Borgen: la historia de la argentina que participa en la nueva temporada de la serie
Con estrictos protocolos de seguridad por el Covid-19, comenzaron en Dinamarca las grabaciones de la cuarta temporada de Borgen, la serie sobre política danesa que fue furor durante la cuarentena. En el elenco de extras hay una argentina, María Fernanda Lago, una periodista que vive hace trece años en Copenhague. En la ficción, ella es parte del equipo de trabajo de Birgitte Nyborg, la protagonista de la serie que, en esta temporada, ya no es Primera Ministra: esta etapa arranca con ella en la cartera de Asuntos Exteriores.
Feliz por ser parte de esta exitosa producción, Lago cuenta, entusiasmada, a LA NACION cómo es la trastienda de las grabaciones y cómo son los protocolos que se siguen en el set a raíz de la pandemia.
-¿Cómo llegaste a trabajar en Borgen?
-Fue producto de la pandemia y del tener que reinventarme. Yo escribía para la sección Turismo del diario y cuando no se pudo viajar más quedé sin nada para hacer. Hice una nota sobre varados en Dinamarca y una de las chicas que esperaba volver a la Argentina, llamada Daiana, me preguntó si nunca me había metido en las páginas de castings. Ahí dije: “A ver... por algo me lo dirá”. Y ahí en julio del año pasado empezaron a llamarme para diferentes series danesas. También para una noruega, Ragnarok. Fui conociendo gente y se ve que fui dando con las personas indicadas porque los de Borgen me llamaron para este trabajo fijo. Soy parte del equipo de la protagonista y como tenemos la contextura física bastante parecida, también me tienen para preparar la iluminación de cada escena. O sea, yo parada ahí hasta que está todo listo y entra ella.
“Ella” es Sidse Babett Knudsen, una actriz danesa de 52 años que se hizo mundialmente famosa por su trabajo en esta serie, interpretando a Birgitte Nyborg, una política honesta que logra ser Primera Ministra de Dinamarca. “Borgen” es el nombre con el que se conoce coloquialmente al palacio de Christiansborg, en Copenhague, sede de los tres poderes del Estado y oficina del Primer Ministro. En las primeras tres temporadas se ve cómo Birgitte se debe defender de la corrupción y de los enfrentamientos con la oposición. También, cómo ella sale adelante con armas limpias pero fuertes, sin dejar de lado la negociación constante que implica tener ese cargo público. Al mismo tiempo, la serie muestra cómo ese intenso ajetreo político desgasta su matrimonio y afecta la vida de sus hijos. La cuarta temporada -que empezó a grabarse el 11 de enero y terminará en septiembre- arranca con Birgitte en el Ministerio de Asuntos Exteriores, ocupándose de la crisis climática.
-¿Tuviste contacto con Sidse Babett Knudsen?
-¡Sí! Las escenas que me tocaron siempre fueron alrededor de ella, soy parte de su “grupo de trabajo” y cada vez que pasamos cerca le damos el pie para que se mueva o diga su libreto. Es todo un mecanismo que se arma y fluye entre extras y actores. Cuando se apaga la cámara, se baja de los tacos y se pone zapatillas hasta la próxima escena. Es simple y atenta. Siempre saluda y dice el típico “gracias por hoy”, como todos acá en Dinamarca.
-¿Son estrictos con la confidencialidad?
-Sí, cada día firmamos que no vamos a sacar fotos en el set y que no vamos a publicar información sobre detalles de la serie. Pero como ellos saben que tengo una cuenta de Instagram, me habilitaron a contar lo que puede salir en medios, como algo del argumento con el que arranca y sobre actores que estarán y otros que ya no.
-¿Quiénes se van y quiénes se incorporan?
-Por ejemplo, el personaje de Kasper Juuls (Pilou Asbæk) no va a estar, en cambio Soren Ravn (Lars Mikkelsen), que apareció en la tercera temporada como asesor económico, será nuevamente parte. Y se incorporan dos actores de la serie The rain, Lucas Lynggaard Tonnesen (que será el hijo de Birgitte) y Mikkel Folsgaard (que estará en su equipo de trabajo en el Ministerio). El personaje de Katrine Fonsmark (Birgitte Hjort Sorensen) sigue y vuelve al periodismo: será la directora de un canal de televisión.
-¿Cómo es el protocolo covid?
-Cada vez que llegamos al edificio, ni bien abrís la puerta hay dos enfermeras. Ellas te hisopan y te mandan a una sala. Todo con barbijo puesto, por supuesto. A la media hora, llega el resultado. Si da positivo, la empresa que testea está en comunicación directa con el hospital central de Copenhague. Entonces llaman, viene una ambulancia y te llevan al hospital porque lo que están haciendo es descifrar qué tipo de virus es. Tienen la lupa puesta en la mutación británica. Hasta ahora, no vi que nadie diera positivo. Y bueno, si da negativo, hay que estar en el set con el barbijo puesto. La única que está sin barbijo es Birgitte. Nosotros nos sacamos el barbijo cuando se encienden las cámaras y cuando se apagan, nos lo ponemos de nuevo inmediatamente. Para el almuerzo, nos dan comida en una bandeja, una para cada uno, tipo avión. Y piden que no hablemos mucho, que no nos acerquemos tanto. Además, fuera del estudio, en todas las salas que hay, tienen un máximo permitido de ocupantes. En la mía entran como máximo doce personas. Está todo ultra dividido y hay una chica que pasa constantemente con un trapito con alcohol y limpia las mesas, los picaportes... Porque es muy importante que nadie se pesque el virus. Le costaría una fortuna a la producción parar las grabaciones por un infectado. Son ocho capítulos y tienen determinado tiempo para hacerlo. Si se posterga por un caso de Covid, sería un problema.
-¿Tenés algún personaje en particular?
-Soy empleada del Ministerio de Asuntos Exteriores. Estoy en el grupo de trabajo de Birgitte, alrededor de ella, preocupada, llamando, mandando mensajes, haciendo un montón de cosas. Tenemos mucho trabajo porque hay un tema con la crisis climática y ella está tratando de recuperar su puesto de Primera Ministra. Va a entrar en carrera de vuelta, así que estamos muy ocupados. Si bien tengo un nombre en la credencial del Ministerio, Stine, por ahora no tengo texto más que las charlas de fondo, de murmullo. Hablamos entre todos, haciendo ruido, pero bueno, quién te dice, quizás me dan una réplica más adelante, todavía falta.
-Fuera de los sets, ¿te interesa la política?
-¡Sí! Estoy afiliada al Partido Socialdemócrata de Mette Frederiksen y ahora todo lo que se hace son reuniones online. Cuando se podía iba al Parlamento a escuchar algunas sesiones, en especial me interesan las que tienen que ver con inmigrantes e integración. Hay una movida muy grande con eso acá porque está viniendo mucha gente y Dinamarca no puede recibir tanto, es un país chico. Entonces están tratando de hacer leyes nuevas para poder dar prioridad a los que son refugiados políticos y no tanto a la inmigración en general. Por eso hay visas que están canceladas, como las “work and holidays”, esas que son de trabajo para jóvenes. Y se están poniendo muchísimas trabas para pedir permiso de residencia.
-¿Te interesa colaborar con los inmigrantes?
-Desde mi cuenta de Instagram trato de ayudar todo lo que puedo a los argentinos que llegan, a los que quieren venir, a los que tienen familia o a los que les interesa la cultura. Eso lo hago por amor al arte, porque me gusta.
-¿Cómo llegaste a vivir en Dinamarca?
-En abril de 2006, Jakob, mi marido, viajó a la Argentina de vacaciones, con un amigo. Pasaba tres días en Buenos Aires y nos cruzamos en un bar la última noche. Intercambiamos mails y adiós. La realidad era difícil, cada uno tenía armada su vida a 12 mil kilómetros de distancia. Yo tenía 30 años, él 33. A los 3 meses viajó de nuevo a buscarme y no nos separamos más. Vivimos un año en la Argentina, mientras él había pedido licencia en su trabajo, y cuando venció ese plazo, viajamos a Copenhague ya con nuestro primer hijo. Ahí le ofrecieron todo para que no renuncie y a mí se me presentó la decisión más difícil de mi vida. Soy muy apegada a mis afectos y nunca fantaseé con irme de Buenos Aires, jamás creí que podría encarar una vida en otro país, menos tan lejano.
-¿Cómo fue el desarraigo?
-Muy doloroso, con un bebé chiquito, una cultura tan diferente y un idioma que creí que nunca iba a aprender a hablar. Al poco tiempo, en 2008 empecé a trabajar como periodista de viajes y eso me convenció un poco para aceptar el reto que me significaba vivir en Dinamarca. Tenía trabajo en mi idioma, podía desarrollarme en mi profesión de periodista... Copenhague es una ciudad muy tranquila para criar niños y yo tenía un hijo chiquito y otro en camino. Así que me decidí. Hoy los chicos tienen 13 y 11 años.
-Tampoco te imaginabas que llegarías a trabajar en una serie...
-¡No! Nunca imaginé estar frente a una cámara, a mí siempre me gustó el detrás. Creo que por eso disfruto tanto cada día de grabación, porque no es mi aspiración ser actriz, pero sí ser una pieza del entramado y gestar el producto. Y en la escena es donde uno ve que el que acomoda la luz es tan importante como el que aparece en cámara. En otras oportunidades trabajé en productoras audiovisuales y la gente con la que uno se cruza es sumamente interesante, sumado a que en este país el divismo no va. Hay mucho pie en la tierra.
-¿Saben en Borgen que sos argentina?
-Saben. Me tienen de profesora de español, les encanta preguntar de todo. El intercambio que se genera es genial. Entonces pienso que ahí está lo rico de estas experiencias de destino puro. Algo que uno no planeó, que lo sorprende, le sacude todas las etiquetas de “soy esto o soy aquello”. Porque al final, ¿qué nos determina? Somos todo lo que queramos ser y hasta lo que no imaginamos. Lo importante es mantenerse receptivo, reinventarse, abrazar esos desafíos (aunque aterren) y dejar que fluya nuestra mejor versión.
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