Boris Karloff presenta: cómo la mejor serie de terror de la historia de la TV no pudo con la “mano negra” de Alfred Hitchcock
Teniendo de anfitrión al actor más identificado con el monstruo de Frankenstein, esta serie llenó la TV de los sesenta con el terror más brutal y sofisticado que se hubiera visto hasta el momento, pero, pese a que se impuso en el gusto popular, terminó cancelada por pedido de director británico
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En medio del furor de las series antológicas de principios de los ‘60, Boris Karloff presenta nació predestinada a competir con Alfred Hitchcock presenta. Le fue muy mal intentando apropiarse de los contenidos típicos del policial negro y el thriller psicológico, razón por la cual se volcó a una elegante reescritura moderna de los clásicos parámetros del horror gótico. Durante dos años, albergó todas las formas conocidas y reconocibles del miedo, ejerciendo su opción por los vampiros, las brujas y los fantasmas, en apretada convivencia con hombres y mujeres consumidos por el pecado, encadenados a un pasado que los juzga y condena. La mejor serie de terror de la historia de la TV, según Stephen King, logró imponer en el gusto popular su visión de este universo oscuro, regido por el pesimismo existencialista y una estética de elegante decadencia, pero no contó con la envidia del propio Hitchcock, que ordenó sacarla del aire para evitar una segura derrota en el rating.
Cuentacuentos
“Gustos populares y méritos artísticos. Son las dos condiciones que tiene que tener un programa”. Durante años, Hubbel Robinson repitió esta frase a quien tuviera de interlocutor, sin importar si se trataba de su jefe o de uno de sus empleados. Al parecer, había forjado esa frase en la década del ‘30, mientras estaba a cargo del departamento radial de la agencia publicitaria Young & Rubicam, generando radioteatros promocionales para sus clientes. En 1944 saltó a la TV, primero a la cadena ABC y, tres años después, a la CBS. Con todo este bagaje y una década de experiencia, tomó coraje y se independizó.
Oficialmente, la Hubbel Robinson Production se presentó en sociedad a principios de 1959. Como una productora sin productos no es rentable, Robinson vendió sus servicios a la NBC, que le encargó un programa capaz de hacerle frente a la joya de la competencia, la serie antológica Alfred Hitchcock presenta. “Por definición -contó en ese entonces Robinson a TV Guide-, una serie antológica tiene un puñado de personajes diferentes cada semana. Por lo cual el anfitrión es el único personaje recurrente de la serie, el encargado de introducir la historia. Para los espectadores, este cuentacuentos debe ser capaz de encarnar la esencia de la serie. Y nosotros tenemos al mejor”.
William Henry Pratt había nacido en 1887 en Inglaterra. Huérfano desde muy joven, estaba decidido a hacer carrera en el Servicio Consular británico, pero tuvo que mudarse a Canadá para ganarse la vida como trabajador golondrina, granjero ocasional y chofer de camiones. De casualidad, subió a un escenario y nunca más se bajó. Adoptando el nombre artístico de Boris Karloff, recorrió los teatros norteamericanos y logró hacerse un lugar en Hollywood. Hasta su muerte, ocurrida en febrero de 1969, le puso al cuerpo a 174 películas, más de cien obras de teatro y varias docenas de programas de radio y TV. Sin embargo, fue y será eternamente recordado como el Monstruo de Frankenstein en la clásica Frankenstein de 1931 y sus dos secuelas. Para 1959, Karloff venía atravesando una sequía laboral de cinco años. En una tarde, se sentó con Robinson, analizó el proyecto e impuso una sola condición: actuar en un par de episodios. “Me encanta lo que vamos a hacer”, fue lo único que declaró a la prensa especializada.
Cruzar la línea
No era la primera vez que Karloff oficiaría de anfitrión televisivo. Robinson estaba al tanto de su experiencia al frente de Starring Boris Karloff, estrepitoso fracaso que la ABC había emitido durante trece semanas de 1949, en simultáneo por radio y TV. “Era demasiado radial para la TV y demasiado televisiva para la radio. Nosotros no vamos a cometer ese error. Lo nuestro va a ser televisión popular y de calidad”, adelantó Robinson. Antes de empezar a filmar, la NBC le bajó una exigencia inapelable: el show debería caminar los amplios senderos del misterio y el suspenso, pero tenía prohibido merodear por los campos del terror. En silencio, de la noche a la mañana, la cadena había logrado concretar el pase del año, birlándole Alfred Hitchcock presenta a la CBS; y su idea era armar un sólido bloque de ficción policial para el horario central de los martes a la noche.
Boris Karloff presenta (Boris Karloff’s Thriller, en su título original) debutó el 13 de septiembre de 1960. La premisa alternaba adaptaciones literarias con argumentos originales, que Robinson había encargado a algunas de las plumas más representativas del género negro: Robert Bloch (autor del Psicosis hitchcockiano), John D. MacDonald y Fredric Brown, entre otros. El público respondió con timidez y la crítica le cayó muy duro. NBC echó a todo el equipo técnico y lo reemplazó por otro, pero el cambio no surtió efecto. Con el programa hundiéndose en las mediciones, Robinson se la jugó frente a la gerencia. “Les dije que era un error insistir con el policial. ¿A quién se le ocurre poner a Frankenstein a presentar historias de criminales? Teníamos que cruzar la línea y meternos de lleno en el terror. Y de ser posible, en el terror gótico. Por suerte, me hicieron caso. Y por suerte, tenía razón”.
El giro copernicano se hizo visible el 25 de octubre de 1960, con una historia de fantasmas y casas embrujadas. Un par de semanas después, el propio Karloff se puso la serie al hombro, interpretando a un falso mentalista con poderes predictivos que resultaban verdaderos. A partir de ahí, el más allá empezó a alternar pantalla con monstruos mucho más humanos y peligrosos. Matrimonios por conveniencia que buscaban eliminar a su pareja, traumados veteranos de guerra, vengativos traficantes de drogas, asesinos seriales y el espíritu de Jack el Destripador suelto en la New York de los años ‘60. Por el boca a boca, Boris Karloff presenta levantó el rating y peleó por el liderazgo de su horario. NBC respiró tranquila y dio luz verde a una segunda temporada.
Celebrar el terror
Con un norte mucho más claro y establecido, Robinson se propuso fortalecer los monólogos introductorios de Karloff y profundizar la estética narrativa volcada al claroscuro y el cine expresionista. De acuerdo con el guionista Donald S. Sanford, “la serie ganó mucho cuando Karloff dejó de improvisar sus escenas como anfitrión. Esos textos empezaron a ser escritos por los autores de cada capítulo, con un estilo literario que acompañaba el tono y la estructura de la historia en particular. Y que Karloff hacía brillar con esa dicción tan suya, capaz de volcar tanta información y emoción en muy poco tiempo”. Para el periodista especializado Alan Warren, autor del libro This is a Thriller, el salto cualitativo quedó estampado en una “predominante, y casi palpable, atmósfera de decadencia y muerte”.
La segunda temporada de Boris Karloff presenta se estrenó el 18 de septiembre de 1961, con un puñado de episodios que manifestaban una visión más existencial y pesimista del ser humano. “La misión era celebrar el terror”, aseguró Robinson. Con ese mandato, la serie se dedicó a jugar con la idea de la manipulación del destino, el límite entre la cordura y la locura, la reencarnación constante del Mal, el peso de las maldiciones ancestrales, los mitos griegos y la concepción católica del pecado. En locaciones actuales o históricas, sin distinciones entre hombres, mujeres, vampiros, brujas o antropófagos. Con resultados magistrales, se animó a abordar los inadaptables “Mitos del Cthulhu” de Lovecraft; y a reelaborar el clásico cuento de Edgar Allan Poe, “El entierro prematuro”, con otro protagónico consagratorio de Karloff.
En Danza macabra, su único libro de no-ficción, Stephen King anotó: “Desde el punto de vista del fanático del terror, una de las cosas más significativas de la serie fue que empezó a depender cada vez más del trabajo de los escritores que (…) en los años ‘20, ‘30 y ‘40, habían comenzado a alejarse de las historias de fantasmas que definían el horror dentro del estilo victoriano-eduardiano; trayéndolo hacia nuestra percepción moderna de qué es un relato de terror. Y, sobre todo, de qué debería ser”. En poco tiempo, la serie alcanzó su máximo esplendor, pasó a liderar el rating y le sacó varios cuerpos de ventaja a Alfred Hitchcock presenta. “Estábamos muy contentos -dijo Robinson-. Las cosas iban más que bien y prometían ir aún mejor. Tanto, que ya estábamos trabajando en algunos argumentos para la tercera temporada”. Lo único que no tuvieron en cuenta es que, entre los millones de espectadores semanales, también estaba Alfred Hitchcock.
Crimen perfecto
Durante la primera temporada, Alfred Hitchcock presenta prácticamente duplicaba el rating de Boris Karloff presenta. Pero ahora la taba se había dado vuelta, y al Rey del Suspenso no le gustaba nada ir segundo, mucho menos detrás del Rey del Terror. Así que su ultimatum no se hizo esperar. “A nosotros nos dijeron que Hitchcock iba a tener más tiempo de pantalla, por lo cual iban a levantar nuestro programa -dijo William Frye, uno de los productores de Karloff-. Pero lo cierto es que amenazó con irse de la cadena si no nos cancelaban. Indudablemente, la influencia de Hitchcock en NBC era mayor a la de Karloff”.
Dispuesto a morir con las botas puestas, el 26 de febrero de 1962 Karloff brindó una clase magistral de actuación al frente de “El increíble Doktor Markesan”, el mejor episodio de toda la serie según el criterio mayoritario de los fanáticos. Entre las claustrofóbicas sombras de una moral derruida, imitando los movimientos del Doctor Frankenstein, el Doktor Markesan devuelve la vida a los cuerpos muertos, anticipándose seis años a la fiebre zombi que iba a desatar George Romero con La noche de los muertos vivientes. “Fue nuestro canto del cisne. Todo lo que podíamos hacer, lo hicimos en este capítulo”, se sinceró Robinson.
Dos meses después, el 30 de abril de 1962, con dos temporadas y 67 episodios de TV popular y artística, Boris Karloff presenta desapareció de la grilla. A fines de junio, Alfred Hitchcock rompió relaciones con NBC y volvió con su programa a la CBS, donde además de historias policiales empezó a incluir relatos de terror.
Seis décadas más tarde, Boris Karloff presenta sigue siendo recordada y admirada en el mundo entero. En parte, por permitir el surgimiento y/o el lucimiento de varias primerísimas figuras del medio: Ida Lupino, Ray Milland, Ursula Andress, Mary Tayler Moore, John Carradine, William Shatner (el capitán Kirk de Viaje a las estrellas), Robert Vaughn (el agente de C.I.P.O.L. Napoleón Solo), Elizabeth Montgomery (protagonista de Hechizada), Leslie Nielsen, Richard Chamberlain, Victor Buono, Arthur Hiller (futuro director de Love Story) y los argentinos Alejandro Rey y Argentina Brunetti, co-fundadora de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, entre muchos otros. Pero principalmente, por construir un discurso del miedo que, con elegancia e inteligencia, se alejó del susto para reflejar las pulsiones contradictorias e inexpugnables del ser humano, asfixiado por la sociedad y sus propias frustraciones. En palabras de Stephen King, “la mejor serie de terror de la historia de la TV”.
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