Cristóbal Balenciaga: un amor prohibido, una vida hermética y el ascenso y caída de un creador fascinante, en una nueva serie
Star+ estrenó una producción de seis capítulos que revela las contradicciones de uno de los hombres más influyentes de la alta costura que cruza la moda, el arte, la historia y el romance en un acabado retrato de época
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La historia de Cristobal Balenciaga siempre fue un enigma. Maestro de la alta costura y una de las personalidades más influyentes, trascendió el mundo de la moda en el París de los años 30, y su reinado continuó durante más de tres décadas. Mientras sus diseños causaban sensación y su apellido se convertía en sinónimo de prestigio, de su vida privada se sabía muy poco. Incluso en España, de donde se fue para convertirse en una leyenda y a donde regresó convertido en una celebridad, un orgullo nacional.
La ecuación resulta llamativa: un hombre que estuvo en boca de todos pero que se ocupó de vivir en un cuidado hermetismo; un costurero del cual solían hablar en las revistas especializadas pero que brindó escasas entrevistas; un obsesivo del trabajo que, sin embargo, dejó muy poco registro de sus pensamientos -más allá de su obra-, un experto que no buscaba fama sino prestigio. “Es como si no supiéramos nada de la vida de Picasso”, grafica Alberto San Juan en diálogo con LA NACIÓN. El actor madrileño fue el elegido para darle vida al icónico diseñador en Cristobal Balenciaga, la serie de seis capítulos que estrenó hoy Star+ y que busca recrear la vida y el legado del creador español.
Un viaje al misterio Balenciaga
En la serie, Lourdes Iglesias, Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga -sus creadores- se valieron del escaso material que existe sobre el talentoso y enigmático español para realizar un retrato del hombre que revolucionó el mundo de la moda. La producción comienza en 1937, cuando el diseñador abre en París su maison con el objetivo de vestir a las figuras más destacadas de la sociedad francesa.
“La serie intenta contar a una persona, asomarnos al interior, viajar hacia el misterio que es todo ser vivo, y en particular uno que se movía entre una fama mundial y una ocultación de todo lo referido a su persona”, repasa San Juan. “A diferencia de Cocó Chanel y Christian Dior -agrega-, de quienes hay innumerables fotografías, entrevistas y filmaciones, de él no hay nada. Hay apenas unas pocas fotos. Él no salía a saludar cuando presentaba una colección. La gente aplaudía y él permanecía detrás de las cortinas”, agrega sobre el carácter del diseñador y el desafío que le valió crearlo para la producción.
El relato en la ficción lo lleva el mismo Balenciaga a través de una extensa entrevista exclusiva con un medio español. Su voz en primera persona cruza cada uno de los capítulos. Y desde ahí recorre su reconversión hacia el éxito; su reacción durante la ocupación nazi en la Segunda guerra Mundial; su relación con la élite franquista; sus cruces con sus afamados colegas; su capacidad para romper con lo establecido y modificar la forma de entender la moda; su amor siempre oculto y homosexual, su incapacidad para tejer relaciones sociales y su fascinación por los géneros, las costuras, las formas y la armonía.
“Salvajemente libre”
De las certezas sobre Balenciaga, se puede decir que nació el 21 de enero de 1895 en Getaria, que fue hijo de un marinero, José Balenciaga, y de una costurera, Martina Eizaguirre, y que tuvo dos hermanos mayores: Juan Martín y Agustina. Del resto, salvo testimonios, algunas docenas de fotos y un par de declaraciones, es poco lo que hay: prefería hablar a través de sus creaciones. Para recrear la historia, los guionistas y San Juan realizaron una extensa investigación, se valieron de documentos y hablaron además con personas que lo rodearon durante sus años de actividad.
“Balenciaga es un cúmulo de contradicciones, como cualquier otro ser humano”, lo define San Juan, y de inmediato ahonda en el tema. “La contradicción de ser católico de misa diaria, y ser homosexual. La contradicción de crear una obra mundialmente famosa y hacer un esfuerzo por permanecer desconocido en lo personal ante los demás. La contradicción de ser un señor aparentemente austero, formal, conservador y luego ser radical y salvajemente libre a la hora de imaginar y crear. Un tipo fascinante, con una voluntad de coherencia pero también de romper con lo establecido”.
Para el actor, fue su eterna insatisfacción por no llegar tan lejos como quería lo que le sirvió como motor para seguir siempre adelante. Eso y su increíble talento con las agujas, don que hizo que Chanel asegurara que se trataba de un “auténtico couturier, el único capaz de diseñar, cortar, montar y coser un vestido de principio a fin” y que Dior sentenciara: “Con los tejidos, nosotros hacemos lo que podemos. Balenciaga hace lo que quiere”. Sus creaciones, verdaderas obras de arte, fueron el objeto máximo de deseo de las mujeres de la élite parisina, de la realeza y de las grandes divas de Hollywood: fueron citadas en su maison Marlene Dietrich, Greta Garbo, Grace Kelly, Ava Gardner, Audrey Hepburn. También la primera dama estadounidense Jackie Kennedy; la reina Fabiola de Bélgica; la Duquesa de Cádiz y la millonaria estadounidense Rachel L. Mellon, quien se convirtió en una de sus más cercanas amigas.
Amor prohibido
Además de sus reacciones ante el franquismo, la forma que encontró de sobrevivir a la ocupación nazi y su afán por trascender, la serie indaga en su vida sentimental, en la que se destacó su historia de amor oculta con su confidente y colaborador Wladzio Jaworowski D’Attainville. “Creo que es muy doloroso para cualquiera sentir que no responde a la norma dominante y tener miedo por sufrir algún tipo de castigo”, explica San Juan en relación a la homosexualidad de Balenciaga. “Él nunca pudo vivir abiertamente y libremente su sexualidad. Y encima era católico de misa diaria, profesaba una fe que niega cualquier sexualidad fuera de la reproducción, con lo cual debía tener un cacao en la cabeza…”, reflexiona el actor, y subraya que, además, en ese momento en España “la homosexualidad se perseguía y se castigaba y se encarcelaba”. Ese fue otro de los motivos por los que el diseñador mantuvo siempre su vida personal lo más lejos posible de la vidriera de su éxito comercial.
Luego de consolidar su estilo con trajes semi entallados y la línea “midi”, romper con los cánones establecidos, crear nuevas formas y convertirse en el favorito de la realeza, el desembarco del prêt-à-porter y la pérdida de rentabilidad del negocio de la alta costura lo llevaron primero a cerrar su maison parisina, en 1968, y luego a regresar a España. Sin intenciones de producir en serie, se dedicó a pintar, pasar el tiempo con amigos y comer en su casa de Jávea. Murió en marzo de 1972 como consecuencia de un infarto. “Me da miedo lo que se diga de mí cuando ya no esté”, dijo, con algo de preocupación, en sus tiempos de apogeo.
Para San Juan, la serie hubiera generado en el célebre diseñador un sentimiento contradictorio, para variar. ¿Qué diría Balenciaga de Cristobal Balenciaga? “Yo creo que, por un lado, le espantaría que se hablase de él. Y por el otro, alargaría su vanidad, que como todo hijo de vecino y como todo artista, la tendría. Protestaría, pero se sonreiría en privado”, imagina el actor. Luego, ensaya una respuesta ante la consulta sobre por qué recomendaría ver la biopic del español. “Todo ser vivo supone un misterio, y algunos un poco más. Cristobal Balenciaga era todo un misterio, y la serie es un viaje a asomarse a ese misterio, algo que siempre encuentro fascinante”.
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