C.H.U.E.C.O.: cómo es la comedia que pondrá a interactuar a Darío Barassi con tres hijos, un ama de llaves y un chimpancé muy especial
LA NACION visitó el set de la primera sitcom de Disney+ producida en América Latina y protagonizada por el humorista, la actriz mexicana Consuelo Duval y una simpática mascota
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“Prohibido alimentar al chimpancé”, dice el cartel de la puerta del set de grabación de C.H.U.E.C.O. Adentro, una postal de una clásica casa mexicana es el escenario donde transcurre la mayor de esta sitcom (la primera de Disney+ Original Productions producida en Latinoamérica) que se está rodando en los estudios Non Stop, en Munro, y que pronto podrá verse por la plataforma de streaming. Hay suculentas, paredes de color tomate, altares, platos pintados, y el clásico colorido que caracteriza la cultura de ese país centroamericano. Abajo se escucha a Darío Barassi (Juan Gustozzi) pasando letra junto a Consuelo Duval (Amanda), los protagonistas de esta historia que suma a un títere a la trama: un chimpancé que se llama C.H.U.E.C.O. y que llega a la vida de una familia para poner la casa patas para arriba.
Mientras los actores practican la escena, los titiriteros se acomodan en el hueco debajo del escenario, ellos tienen que manejar a C.H.U.E.C.O. desde las sombras. Mientras que uno se ocupa de su cuerpo, otro trabaja en el movimiento de sus manos; además, hay dos personas que se encargan de los gestos de este muñeco que fue diseñado especialmente para el show. En total son seis los técnicos que se encargan de darle vida a esta curiosa mascota y, para manejarlo, los titiriteros cuentan con una pantalla que les da referencia y dependen de una perfecta coordinación. “A veces los espacios son muy reducidos, pero el set está diseñado para que podamos entrar. Nos preparamos para trabajar en esos espacios, hay mucha mecánica y mucha coreografía. Por ejemplo, Yare lleva las manos y yo, la cabeza, y Lobo, el control. Hay que estar muy sincronizados porque sino se mueve todo descoordinado”, cuenta el encargado de manejar la cabeza del simpático chimpancé.
Arriba del set, que está construido íntegramente en altura para permitir el desplazamiento de los titiriteros, hay técnicos y cámaras esperando que se ruede la escena. En este caso, la secuencia trascurre entre la cocina y el living que están conectados por una ventana. “Todo el suelo se abre para que C.H.U.E.C.O. pueda andar a su altura y nosotros podamos estar abajo, ajustamos para que se asome por el pasa platos, vemos a través del monitor, toda nuestra relación espacial es a través de los monitores porque C.H.U.E.C.O. no ve”, cuenta.
Darle vida al chimpancé
Tanto para Consuelo Duval como para Darío Barassi lo más increíble de C.H.U.E.C.O. es que parece vivo. “Lo siento cien por ciento con vida, lo veo y para mí existe de verdad, los titiriteros que lo manejan son pibes que tienen un oficio espectacular. Se encargan de darle vida, te olvidás de que es un títere y lo mirás a los ojos. Está muy bien diseñado, y el personaje es muy entrañable”, cuenta el actor, el único argentino del elenco. “Te juro por Dios que algo tiene ese muchacho que sus ojos tienen vida, aparte parpadea, hace todas las expresiones, es como un juego de magia, como si estuviera vivo, esta serie va a marcar generaciones, los niños se van a enamorar de C.H.U.E.C.O., es muy especial”, suma la actriz mexicana que pasea por el set acompañada de María Antonieta, su perra de servicio [“No es que la haya entrenado pero dicen ‘acción´ y ella se mete en su casita y se guarda, y cuando dicen ´corte´, se asoma. Tiene enloquecida a la producción, todos la saludan antes a ella que a mí”, asume].
Y en eso de darle vida, hay un doble desafío porque C.H.U.E.C.O. no es un títere común, su cabeza pesa muchísimo más que la de los títeres promedio. “Trae un mecanismo en la cabeza que lo hace muy pesado, si bien es un puppet hecho con materiales muy ligeros, no debería pesar más de 600 gramos la cabeza, y ésta pesa kilo y medio, justamente por los mecanismos que trae que se diseñaron específicamente para él”, cuenta uno de los encargados de manejar al chimpancé.
Sostenerlo requiere de algunas pausas para que el brazo descanse; al lado está su compañera quien se encarga de los manos del títere y lo hace con una manga falsa que coloca dentro de su cuerpo. El chimpancé fue creado “como un puppetronic, a través de técnicas combinadas de puppet, animatronic y manipulación directa”, según cuentan desde Disney+.
Desde su gélido camarín, Barassi, rodeado de frutas y aguas, da más detalles del chimpancé. “Vivís situaciones con C.H.U.E.C.O. que son muy divertidas, y tiene una parte tierna, y una parte de enseñanza; viene a alterar esta familia que está pasando una situación complicada y el mono llega para que el padre aprenda a ser padre, los hijos aprendan a ser hijos, a traer un poco de alegría”, cuenta a LA NACION. Y suma: “Soy un poco humilde en la vida, en general, pero siento que este producto es una bomba. Estoy chocho, salgo de acá y le cuento a todo el mundo lo que estoy haciendo. C.H.U.E.C.O. tiene olor a segunda temporada”.
La sitcom estará compuesta por 13 episodios de 30 minutos cada uno. Además, explican desde Disney+, cada capítulo contará con un invitado especial.
Una herencia poco convencional
La trama transcurre en México y gira en torno a esta familia integrada por Juan, quien es profesor de música y enviudó hace poco, y sus tres hijos: Delfina (Maryel Abrego), Martín (Santiago Torres) y Vicente (Patricio Alvarado). Pero no están solos, para cuidar de los niños está Amanda, el ama de llaves que trabaja desde hace años con ellos y es como una segunda mamá. La vida de todos da un vuelco cuando los problemas financieros de Juan se resuelven al recibir una abultada herencia que viene con una sola condición: hacerse cargo de C.H.U.E.C.O., la mascota de un fallecido tío. Lo que no se imaginan es que este chimpancé trae un increíble secreto y mucho caos a la casa.
“La historia está bárbara, C.H.U.E.C.O. es adorable, la familia también lo es... Los chicos, quiero que sean mis hijos, ¡posta! Me preocupo por lo que están haciendo, Consuelo Duval es una bomba, tuvimos mucha química de entrada, los libros [a cargo de las guionistas españolas Marta Suárez y Guadalupe Rilova, que integraron el equipo de Saturday Night Live] están tan bien escritos... Hay dos directores [Daniel Casablanca y Kida Kawer], uno que maneja más la cuestión técnica y el de actores que nos va guiando. Estoy aprendiendo un código nuevo de actuación que siento que me queda cercano, como que lo entendí rápido”, dice Barassi.
Para Duval, quien en México es una de las actrices más conocidas y ha tenido que instalarse en Buenos Aires por 4 meses, su personaje tiene contradicciones con qué sentir por el chimpancé. “Amanda ama a C.H.U.E.C.O., es amor odio, pero es muy travieso, desordenado, ella tiene tres chamacos que cuidar, Delfina anda haciendo locuras por el mundo defendiendo a la humanidad, Martín y Vicentito, que es el consentido de Amanda… Y llega este peludo a ponerme pelos en mi ropa, a destenderme las camas. Se come su comida, saca el pollo que voy a preparar de la heladera, la hace desvariar, pero en el fondo lo adora y le da mucha ternura, porque es muy maternal”, explica.
¿Un Alf moderno? Al ver la interacción del chimpancé con su familia adoptiva rápidamente viene a la memoria el personaje de ese simpático extraterrestre que terminó siendo parte de la vida de los Tanner, en una de las series más populares de los 80. Al respecto, explica Barassi: “Alf es como C.H.U.E.C.O., yo cuando cuento digo que tiene un poco de Alf y también de Ted, porque es un mono picarón, le gusta tomar cosas, comer bien rico, a su manera va demandando cosas, es recontra porteño”. Con lo que disiente Duval, quien se enorgullece de haberle puesto la voz a Elastic Girl en el film animado Los increíbles: “No lo compararía con Alf, porque era un extraterrestre con manías de extraterrestre, y C.H.U.E.C.O. es muy humano”.
El arte de reír
Además de las luces, la escenografía principal -integrada por la cocina, el living, la puerta de calle, un patio lleno de plantas color y una parrilla, y los cuartos-, en el set hay un lugar especial: el de los reidores. Con la directora de risas como maestra de orquesta, los 9 profesionales regalan carcajadas constantes que cambian de intensidad de acuerdo a lo que pide la jefa. Son un grupo estable que se encarga de vestir con esos sonidos las escenas. De mayor a menor, las risas acompañan cada uno de los diálogos y hay hasta aplausos. Se encuentran en un espacio separado y oscuro y es la directora la que mira atenta el monitor y con sus manos marca el pulso.
“Es un ejercicio distinto, tiene otro timming porque hay reidores. Como que te tenés que acostumbrar a que haya risa en el set como parte del texto y después salís a la vida y los extrañás, uno va diciendo boludeces por ahí y los necesitás. Es mecánica de sitcom internacional, tienen una coordinadora que va marcando cuando reírse, si la risa es larga o corta y si hay aplausos. Es como que decís tu texto y tenés que sostener con alguna expresión la risa y lograr que eso sea natural”, detalla Barassi y cuenta que muchas veces practica sus textos en el baño, ese “amenitie” que pidió especialmente que tuviera su camarín.
Lo de reír parece ser parte de la energía que hay en el set. En los ensayos de la escena, Barassi se tienta con la risa de su hija en la ficción, Duval hace bromas con chimpancé y hasta los camarógrafos se ríen; en un momento, después de nombrar un ritmo inexistente de baile, ponen un tema que parece una salsa y se desata una improvisada fiesta.
Intercambio de culturas
Mientras que Juan (Darío) es argentino, sus hijos y la nana son mexicanos. Algo que hace de esta sitcom un espejo de dos culturas y a su vez refleja cómo interactúan entre ellas. De hecho, eso mismo sucedió cuando los cuatro actores mexicanos llegaron al país y se encontraron con Barassi, un personaje ultra conocido y muy porteño.
“Estoy hablando en neutro todo el tiempo, llego a mi casa la llamo a mi vieja y le digo ´madre´, y me contesta: ´Gordo, ¿qué querés?´ y me corta. Hay una cosa de la parodia del mexicano nuestra que vos decís: ´Hablá en mexicano´ y decís: ´Pinche pendejo´. Parece que es un insulto terrible allá. El primer día le digo a Consuelo Duval esa frase y se me horrorizó. Y ahora los voy a agasajar porque no terminan de encontrarse con la comida argentina; ya contraté un tipo que hace comida mexicana, le voy a poner 70 litros de picante para que disfruten”, le dice Barassi a LA NACION.
“En México no manoteamos tanto: allá es un signo de agresión eso de hablar con las manos. Acá tienen la cultura italiana, son muy francos, si no entienden preguntan directo, expresivos. Nosotros somos de decir: ´mande´, eso le llama mucho la atención a Darío”, destaca Duval.
La interacción también se dio bien con los actores jóvenes, tanto Duval como Barassi dicen que los adoptaron como parte de su familia. “Me puse en modo padre con los tres, la de 21 se bajó una App de citas y le dije: ´Bueno, pará, vamos a chequear esto´. El de 18 es el más independiente de los 3, vino con su novia y el más chico me mata, trato de ayudarlo bastante… Tengo un humor ácido y el enano a veces me dice: ´No te entiendo, ¿qué me dices?´”, dice Barassi y cuenta que como Consuelo se queja de la comida local y de que no le hicieron una fiesta de bienvenida está planeando agasajarla.
Después de varias veces de repetir la escena, llega el momento de rodar de verdad. “Silencio”, pide el director. El humor, los sonidos que emiten los reidores, la charla entre Juan y sus hijos, la nana que va de la cocina al comedor y el chimpancé haciendo su gracia. Hay algo que domina el ambiente, un secreto a voces, uno que no se puede develar pero que termina de darle sentido a esta sitcom y que tiene que ver con C.H.U.E.C.O. y su misteriosa habilidad. Habrá que esperar para conocer de qué se trata.
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