Las claves del fenómeno Cobra Kai: caras conocidas y viejas rivalidades
En el marco de la actual cuarentena, las maratones de series se hicieron hábito. Títulos como Dark o La casa de papel se convirtieron en grandes hits de 2020, y sus nuevas temporadas duraron solo días en manos de sus fans. Y Cobra Kai con su llegada a Netflix en las últimas semanas se sumó a esa exclusiva lista. Por este motivo, repasamos las claves que hicieron de esta serie la nueva favorita del público.
La cobra y el bonsai
Desde siempre, Johnny Lawrence (William Zabka) fue el villano. En Karate Kid, Daniel Larusso (Ralph Macchio) era un tímido joven que sufría los abusos de ese experto en artes marciales. Hasta que gracias a su entrenamiento con el sensei Miyagi (Pat Morita) pudo ganarle a su rival en un emocionante torneo. La filosofía pacifista de Miyagi, se había impuesto ante el virulento lema de "Golpear primero" propuesto por la escuela Cobra Kai.
Desde su estreno en 1984 hasta la actualidad, Johnny Lawrence permaneció en el imaginario popular como un auténtico bully, que aunque no lo merezca parece tener el mundo a sus pies. Por este motivo, el espectador no puede evitar sentirse descolocado al ver en el primer episodio de Cobra Kai, que Lawrence es un fracasado. Su trabajo lo frustra, tiene una pésima relación con su hijo Robby (Tanner Buchanan) y vive en un departamento decorado con cajas de pizzas viejas y ropa tirada. Pero más triste aún es que se trata de un solitario a la fuerza, alguien que no supo establecer un vínculo afectivo de ningún tipo. Claro que nada de eso lo molesta porque la única piedra en el zapato que aún lo obsesiona se llama Daniel LaRusso.
El tímido Daniel se convirtió con el tiempo en un importante empresario, dueño de una cadena de concesionarias bautizadas Larusso. Y Lawrence no puede más que masticar bronca ante el éxito de su viejo rival. Sin embargo, su vida cambia para siempre al conocer a Miguel (Xolo Maridueña), un débil adolescente que sufre el hostigamiento de sus compañeros de colegio. Johnny lo ayuda más por lástima que por simpatía y sin saberlo, repite la misma historia que unió a Larusso con Miyagi. A partir de ese momento, él decide reabrir el dojo Cobra Kai con Miguel como su principal alumno.
El destino volverá a cruzar a los viejos rivales cuando Larusso comience a entrenar a Robby, desconociendo quién es su padre, mientras que Samantha Larusso (Mary Mouser) inicia una relación amorosa con Miguel. Lejos de pensar que el tiempo borró las heridas, ambos pronto comprenderán lo difícil que es dejar en el pasado sus diferencias.
Respeto por la esencia, necesidad por renovar
Cobra Kai marca un golpe contundente desde el minuto uno cuando en su primera escena propone algo que nadie había pensado nunca (a excepción de Barney Stinson en How I Met Your Mother) y es que tal vez la víctima en la historia haya sido Lawrence. Como un Rashomon moderno, Cobra Kai rememora una saga conocida, pero cambia la perspectiva y de esa forma modifica la naturaleza del relato. ¿Y si festejar la patada de la Grulla fue un error?, esa es la pregunta que nos hace esta serie y de esa manera permite identificarnos con aquel al que durante años rechazamos.
En el film original todo se componía de blancos y negros y el ejercicio de empatizar con el héroe estaba servido en bandeja, pero Cobra Kai toma el camino opuesto y hace de los grises su principal atractivo. Johnny ahora es un personaje de cierta nobleza, aunque no siempre actúe de manera correcta; mientras que Larusso demuestra que a pesar de su bondad, es capaz de dejarse llevar por sus miserias. Y a medida que explora esos matices, la ficción logra una inteligente renovación del chato universo que proponía el primer film.
Lo mismo sucede con el triángulo amoroso conformado por Robby, Miguel y Samantha. Ellos son la nueva sangre y quienes cargan con la mochila de viejas rivalidades entre los dojos de sus maestros. Al principio Miguel es débil, pero algunos matices de maldad se asoman a medida que se sumerge en la filosofía Cobra Kai. Por su parte, Robby hace un camino inverso, y sus frustraciones se apaciguan al heredar las lecciones de Miyagi. De este modo, el relato trata sobre posibles redenciones y personajes que oscilan entre transformarse en villanos o definirse como héroes.
Los ochenta, mucho más que un look
Desde hace varios años, la música, los videojuegos, el cine y las series no dejan de jugar con la estética de los ochenta y éxitos como Stranger Things reivindican una década atravesada por sintetizadores y camperas de colores chillones. Filmada en 1984, Karate Kid respiraba identidad ochentosa, y las canciones de John Cetera y el uso (y abuso) de los boombox dan cuenta de eso. Pero lejos de hacer de la nostalgia un cuestión superficial, Cobra Kai homenajea esa década desde un lugar más elaborado y cuando Robby asegura que alguien lo confundió con un tal "Dan Johnson", la ficción pareciera burlarse de esos títulos que recurren a la nostalgia como único atractivo.
En uno de sus monólogos, Jerry Seinfeld asegura que las personas no dejan nunca de vestirse como lo hacían en el que consideran el mejor momento de sus vidas. Esa regla es la que mejor define a Johnny Lawrence y su look atorado en los ochenta. Él maneja un Pontiac Firebird, un auto que ya cuenta con varias décadas a cuestas y que está tan deteriorado como su protagonista. Pero a medida que el karateca recupera un objetivo para su vida, comienza una transformación que puede visibilizarse a través de su nuevo vehículo y vestuario.
Johnny es alguien que se niega a perder la sensibilidad de su adolescencia, en la que consideraba correcto mortificar a alguien por su físico o maltratar verbalmente a los alumnos. Es la quinta esencia de eso que hoy llamamos "machirulo" y por muy trillado que esto suene, su virtud tiene que ver con aprender a deconstruirse a través de sus jóvenes estudiantes. Él les da a los chicos herramientas para defenderse y ellos se lo retribuyen con una mirada más rica sobre la percepción de las personas. Aunque gruñendo, Johnny evoluciona a su manera, porque a fin cuentas, ya sea en las películas originales o en esta nueva ficción, su incorrección política es parte de su encanto.
La importancia de las batallas
Más allá de sus carismáticos personajes, uno de los mayores atractivos de la serie es los enfrentamientos entre las dos escuelas rivales, una dueña de una mirada agresiva y otra caracterizada por la reflexión e introspección. Cada espectador tiene su corazón puesto en Miyagi Do o en Cobra Kai y el público festeja o llora el resultado de cada pelea. Desde el combate en el que Miguel derrota a los matones que lo hostigan, pasando por el crecimiento de Hawk (Jacob Bertrand) y las técnicas combinadas de Samantha y Robby, hasta llegar a la espectacular batalla final de la segunda temporada, las luchas nunca dejan de ser el corazón del relato.
Su relación con los fans
Karate Kid es un éxito gracias a sus seguidores, que aplaudieron un saga que comenzó demasiado bien, pero cuyas secuelas perdieron parte del encanto inicial. Sin embargo, la relación con el público siempre fue muy cercana y sus fans siguieron con devoción las apariciones de sus estrellas favoritas en otros largometrajes, o en las charlas que daban en distintas convenciones. En los ochenta, su fama creció tanto que se llegó a estrenar una serie de televisión animada, sin mencionar los miles de productos en materia de merchandising. Y luego de una larga espera, la llegada de Cobra Kai permitió que el público se reencontrara con ese viejo amor al que nunca olvidó.
Cuando Cobra Kai se estrenó en 2018 a través de YouTube Premium, el fenómeno ganó una fuerza renovada. Pero al formar parte de un servicio que luchaba por imponerse en un mercado muy competitivo como el de las plataformas de streaming, su éxito fue limitado. Y no fue hasta que Netflix la sumó a su catálogo que finalmente Cobra Kai ganó la popularidad que merecía. De esta forma, la ficción cumplió el objetivo de reunir por un lado a los viejos amantes de las películas y por el otro, a nuevos seriéfilos que descubrieron este mundo y conectaron con los personajes más jóvenes del elenco. De este modo, Cobra Kai conquistó a nuevas generaciones y logró la difícil prueba de estar a la altura de su propia leyenda.
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