Cinco programas para los nuevos fanáticos de la pastelería
Una de las consecuencias inesperadas y más felices de la cuarentena a causa del coronavirus es la aparición de una nueva ola de pasteleros amateur, que con la obligación de permanecer en sus casas, empezaron a hornear con un entusiasmo inédito para estas épocas de comidas rápidas y paciencia corta. Es que si algo nos enseñan los ciclos televisivos dedicados a la pastelería es que para tener resultados satisfactorios hay que tener mucha precisión, tiempo y sí, paciencia. En el actual contexto global, además, muchos descubrieron o redescubrieron el poder relajante de la pastelería, la satisfacción que puede aportar una torta bien esponjosa o un soufflé con el suficiente aire para mantenerse firme y delicioso. A los neófitos en el arte de la cocina o aquellos con mejores intenciones que habilidades para hornear, la pantalla les ofrece variadas opciones para aprender hacer ese dulce elusivo o para consolarse viendo que hay peores desastres que el propio en la cocina. Para aquellos que están enfrentando el encierro entre batidoras, medidoras y moldes enmantecados, aquí siguen cinco programas que se pueden ver con el horno a temperatura bien bajita.
Nailed It. Para los pasteleros más curiosos que talentosos, este reality show puede ser la mejor opción. Es que aquí la idea es reírse de los desastres que resultan del intento que hacen los concursantes por imitar las decoraciones de tortas creadas por profesionales. En este programa no se trata de encontrar al mejor participante, sino de identificar el "menos peor", una tarea que suele ser bastante complicada para los incrédulos jueces. Un éxito inesperado para Netflix, el ciclo–recomendado para toda la familia aunque a veces las bromas de la comediante y conductora Nicole Byer jueguen demasiado con el doble sentido–tiene versiones realizadas en México, Francia y España, todas disponibles también en la plataforma.4 temporadas. Disponibles en Netflix
Bake Off Argentina: el gran pastelero. En tren de aprendizaje y comparaciones, esta versión del exitoso ciclo británico The Great British Bake Off puede que sea la que más se acerque a los gustos de los noveles cocineros de cuarentena. Es que la segunda temporada del programa que emite Telefe obliga a bajar las expectativas. Cuando los jueces Christopher Krywonis, Damián Betular y Pamela Villar presentan cada una de las recetas que los participantes deberán confeccionar, conviene no hacerse demasiadas ilusiones. La distancia entre las preparaciones de los profesionales y los amateurs no es tan amplia como la que muestra Nailed It, pero puede ser grande. Claro que en este caso, los a veces espantosos resultados provocan más llantos que risas. A Paula Chaves le toca no solo conducir el programa sino también acompañar y consolar a los participantes vencidos. Además de entretenido y aspiracional, el ciclo puede ser un buen impulso para los cocineros primerizos que van acompañando a los concursantes semana a semana y siendo testigos de sus avances, y de la verdad que encierra aquello de que la práctica hace al maestro. Disponible en Telefe/Flow
Sugar Rush. Todos los expertos indican que para ser un pastelero exitoso se necesita tiempo, paciencia y precisión en las medidas. Por eso mismo resulta tan deliciosamente divertido este programa, que apunta a que quitándole a los participantes las primeras dos partes de la ecuación (tiempo y paciencia), la tercera, la precisión, también se perderá eventualmente y que los resultados serán o extraordinarios o espantosos. Con tres horas de tiempo para las primeras dos rondas, los concursantes deben resolver sus primeros desafíos lo más rápido posible para así ahorrar minutos para la prueba final. Allí se les pedirá que hagan una elaborada torta de concurso que a los profesionales les puede llevar seis horas en, con suerte y hornos a favor, algo más de tres horas. El azúcar mezclado con la adrenalina del reloj, que marca implacable el paso del tiempo, provocan un subidón de energía que se acentúa cada vez que los pasteleros recuerdan que al final de la carrera al ganador lo esperan los 10.000 dólares del premio. Dos temporadas. Disponibles en Netflix
La pastelería de Mauricio Asta. Una verdadera clase magistral para los que se tomen en serio el tema, cada programa de Asta no solo permite disfrutar de un rato de tranquilidad sin corridas ni sobresaltos por los resultados de la preparación (spoiler alert: todo quedará perfecto), sino que da la posibilidad de aprender terminología técnica para presumir más adelante. Además de incorpora regionalismos como el azúcar glacé ("impalpable", para los argentinos) y nuevos modos más sofisticados de nombrar al viejo y conocido budín, que para Asta es un coffee cake, receta que en sus manos parece sencilla de hacer. Ahí radica el éxito de sus programas. Entre aspiracionales y realistas, las preparaciones entusiasman hasta al más torpe de los pasteleros amateur, que por primera vez y gracias a la cuarentena se enteraron que ese cajón donde guardan las ollas es un horno. Disponible en El Gourmet.
Zumbo Just Desserts. Como si se tratara de un Willy Wonka de la vida real y con un marcado acento australiano, Adriano Zumbo, uno de los reposteros más celebrados del mundo, recibe en su "casa" decorada con los colores más chillones posibles, a un grupo de cocineros amateurs que intentarán demostrar que son más que sus admiradores. En ese afán, algunos demostrarán que tienen talento para estar allí, mientras que otros aportarán el costado más fascinante y extraculinario del programa con sus delirios de grandeza y desconexión de la realidad. Acostumbrados a tener todo el tiempo del mundo en la privacidad de su cocina muchos de los participantes se convencieron que tienen las habilidades para impresionar a los profesionales, una ilusión que episodio a episodio prueba ser nada más que eso cuando las tortas se desarman, las gelatinas no cuajan y los complicados soufflés se desinflan apenas salen del horno. 3 temporadas. Disponibles en Netflix
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