Claudia Karvan, estrella de Newton's Law: "Los abogados, en la pantalla, no dejan de ser actores"
Josephine Newton es el corazón de la serie australiana Newton’s Law, la serie australiana que acaba de estrenarse en la plataforma AcornTV. Creada en 2017 por Deb Cox y Fiona Eagger, artífices del éxito Miss Fisher's Murder Mysteries y de la célebre SeaChange –serie de fines de los 90 que el año pasado tuvo un exitoso revival–, la serie explora el reverso de los dramas legales, una especie de juego de intercambios entre la dinámica de los juicios, junto al alto perfil de sus competitivos abogados, y el trabajo diario con los clientes pequeños, definido por los artilugios para sondear el espeso sistema legal cuando hay ganas pero no demasiados recursos. Claudia Karvan, una de las actrices más populares de Australia, da vida a Josephine en ese desafío que supone tener un pie en cada universo: brillante en su pasado como barrister (es decir, en el sistema legal australiano, la abogada encargada de litigar en los tribunales), pero también en la maternidad y la vida hogareña, que la llevaron esquivar el exigente ritmo de su profesión. Con el tiempo decidió abrir un pequeño estudio con tarifas sociales, impulsar a sus colegas, proteger a sus aprendices. Sin embargo, el día del regreso ha llegado: una seductora propuesta laboral la invita nuevamente a las grandes ligas y a partir de allí la veremos dirimir en ambos frentes con la misma dedicación y excelencia.
En diálogo exclusivo con LA NACION, Claudia Karvan señala que el proyecto le resultó atractivo desde el comienzo. "Fiona [Eagger] y Deb [Cox] siempre crearon personajes femeninos con ambición y personalidad. Me hablaron de la serie y me ofrecieron el personaje de Josephine, así que leí el guion y enseguida acepté. Me encantó el espíritu, el tono de optimismo, de cierta alegría que exuda la historia, la energía con la que Josephine enfrenta cada uno de los desafíos que se le presenta. Es interesante la exploración del sentido social de la justicia y la combinación entre los casos legales y los dilemas personales". Karvan es uno de los rostros más populares en Australia, su presencia en el cine desde los diez años la convirtió en ganadora de numerosos premios y reconocimientos, y películas notables como High Tide (1987) de Gillian Armstrong y Broken Highway (1993) de Laurie McInnes le valieron su fama temprana en festivales. Con el tiempo la televisión resultó el mejor escenario para el despliegue de su popularidad en series exitosas como Love My Way o The Time of Our Lives. Newton’s Law es la confirmación de su talento en un registro luminoso y divertido, que airea el espíritu australiano de la ficción hacia el humor y el juego amoroso.
"Trabajo en Australia desde que tenía diez años y ahora tengo como cien (risas), así que se podría decir que soy una veterana y el de Josephine es quizás uno de mis personajes más divertidos, menos enredado en sus problemas, que es capaz de afrontar el día a día de su trabajo y las relaciones sociales sin tantas trabas emocionales". Madre de una adolescente rebelde y enamoradiza, separada recientemente de su marido ambientalista, consejera de su entrometida hermana, Josephine resulta una heroína atípica en la ficción australiana, siempre tentada de envolver a sus personajes en tormentosos recuerdos de su pasado como le ocurre a Elizabeth Debicki en The Kettering Incident (disponible en Flow) o en intrigas políticas como a Anna Torv en Secret City (Netflix).
Karvan brinda a Josefine ese tono justo para la comedia, que nunca cruza al territorio del absurdo propio de la sátira o al vértigo de las sitcoms sino que permite sortear los casos más álgidos en el estrado y al mismo tiempo atender las causas sociales que se discuten en el sótano del edificio. "Creo que es importante para el trabajo de un actor explorar diferentes vetas y el humor es una de ellas. La comedia nos brinda herramientas para descubrir quiénes somos y para concebir a los personajes también desde esa mirada sobre sí mismos, sobre cuáles son sus puntos débiles y también sus fortalezas. Me encanta hacer comedia, suele ser más arriesgada y desafiante". Las escenas que comparte con Georgina Naidu y Sean Keenan como sus asociados en el estudio que termina instalándose en el estacionamiento del "verdadero" bufete resultan los mejores ejemplos de ese ritmo que Cox y Eagger llevan con soltura en sus ficciones, subvirtiendo la rigidez que suele atribuirse a las historias dirimidas en el estrado.
"Lo que siempre me ha interesado de las historias de juicios, los dramas legales, es su juego con la teatralidad, un juego casi reflexivo en referencia a la representación. Los abogados no dejan de ser actores frente a un público que los evalúa, les cree o no les cree, y ofrece su veredicto como un espectador. Los diálogos suelen ser afilados en tanto se conciben como réplicas, formando muchas veces una coreografía verbal que resulta fascinante. Tuve que aprender la dinámica de la presentación de los alegatos ante los jueces, la forma de dirigirme en ese proceso, y fue un ejercicio muy interesante. Mi madre, cuando yo era joven, estaba convencida de que estudiaría derecho. Así que finalmente este ha sido un trabajo casi predestinado para mí". En ese ejercicio de teatralidad, la disputa legal se convierte también en la excusa para el romance y la lógica de la contienda jurídica se traslada al encuentro entre Josephine y el exitoso abogado Lewis Hughes (Toby Schmitz). Excompañeros de la universidad, su reencuentro como colegas se tiñe tanto de la competitividad de sus asociados y prestigiosos clientes como de los recuerdos de sus aventuras juveniles. Y la química entre Karvan y Schmitz se define con las mismas coordenadas que las destrezas profesionales de sus personajes.
La serie pone en juego todo tipo de aspiraciones. Las de Josephine en su intento de combinar el crecimiento profesional con sus deseos como mujer y su perfeccionamiento como abogada, las de su socia Helena (Naiudu) en sortear sus inseguridades y confiar en su inteligencia, y también las de Lewis, quien cede a esa progresiva inyección de pasión que proviene del subsuelo de su edificio, descubriendo que incluso una profesión signada por la competencia permanente puede encontrar su lúdico disfrute. El upstairs/downstairs que propone Newton’s Law como metáfora de la Justicia también señala el contrapunto –como lo dejó en claro Fiona Eaggler en una entrevista– entre "los que visten las túnicas del prestigio y los que, después de todo, realizan el trabajo del día a día". "Creo que la dinámica del arriba y el debajo de la actividad legal puede trasladarse al resto del funcionamiento del mundo", reflexiona Karvan, dada la diferencia en el sistema inglés entre barristers, como Josephine, y solicitors, como su socia Helena. "Y eso es lo interesante de la serie, el modo en que Josephine puede conectar con los dos universos: en el arriba está la exigencia y los parámetros del profesionalismo, y debajo está el compromiso con su ética, está la pasión por lo que hace".
Australia como industria creadora de ficción tiene numerosos desafíos. No podemos pretender hacer ficción como la hacen los británicos o los norteamericanos, tenemos que contar nuestras historias
Quizás por su condición de ícono nacional en Australia, Karvan nunca ha convertido sus breves excursiones a Hollywood en una estancia definitiva. Tanto su aparición en Star Wars Episodio III: La venganza de los Sith (2005), de George Lucas, donde interpreta a la Sola Naberrie, la hermana mayor de la Padmé de Natalie Portman, como en la sorprendente Vampiros del día (2009) de los hermanos Spierig, fueron visitas temporales, que nunca transformaron su lugar de arraigo y pertenencia. "Australia como industria creadora de ficción tiene numerosos desafíos. Tenemos muchas comunidades que definen nuestra idiosincrasia, compartimos el inglés con Estados Unidos y Gran Bretaña, tenemos mucha competencia, y luchamos para mantener nuestra voz frente a esas otras dos industrias más dominantes. Pero hay mucho talento en nuestro país, construimos nuestra propia mirada y tratamos de ser fieles a lo que somos. No podemos pretender hacer ficción como la hacen los británicos o los norteamericanos, tenemos que contar nuestras historias".
Entre esas historias, muchas fueron filmadas por mujeres. Desde los años 80, Karvan fue un nombre recurrente del cine australiano a cargo de grandes directoras como Armstrong, McInnes, Nadia Tass, quien la dirigió en la comedia romántica The Big Steal (1990) junto a Ben Mendelsohn; Megan Simpson Huberman, quien convirtió en un asunto de pareja el intercambio de cuerpos en Dating the Enemy (1996), y Emma-Kate Croghan, directora de Extraño planeta (1999), en la que Karvan compartió cartel con Naomi Watts y Hugo Weaving. Varias de ellas se exhibieron en el Festival de Melburne de 2017, bajo el título "Mujeres pioneras". Hoy el lugar de la mujer en la industria australiana ha ido creciendo en sintonía con los cambios en todo el mundo. "Creo que no solo hay roles protagónicos más interesantes para las mujeres e historias más interesantes para contar sino que hoy hay mayor presencia de las mujeres en todos los rincones de la industria", concluye Karvan. "En la sala de guionistas, en la silla de dirección, en los lugares donde se toman las decisiones. Hay muchas más mujeres hoy que hace treinta años cuando yo comencé en esta industria. Y sobre todos mujeres más grandes, de quienes se cuentan sus historias, que también toman a su cargo proyectos, y son protagonistas. Antes las mujeres mayores eran invisibles, estaban confinadas a los márgenes de los relatos. Creo que es una buena época para ser actriz".
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