Bob Esponja: el legado de un preocupado biólogo marino, el efecto Monty Python y los apabullantes números de un éxito inesperado
Fenómeno indiscutido de la cultura pop contemporánea, el personaje animado protagoniza desde hace 25 años series, películas, comedias musicales y millones de memes que viajan por el planeta
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Así como Disney tiene a Mickey y Warner a Bugs Bunny, Nickelodeon tiene a Bob Esponja. Desde hace 25 años, este fenómeno cultural de piel amarilla (como Los Simpsons) viene conquistando al público del mundo entero con su idealismo irredimible. La esponja cuadrada y de ojos saltones está presente en todos los soportes e idiomas conocidos: TV, cine, teatro, streaming, internet, redes sociales, cómic, videojuegos, parques de diversiones, merchandising de cualquier producto que pueda ser comercializado. Como icono de la cultura pop contemporánea, sus frases más famosas se repiten en múltiples situaciones cotidianas; y su imagen viaja entre personas reconvertida en infinidad de stickers y memes. Su público no para de crecer y no deja de fidelizarse: empezaron siendo niños que miraban el dibujito animado y hoy son adultos que comparten esa pasión con sus hijos. Un código intergeneracional que hace rato dejó de ser sólo un personaje de ficción para instalarse como una filosofía de vida. Nada mal para un personaje que nació como anfitrión de un cómic educativo de ínfima tirada.
Chico Esponja
Guionista, productor, director, actor y dibujante. Además de todo eso, Stephen Hillenburg era un biólogo marino apasionado por la divulgación. Decidido a concientizar a las personas sobre la importancia del ecosistema marino para la vida en la Tierra, empezó a trabajar en el Orange County Marine Institute de California en 1984. “Enseguida me di cuenta que el cambio permanente no se alcanzaba sólo con grandes campañas generales, sino a través del contacto directo, de a una persona a la vez. Y si eran chicos, el efecto era multiplicador”, contó. Con este dato y su talento innato para el dibujo humorístico, realizó el cómic The Intertidal Zone, destinado a iniciar a sus alumnos y al público visitante en el camino de la protección de los recursos naturales acuáticos.
Al abrir la revista, una redonda y antropomórfica esponja marina daba la bienvenida al lector, invitándolo a adentrarse en el divertido mundo del conocimiento submarino. Originalmente, el personaje iba a llamarse Boy Esponja (Boy the Sponge), pero no pudo ser. “Avanzado el proceso, nos enteramos que ese nombre ya estaba registrado y no íbamos a poder utilizarlo -reveló Hillenburg-, así que decidimos cambiarlo. Por cuestiones fonéticas, lo rebautizamos Bob Esponja (Bob the Sponge)”. Nadie se percató del filón que acababa de nacer; y el futuro icono cultural quedó arrumbado en algún lugar de la memoria del biólogo dibujante.
Con el paso del tiempo, Hillenburg desarrolló una carrera profesional en el campo de la animación televisiva. A caballo de la revolución mediática iniciada por Los Simpsons, Ren & Stimpy y Beavis and Butt-Head, inició su relación creativa con Nickelodeon, la primera señal de cable estadounidense dirigida a chicos y adolescentes. Sus aportes creativos a la serie La vida moderna de Rocko ayudaron a reposicionar un programa de por sí exitoso. Y esos resultados le permitieron dedicarse a un proyecto propio y personal: Bob Esponja (que en inglés pasó a llamarse SpongeBob SquarePants).
Apelando a un tono inocente y naif, que potenciaba el impacto de la crítica mirada social de los contenidos, le dio a Bob su definitiva forma cuadrada y lo dotó de vitalidad, energía positiva y buena onda. “Quería darle una ocupación -recordó Hillenburg- y como yo había trabajado de cocinero en un restaurante con comida rápida de mar en Maine, le di ese empleo”. En exclusiva para LA NACIÓN, el productor Vincent Waller, señaló que el suceso obtenido se debe a la fórmula de la hamburguesa que Bob prepara en el show: “Buena materia prima y el gran condimento que suman todos los personajes. Aunque básicamente, es el optimismo de Bob el que marca la diferencia, ya que le hace ver a todo el mundo como sus amigos”.
Bajo el mar
Bob Esponja debutó el 1 de mayo de 1999 en la pantalla de Nickelodeon. Ese día, los espectadores conocieron una parte de la fauna submarina que habita Fondo de Bikini, ciudad enclavada en la profundidad del Océano Pacífico. Visitaron la casa del protagonista, un ananá apoyada en el lecho marino; y compartieron tiempo con los amigos y vecinos de Bob: Patricio Estrella, perezosa y algo torpe estrella marina con sobrepeso; Calamardo, pulpo arrogante y de mal carácter; Don Cangrejo, codicioso dueño del restaurante de comida rápida donde trabajan Bob y Calamardo; Arenita Mejillas, roedora acuanauta y científica residente del lugar; y Plankton, principal rival de Don Cangrejo, entre muchos otros. “Creo que el principal acierto del programa es ser lo más divertido que pueda ser; en base siempre a la comedia verbal y física. Es un humor que se entiende de la misma manera alrededor del mundo”, contó el productor Marc Ceccarelli en entrevista con LA NACIÓN.
Más allá de su naturaleza disruptiva, la serie planteó un humor atemporal, enfocado en la idiosincrasia del norteamericano medio antes que en la coyuntura política, social y tecnológica. Construyó un discurso apto tanto para el público pequeño como para los espectadores adultos. Se animó a ser clásico, moderno y experimental, incorporando el libre fluir de la conciencia a la estructura del sketch. Un estilo patentado bajo el género del sinsentido, que no es otra cosa que un delicado equilibrio entre el absurdo y el surrealismo. Algo que la serie siempre reconoció haber tomado del grupo británico Monty Python (La vida de Brian). “Verlos es condición obligatoria para todos los guionistas de la serie -afirmó entre risas Ceccarelli-. Como ellos, entendemos a la comedia como un arte. Y creo que esa es una de las razones detrás de todos los memes con Bob Esponja. Básicamente, trabajamos con emociones. La gente lo percibe, se siente representada y las saca de su contexto natural porque las asume como propias. Y eso está buenísimo”.
A pesar de aventajar por un par de puntos de rating a Pokémon, la serie de Bob Esponja fue de menor a mayor. Recién en su segundo año de emisión explotó hasta convertirse en uno de los referentes de la nueva animación estadounidense. Y ya no paró. Largometrajes cinematográficos que fusionaban animación con imagen real, un musical en Broadway, parques de diversiones, mercadotecnia de todo tipo y color, presencia constante en redes. En 2017, mientras el furor crecía bajo el estricto control de Hillenburg, el biólogo fue diagnosticado con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). A medida que avanzaba la enfermedad, tuvo que ir delegando sus responsabilidades en el show, que terminaron recayendo por completo en Waller y Ceccarelli.
Hillenburg falleció el 26 de noviembre de 2018 y, de acuerdo con su último deseo, sus cenizas fueron esparcidas sobre las aguas del Océano Pacífico en la costa californiana. “Tenía un gran talento -definió Waller-. De hecho, creó todos los personajes y el mundo que habitan. Dominaba todos los formatos y los medios de comunicación, por eso era muy fácil y placentero trabajar con él. Era muy divertido, tenía la risa fácil y sabía generar entornos laborales muy cómodos y creativos”. Ceccarelli lo recuerda como un ser “muy especial”: “Siempre estaba tranquilo; y eso es bastante raro en esta profesión”.
Más allá del cimbronazo anímico para el equipo, el mandato creativo de Hillenburg se mantuvo sin modificaciones y la serie pudo sobreponerse a su ausencia. Tanto, que incluso terminó añadiendo dos nuevos programas al cada vez más cohesionado universo animado: Kamp Koral: Los años de infancia de Bob Esponja (Kamp Koral: SpongeBob’s Under Years) y El show de Patricio Estrella (The Patrick Star Show), ambos en 2021.
De cara al futuro
Los números son apabullantes. Con un promedio superior a los 90 millones de espectadores totales por trimestre, Bob Esponja cosechó múltiples premios Emmy, Tony y Annie (el “Oscar de la animación”). Hoy en día continúa siendo la marca más importante del ecosistema digital y bajo demanda de Nicklodeon, con 34 mil millones de segundos vistos sólo el año pasado. Con más de 137 millones de seguidores en todas las plataformas, se ha convertido en el segundo TikTok de mayor crecimiento para Paramount. Su canal de YouTube acumula más de 14 mil millones de visitas y el nombre de Bob Esponja aparece mencionado una vez cada 4 segundos en las redes sociales.
25 años después de su debut, la serie sigue corriendo los límites de la comedia televisiva en cuanto a formas y contenido. Por un lado, el 2 de agosto se estrenará en Netflix Al rescate de Fondo de Bikini: La película de Arenita Mejillas (Saving Bikini Bottom: The Sandy Cheeks Movie), largometraje que llevará la ciudad submarina hasta Texas, en un intento desesperado por salvar el hábitat natural de Bob Esponja y, por qué no, al mundo entero. Y un poco más adelante, las nuevas temporadas de Kamp Koral y El show de Patricio Estrella prometen un uso revolucionario del CGI (Imágenes Generadas por Computadora, por su sigla en inglés), que implicaría un salto tecnológico cualitativo para la franquicia en general, y un ritmo humorístico mucho más vertiginoso y nada lineal, con un chiste atrás del otro y sin solución de continuidad.
Pero como un cuarto de siglo no se cumple todos los días, el plato principal del agasajo corresponde a los Especiales de Aniversario de Bob Esponja, tanda de episodios realizados especialmente para la ocasión y que se irán estrenando, globalmente, durante todo el año. Guardados bajo cuatro llaves, lo poco que se sabe sobre ellos es que permitirán ir conociendo la historia de Fondo de Bikini, recorriendo diferentes épocas e incluso viajando 2000 años al futuro. Para Waller, “son un mimo a los fanáticos” y tienen “un montón de referencias y sorpresas ocultas que, de seguro, van a disparar muchísimas memorias”.
Pensados como una síntesis de estos 25 años del universo creado por Hillenburg, los especiales revisarán algunos de los primeros capítulos de la serie, recuperando personajes y eventos que cimentaron el camino al reconocimiento intergeneracional, para mostrarlos desde un ángulo contemporáneo que permita deconstruir y reconstruir alguna situación que haya quedado posdatada. Una nueva fórmula que le permita a la esponja más famosa de la industria del entretenimiento seguir reinando por otro cuarto de siglo. “Pero primero, espero que nos podamos recuperar de este cumpleaños -aventura Waller-. Después, quisiera llevar a Bob al espacio exterior”.
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