaciones que boicotean los éxitos y la peleas con el manager, es decir, cada una de las estaciones obligadas del vía crucis del rock que la magistral comedia de Rob Reiner This is Spinal Tap deconstruyó para siempre hace ya 39 años (junto a otra media docena de falsos documentales y ficciones posteriores).
Como explicaban los teóricos de la literatura de principios del siglo XX, cuando un procedimiento alcanza la parodia está definitivamente agotado. La realidad no está obligada a ser novedosa, pero dado que ésta no es la historia real de Fleetwood Mac sino una ficción vagamente inspirada en ella, sus estereotipos no pueden, a esta altura, ser tomados muy en serio y menos con la gravedad y el dramatismo que quiere imponerles este relato. La aparición de Timothy Olyphant como el manager que les da su primera oportunidad a estos músicos, con una peluca y un bigote inverosímiles, pertenece a otro programa e indica que esta serie quizás habría funcionado mejor si hubiera intentado ser una comedia.
La novela original presentaba la historia oral de la banda Daisy Jones and The Six, narrada por sus integrantes y allegados. La particularidad de esa historia y de quienes la cuentan es que son una invención de Jenkins Reid, con la salvedad de las referencias mencionadas a los creadores de Rumours. La adaptación preserva esa forma pero quitándole su razón de ser: la fortaleza de una historia oral, aun una apócrifa, es que permite enriquecer el relato al confrontar distintas versiones de un mismo episodio. La serie incorpora “entrevistas” a todos los integrantes del grupo, pero sin necesidad alguna; lo que se muestra no surge de estos puntos de vista sino de un relato objetivo en tercera persona que no cuenta nadie que aparezca en cámara. En lugar de presentar múltiples voces narrativas, la serie pone a sus protagonistas a comentar de modo redundante un relato único, como si fueran espectadores de su propia vida. El recurso se queda en un empobrecido efecto de realidad. Además, se dice que las entrevistas suceden más de dos décadas después de los hechos narrados, sin embargo, salvo la desaparición de las capilaridades hippies, no hay trabajo alguno de caracterización de los intérpretes para que no parezcan igual de jóvenes que veinticinco años atrás.
Esta serie enfrenta otro problema más difícil de maquillar: si la novela afirma que Daisy Jones and The Six es una banda que cambió la historia de la música no necesita demostrarlo, pero una ficción televisiva no tiene más remedio que ponerle imagen y sonido a semejante definición. Es una tarea que no es sencilla y, previsiblemente, una en la que serie no logra estar a la altura. Las canciones originales (que fueron lanzadas en un álbum llamado Aurora -tal como en la ficción-, ya disponible en Spotify) fueron compuestas por el productor y sesionista Blake Mills, con la ayuda de Phoebe Bridgers, Marcus Mumford y Jackson Browne. Si bien no puede decirse que desentonarían en un disco grabado en Laurel Canyon en 1975, tampoco pueden ser consideradas clásicos instantáneos, ni siquiera potenciales hits. El corte “Look At Us Now” es una canción que busca desesperadamente un gancho y nunca lo encuentra.
Algo similar puede decirse de los protagonistas, Riley Keough (la nieta de Elvis Presley, quien interpreta a Daisy Jones, una suerte de Stevie Nicks) y Sam Claflin (Billy Dunne, el Lindsey Buckingham de esta banda). Ambos son tan eficaces en sus interpretaciones como un finalista de La Voz, e igualmente genéricos y anodinos. Daisy Jones and the Six habita en el peor de los mundos: es una ficción tan trillada como solo se le permitiría serlo a una historia real y, a la vez, carece del talento real y los éxitos reales de los músicos en los que se inspira.
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