Carlos Cuevas, Pol Rubio de Merlí: "Yo quería ser Julio Cortázar"
Carlos Cuevas tiene 23 años, está estudiando literatura y será el encargado de continuar con el legado de Merlí (Francesc Orella), en el spin off de la serie catalana. Está visitando por primera vez la Argentina, aunque desde hace tiempo que está familiarizado con la cultura local. Ha visto en su Barcelona natal obras de Claudio Tolcachir, Daniel Veronese y Javier Daulte; eligió su carrera por una fascinación con los cuentos latinoamericanos, especialmente con los de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Por eso, estar en Buenos Aires es un poco como estar en su casa. Si bien el catalán comenzó su camino como actor a los 6 años, fue el papel en Merlí el que lo convirtió en un actor internacional -como a su colega Albert Baró, quien se destaca en Argentina, tierra de amor y venganza-. Ahora lo reconocen en la calle y no pasa inadvertido.
Si bien él y Héctor Lozano, el autor de la historia, sabían que la ficción había tenido éxito en el país, no se imaginaban hasta qué punto. Juntos volaron en tiempos electorales en España a presentar el libro inspirado en Merlí, Cuando fuimos los peripatéticos, en la Feria del Libro (estarán hoy, a las 18 firmando libros en el stand de Planeta y, a las 20:30 darán una charla en el salón Jorge Luis Borges). "Es un libro narrado por Bruno (David Solans), en el que se cuentan muchas cosas que no ocurrieron en la serie, como su vida en Roma. Él le cuenta a su hermanita Mina, que no conoció a su padre, quién era Merlí", explica Cuevas, quien escribe literatura para sí mismo y sueña algún día con dirigir.
Carlos es Pol Rubio, uno de los protagonistas de la ficción de TV3, que trascendió a nivel mundial cuando Netflix adquirió los derechos para reproducirla. Es un joven rebelde que no tiene buena fama en el instituto. Su vida académica cambia gracias a un maestro de filosofía que, con métodos poco ortodoxos, logra conectar con los alumnos. Se trata de Merlí, quien a lo largo de tres temporadas les muestra a los adolescentes una manera diferente de pensar y analizar problemas cotidianos desde los puntos de vista de diversos pensadores. Es Pol su preferido, en quien encuentra un aprendiz y a quien más pone a prueba con sus cavilaciones. La serie cuenta la historia de once alumnos que irán modificando su vida gracias a los aportes de este maestro -entre ellos se encuentra Bruno, su propio hijo, con quien nunca pudo mejorar la relación-. La serie termina con la muerte del maestro, y quién mejor que su discípulo para continuar con sus lecciones...
Sentado en un hotel de Palermo, el actor dice que apenas llegue a Barcelona se va a cortar el pelo. Lo tiene largo por su papel en 45 revoluciones, una serie española en la que hace de un rockero de los años 60, que estuvo rodando semanas atrás. Tiene una campera de cuero y la misma sonrisa que logró hipnotizar adolescentes en la serie. Después de terminar con el rodaje del spin off se sumergirá en las grabaciones de El verano que vivimos. No hay descanso para Carlos.
–¿Qué podés contar del spin-off de Merlí?
–El spin off va a contar la nueva vida de Pol después del instituto. Arranca cuando Merlí ha muerto y Pol decide empezar sus estudios en la facultad de filosofía. Es un nuevo universo, con nuevos amigos, con nueva gente. Son ocho capítulos de 50 minutos. Estamos por empezar en tres semanas a rodar. Además va a mostrar mucho más la ciudad de Barcelona, porque Merlí lo rodábamos en un barrio al norte de la ciudad. En cambio ahora, como la universidad está en el centro, se van a ver más lugares conocidos.
–¿Cómo va a hacer Pol para vivir sin Merlí, que era su guía?
–Esa es la pregunta. El spin-off se llama Merlí: Sapere Aude, que es una cita de Horacio que luego retoma Kant durante la Ilustración. Significa: atrévete a saber. Entonces, ese es un poco el leit motiv de la serie: atrévete a saber y atrévete tú solo ahora con lo que Merlí te ha dado, a acercarte a la filosofía. Veremos cómo el personaje se enfrenta a ir solo por la vida.
–¿Qué pasa con Tania (Elisabet Casanovas)? Siete años después de la muerte de Merlí, sabemos que Pol está con Bruno, pero en el medio hay un paréntesis...
–La serie va a contar el medio. Arranca después de que Pol y Tania se separan. Bruno sí que va a estar de manera puntual, porque todo el mundo sabe que Pol termina con Bruno. La pregunta es cómo llegan ahí. Bruno va a ir saliendo de forma periférica, pero la serie se va a centrar en el nuevo universo de Pol, con la gente que va a ir conociendo.
–¿Va a haber una argentina entre los compañeros de Pol?
–Sí. Hoy voy a cenar con ella y la voy a conocer. Todavía está aquí. [Si bien Cuevas no da detalles de quién es la actriz que se suma al elenco, más tarde sabremos que es Azul Fernández, Bruna de Campanas en la noche].
Cuevas llegó hace tres días a la Argentina. Visitó San Telmo, Palermo, Recoleta y todavía tiene cinco días más para seguir recorriendo. Además del cine argentino y la pasión por el fútbol hay otra cosa más que admira del país: sus escritores. "Uno de los grandes motores que me llevó a estudiar literatura fue la tradición del cuento latinoamericano. Yo quería ser Julio Cortázar. Recuerdo con 16, 17 años empezar a leer a Borges y que me reventó la cabeza. Creo que la literatura argentina tiene mucho que ver con que estudiara literatura", dice antes de prepararse para la sesión de fotos junto a Lozano.
–¿Cuál es tu relación con la filosofía?
–Pues bien... Yo estuve a punto de estudiar filosofía en su momento, porque tuve un profesor muy bueno pero me decanté por la literatura. Estudié en la universidad y, si bien es cierto que es otra rama de las ciencias humanitarias, tiene mucho que ver. En mi carrera estudiamos mucha filosofía porque para entender el contexto literario de un autor tienes que entender el contexto filosófico. Es una asignatura que a mí me ha gustado siempre y que con Merlí la disfruto mucho.
–Merlí logró poner la filosofía en la mesa familiar. No es tan fácil encontrar series que cumplan con esa doble función de entretener y enseñar...
–La filosofía se trata de que la gente se cuestione la conducta humana y el pensamiento. Y es importante que los adolescentes, sobre todo, que son las personas que están en formación -y también los adultos- se planteen cosas. Como por ejemplo: si somos consecuentes con lo que pensamos, si somos éticos y justos, si vivimos de acuerdo a nuestros principios, si las acciones que llevamos a cabo tienen que ver con lo que queremos que se proyecte en nosotros... Es ponerse a indagar, deconstruir, repensar y a preguntarse cosas.
Lo que ha hecho que Merlí sea Merlí es que es una serie radicalmente contemporánea, que habla de cosas que nos interpelan a todos, y que todos reconocemos en la sociedad actual
–Lo que tuvo Merlí es que puso en escena problemáticas actuales, como la rama independentista catalana, los trans, la aceptación de la orientación sexual. ¿Se van a seguir tratando estos temas en el spin-off?
–Sí, por supuesto. Yo creo que lo que ha hecho que Merlí sea Merlí es que es una serie radicalmente contemporánea, que habla de cosas que nos interpelan a todos, y que todos reconocemos en la sociedad actual.
–¿Qué es lo que más te gustó de Merlí?
–La capacidad que tiene de interpelar al espectador y de hacerlo cuestionarse cosas, convertirlo en activo y crítico y no pasivo. Tengo la sensación de que los espectadores de Merlí estuvieron atentos y no miraron la serie en el sofá dormitando.
–¿Cuál es tu personaje preferido?
–Merlí. Creo que es un súper referente. Es un personaje con muchísimas capas.Lo maravilloso de Merlí es que no se presenta como un héroe sino como un antihéroe. Es un tío con defectos, una persona que comete errores, que no tiene la relación con su hijo que querría y no es empáticamente tan hábil como otros, pero también tiene una pasión por su trabajo que es maravillosa y que a veces sus métodos no son suficientemente correctos pero los lleva hasta el final. Es un personaje muy humano, muy terrenal, es un working class hero.
–Pol es un personaje bastante abierto: es un galán, se enamora pero no. Es bisexual, pero tiene un encanto particular para conquistar chicas y también está Bruno. ¿Estas idas y vueltas de Pol van a ser parte de su vida universitaria?
–Es interesante el estar en la duda, el no saber. En mi caso personal no me ha pasado de tener dudas sobre mi orientación sexual. Pero entiendo que vivir con un conflicto así debe ser algo que te ocupa muchas horas de tiempo pensando. Me pareció muy interesante que él no se quiera etiquetar, que vaya dudando. Es un personaje mucho más físico que mental. Es alguien más de piel, es muy instintivo. Lo que tiene que hacer es deconstruir sus prejuicios pero, bueno, no sé, ahí está el viaje del personaje que todavía le queda mucho. Va a intentar definirse, ir encontrando su lugar. Cuanto más crece y más maduro se hace más entiende quién es. La serie es un viaje de autoconocimiento: es atreverse a saber quién es uno mismo.
–¿Qué tenés en común con Pol?
–Tengo mucho carácter también. Me cuesta mucho que me convenzan de algo si no lo creo. Es muy dificil que me pongan una idea desde afuera si no la proceso. Creo que es un personaje muy diferente a mí, por eso el reto actoral es muy divertido e interesante.
–Se percibía desde la pantalla un vínculo muy unido entre los actores, ¿era así?
–Éramos once, con algunos somos más amigos y con otros compañeros. Formamos una familia muy bonita y supimos ir juntos para defender el proyecto. Eso es algo muy importante.
–En cuanto al final de Merlí: ¿cómo viviste la decisión de que muriera tu mentor?
–Héctor Lozano lo tenía definido desde que pensó en la serie. Él quiso contar la historia de un profesor que muriera. Nosotros no lo sabíamos. Recién cuando terminamos la segunda temporada nos lo contó. Yo no me lo esperaba, pero creo que es un final muy bonito, muy digno. Él muriéndose da otra lección: la muerte también forma parte de la vida y hay que aprender a vivir con ella.
–¿Qué series ves?
–Veo Game of Thrones como un loco, todavía no vi el último capítulo, no me digais nada. Llevo seis años viéndola y quiero terminarla. Pero últimamente no estoy viendo muchas series, veo mucha película, documental, pero ficciones largas me cuesta engancharme porque no tengo tiempo. Me gustó mucho Fariña, una serie española sobre la entrada de las drogas en Galicia; también Big Little Lies.
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