Crítica de Operativo: Lioness: juegos de opuestos y complementarios en un ágil thriller de espías encabezado por mujeres
Protagonizada por Zoe Saldana, Laysla De Oliveira, Nicole Kidman y Michael Kelly, esta serie disponible en Paramount+ vuelve a confirmar los créditos de Taylor Sheridan como gran reciclador de géneros
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Operativo: Lioness (Special Ops: Lioness, Estados Unidos / 2023). Creador: Taylor Sheridan. Elenco: Zoe Saldana, Laysla De Oliveira, Nicole Kidman, Dave Annable, Michael Kelly, Stephanie Nur, Morgan Freeman. Disponible en: Paramount+. Nuestra opinión: buena.
Una nueva entrega del conglomerado Taylor Sheridan llega a Paramount+ tildando el casillero de uno de los géneros que le quedaban pendientes después de incursionar en el western (la saga Yellowstone) y en el relato de gángsters (Mayor of Kingstown, Tulsa King): el thriller de espías. Operativo: Lioness aborda las narrativas de espionaje desde una premisa ágil y contemporánea que consiste en establecer juegos de opuestos y complementarios de un lado y del otro de la frontera que separa los propios y ajenos.
Estamos en Estados Unidos y la usina de espionaje no es otra que la CIA, así que los propios nacen en el entrenamiento de los marines y la organización de células especiales para combatir el terrorismo. Y la mirada siempre es hacia adentro, en los meandros de una organización formada por hombres y, en este caso, mujeres, que deben combinar el cumplimiento del deber con sus responsabilidades familiares, obsesiones personales y los diversos caminos que llevaron a cada agente a entregar su vida a esa forma de violencia disciplinada bajo un ideal patriótico.
Dos historias se presentan en paralelo. Por un lado, la de Joe (Zoe Saldana), una oficial de alto cargo en inteligencia destinada al desierto en Siria donde debe decidir la suerte de una agente luego de ser descubierta y quedar a merced de las represalias del ISIS. La falla en el operativo la lleva de regreso a Langley, a rendir cuentas ante sus superiores (Michael Kelly y Nicole Kidman, en roles menores) reconectar con su marido y sus hijas, preparar un nuevo activo para recomenzar el ciclo. Por el otro, la accidentada vida de Cruz Manuelos (Laysla De Oliveira), una ex stripper maltratada por su novio que encuentra refugio causal en un comando de marines y comienza una carrera militar como forma de exorcizar su pasado. Entrenada con rigor y autoexigencia, Cruz es la candidata ideal para la arriesgada labor que dirige Joe, alimentada por fantasmas inconscientes al igual que por urgentes convicciones. Lo que surge entre ambas desde su encuentro es una subterránea disputa que consigue tanta tensión interna como riesgo explícito en el encuentro con el enemigo externo.
Lo que más le interesa a Sheridan es el constante conflicto interior que define a ambas protagonistas, escindido entre esa entrega a un deber autoimpuesto y la persistente interferencia de dudas y debilidades a las que quieren domesticar. La violencia entonces es parte de ese ritual que se exterioriza en el campo de batalla pero que adquiere verdadera carnadura en la decisión de pertenecer. En los primeros episodios, los momentos de mayor impacto se dan entre las propias filas militares de la CIA para comprobar la resistencia, para confirmar la lealtad, para cumplir las ceremonias brutales de iniciación. Al igual que había revelado Homeland, la mirada más interesante es siempre hacia el propio interior, antes que dirigida al enfrentamiento con un enemigo que siempre resulta elusivo e indescifrable; allí era la bipolaridad de Carrie Mathison como cristalización de una persistente encrucijada, aquí es el choque y la atracción de dos figuras menos opuestas que a la larga complementarias.
En la dirección de John Hillcoat (Black Mirror, George & Tammy), los dos primeros episodios de la serie persiguen el mismo impacto que Sheridan había conseguido en Sicario, pero sin aquella sequedad y precisión y cediendo a un mayor efectismo visual. Todas las escenas que involucran el mundo ajeno al espionaje y el entrenamiento militar se deslizan hacia un entramado melodramático innecesario, que dispersa la atención y subraya enredos novelescos. Ocurre no solo con la labor como oncólogo infantil de Neil (Dave Anable), el marido de Joe, dedicado a combinar las angustias de su profesión con la crianza de sus dos hijas, sino también con la memoria pasada de Cruz que se circunscribe a los golpes y maltratos domésticos como combustible para sus deseos de venganza.
El conflicto asoma ya en el segundo episodio, cuando Cruz es incorporada al operativo Lioness que consiste en infiltrarse en el círculo íntimo de miembros de alto rango en el gobierno del ISIS en Irak. El contacto es a través de sus esposas o hijas, con quienes las agentes encubiertas entablan amistad y cofradía para lograr información y así gestar un ataque sorpresivo. En la guerra y en el amor, todo vale. El primer blanco de Cruz es la joven Aaliyah (Sthepanie Nur), hija de un objetivo de alto nivel para la CIA, dedicada a hacer shopping en Kuwait. Para Cruz es la verdadera prueba de su valía y la capacidad de separar afectos y deberes en una tarea de sumo riesgo. Para Joe, la demostración de su liderazgo y temple para no repetir fracasos y cumplir con los requisitos de su jerarquía. El rol de Kidman es lateral en los primeros episodios, pero resulta un personaje con cierto peso en las sombras que replica sobre Joe el poder que ella aspira a conseguir sobre su nueva aprendiz.
Operativo: Lioness tiene todos los excesos y debilidades del género, forzando lo verosímil y jugando en un tablero de aliados y enemigos algo maniqueo, pero con cierta astucia en la concreción de los personajes como un par de opuestos. Los desvíos novelescos y una puesta que hubiera requerido mayor nervio le restan potencia, pero aún así confirman a Sheridan como un gran maestro en el reciclaje de los géneros contemporáneos.
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