Babylon Berlin: cuando en la capital alemana convivían la libertad, la creación y el crimen
Su creador, Tom Tykwer, y sus protagonistas Volker Bruch y Liv Lisa Fries hablan de la multipremiada serie, ambientada en los últimos años de la República de Weimar, que estrena el jueves Europa, Europa
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La República de Weimar fue la primera democracia de Alemania, surgida en 1918 a partir de la derrota en la Primera Guerra Mundial y que se extendió hasta 1933, año en que Adolf Hitler ascendió al poder. Mientras la derecha culpaba a los republicanos de la capitulación, varios asesinatos políticos e intentos de golpes de Estado abonaban el caos y la inestabilidad. Los enfrentamientos entre comunistas, paramilitares y policías en las calles estaban a la orden del día. Pero en esa misma Alemania surgían, al mismo tiempo, corrientes y formas estéticas innovadoras como el expresionismo alemán, con películas como El gabinete del doctor Caligari (1920), o la escuela de arquitectura y diseño Bauhaus. Pero también artistas como Marlene Dietrich, que animaba los alegres y licenciosos cabarets berlineses con su look andrógino.
Es en la efervescente capital de esa república, que todavía no se había asomado a lo más profundo del abismo, en la que transcurre Babylon Berlin, la serie cuya primera temporada de ocho capítulos se estrena este jueves, a las 22, por Europa Europa, disponible también en Flow al día siguiente de su emisión. Creada, dirigida y escrita por Tom Tykwer, Achim von Borries y Henk Handloegten, ostenta el récord de ser la serie alemana más cara de la historia y la más costosa de habla no inglesa jamás producida (en total, las primeras dos temporadas insumieron unos 45 millones de dólares).
Desde su estreno en Alemania, en 2017, la serie fue vendida a más de 140 países. Apenas un año después se llevó el premio a la mejor serie de ficción europea en los Premios del Cine Europeo y cosechó otras tantas distinciones de la industria audiovisual alemana. Pero está claro que su presupuesto abultado no explica por sí solo el éxito de esta ambiciosa producción, que pronto comenzará con el rodaje de su cuarta temporada. Lo cierto es que es difícil sustraerse al magnetismo de la babilónica capital europea que crearon Tykwer y sus socios: una ciudad en la que convivían la libertad creativa y sexual, la agitación política y el crimen.
Una época por explorar
Babylon Berlin nació a partir de una serie de ocho novelas policiales de Volker Kutscher que giran en torno al detective de policía Gereon Rath (Volker Bruch). La primera temporada (basada en el volumen inicial de las novelas, Sombras sobre Berlín, editado en español por Ediciones B) sigue de cerca los pasos del joven investigador, recién llegado a la Unidad Antivicio de capital alemana en 1929 desde la católica ciudad de Colonia. Su misión: desmantelar una red de pornografía que extorsiona a altas figuras de la política con sus filmaciones, liderada por un oscuro hombre de negocios, “El armenio” (Misel Maticevic, de la serie Oktoberfest de Netflix).
En los pasillos de la policía berlinesa, Rath conoce a la astuta Charlotte Ritter (Liv Lisa Fries), una chica de clase trabajadora que malvive en un departamento minúsculo con su madre enferma de sífilis, su abuelo, sus hermanas y su cuñado. Lotte sostiene la economía familiar trabajando como secretaria de la policía de día y como dominatrix en el imponente cabaret Moka Efti de noche. Sin embargo, el sueño de esta flapper es convertirse en la primera detective mujer de la policía de Berlín.
“Hace tiempo que buscábamos algo que nos permitiera echar un vistazo a esta época de Alemania tan poco representada en la literatura, pero también en el cine y las series. Fue muy difícil dar con algo”, dijo Tykwer en entrevista con LA NACION desde Berlín, donde se prepara para el rodaje de la cuarta temporada. “Creo que la gracia es poder reconstruir de la mano de un género, como el cine policial, toda una época. Conocemos la ciudad a través de los ojos de este comisario y sus investigaciones. Los crímenes y los sospechosos son los hilos conductores alrededor de los cuales constela todo lo demás”, explicó el director de películas Corre Lola corre y El perfume y series como Sense8.
“Fue una época muy emocionante y que no se había abordado tanto, por eso creo que también fue un suelo muy fértil para poder contar historias atrapantes como esta”, añadió Volker Bruch, quien se pone en la piel del joven detective, en entrevista con este diario. “No me gusta mucho justificar el éxito, porque uno hace las cosas y el éxito es un hermoso regalo, la frutilla del postre. Pero creo que en este caso se hicieron muchas cosas bien”, señaló.
Un detective suelto en Berlín
Pero Rath no es un detective de policía como cualquier otro. Traumatizado por las trincheras de la Primera Guerra Mundial, tiembla como una hoja cada vez que corre peligro, algo bastante frecuente en esa Berlín de sombras difusas y ecos de pasos lejanos que remite al cine noir. Y como no queda bien que un policía pierda el control, cada tanto Rath tiene que echar mano de unas ampollitas de morfina para dominar sus temblores.
Este secreto lo vuelve especialmente vulnerable ante Bruno Wolter (Peter Kurth), su experimentado compañero en la Unidad Antivicio, un policía menos apegado a los buenos modos que desconfía de ese joven educado y de pocas palabras llegado desde Colonia. Pero al igual que la ciudad que lo recibe, Rath también está lleno de contrastes: ya sea en el Pepita, un bar de transformistas donde se toma absenta, o en el cabaret Moka Efti, el serio de Rath se transforma en un bailarín frenético cuando suenan los primeros acordes de sus canciones favoritas.
“Gereon Rath es nuevo en la ciudad y de su mano logramos hacernos una idea de Berlín y de sus contrastes. Contrastes que también forman parte de él y que lo convierten en un personaje tan interesante”, afirmó Bruch, quien se hizo conocido en Alemania por la miniserie Hijos del Tercer Reich, y que recibió el premio alemán Goldene Kamera por su papel en Babylon Berlin. “Son justamente estos contrastes los que abren el espectro y hacen que vayamos descubriendo de a poco quién es Gereon realmente”, añadió el actor.
Una ciudad en ebullición política
Uno de los aspectos más interesantes de la serie es su subtrama política, que involucra a una célula de rusos exiliados en Berlín fieles a León Trotski, a la embajada estalinista en la capital alemana y a un grupo de industriales y generales prusianos nacionalistas que conspiran contra el gobierno y las condiciones del Tratado de Versalles. Uno de esos industriales es Alfred Nyssen, personificado con su solidez habitual por el actor alemán Lars Eidinger (Personal Shopper, Próxima). El apellido de su personaje remite al del poderoso industrial alemán Friedrich Thyssen (1873-1951), quien apoyó en un principio a Hitler pero rompería con él más adelante.
Sin embargo, a pesar de que la sombra de Hitler sobrevuela la trama a través de personajes como Nyssen, ni él ni sus seguidores son figuras de peso en las primeras dos temporadas. Los personajes de la serie tampoco parecen adivinar la tragedia que se encuentra a la vuelta de la historia. “Buscamos mostrar muy claramente que en ese momento nadie sabía lo que iba a pasar. La gente no iba por la vida pensando que estaba a las puertas de una catástrofe. Lo que se encontraba en el horizonte, prácticamente delante de la puerta desde nuestro punto de vista actual, es decir, un cambio radical de toda la sociedad, no era algo fuera visible ni perceptible en el aire en ese momento”, aseguró Tykwer, quien recordó que, por ese entonces, el partido nazi (NSDAP, por sus siglas en alemán) no contaba con una importante cantidad de votos (cosechó apenas 2,63 por ciento de los votos en las elecciones federales de 1928).
“Era un partido que nadie se tomaba en serio en esa época. Por eso tampoco quisimos dar la idea de que ya por ese entonces se podía adivinar al ‘pequeño nazi’ en cada uno de los personajes. No hubiera sido una descripción ajustada del pueblo ni de la época. La caída libre de Alemania se produjo después de la gran crisis, cuando el hambre y la locura económica se apoderaron del país, las condiciones de la gente empeoraron muy rápidamente y se produjo un corrimiento radical en las posiciones políticas”, completó.
La primera temporada de Babylon Berlin refleja más bien el enorme recelo y la desconfianza que generaba la difusión del comunismo entre las clases trabajadoras. Incluso muestra un hecho poco conocido de la historia alemana del siglo XX, el Blutmai (Mayo sangriento), la salvaje represión de la policía berlinesa de una manifestación de los comunistas con motivo del 1 de mayo en 1929 en la que murieron al menos 33 civiles.
“El momento en que empieza nuestra serie y que abarca las dos primeras temporadas fue incluso esperanzador. Como tratamos de reflejar, había una cultura y un espíritu libres y las mujeres jóvenes tenían incluso algunas oportunidades de ingresar en ámbitos profesionales dominados hasta entonces por los hombres –apuntó Tykwer–. Por su puesto había mucho en ebullición de forma subterránea. Pero también existía la esperanza de una sociedad más abierta y moderna”, opinó.
Berlín, sinfonía de una gran ciudad
Uno de los principales desafíos que enfrentaron los creadores de la serie fue mostrar en todo su esplendor una ciudad que, poco más de una década después, quedaría reducida a escombros. Una ciudad bulliciosa y viva, surcada por autos y tranvías, en la que se agolpaban panaderías, jugueterías, parques de atracciones, cafés, teatros, cines y cabarets, como plasmó Walter Ruttmann en ese documento fílmico invaluable que es Berlín, sinfonía de una gran ciudad, de 1927. “No me interesa ser preciso en la reconstrucción ni lo que se suele describir como ‘auténtico’, sino en todo caso decir ‘así es como me lo imagino’. Me parece mucho más importante que sea plausible. Ese ejercicio de imaginación deja en claro que se trata de una interpretación. No nos podíamos subir a la máquina del tiempo, pero queríamos transmitir, desde el punto de vista de la energía, cómo habría sido estar en esa ciudad, caminando por ahí”, contó Tykwer.
La mítica plaza Alexanderplatz fue usada como locación de varias escenas, aunque en la posproducción hubo que eliminar digitalmente las construcciones más modernas, como el famoso Fernsehturm o “Torre de la Televisión” que se alza sobre el cielo de Berlín. El impactante Moka Efti, con su enorme pista de baile, fue escenificado en una vieja sala de cine mudo, la Delphi, que quedó en pie tras la guerra. El cabaret de la ficción toma su nombre de un moderno café fundado en Berlín en 1929 en el que era posible tomarse un cortado, cortarse el pelo y bailar al ritmo del swing y que, además, contaba con una escalera mecánica como atracción.
“No quisimos hacer una película de época pesada, tan ajustada y precisa que eso la limitara, sino que preferimos no ser del todo auténticos a veces para aportarle cierta modernidad a la serie”, afirmó Tykwer. “A fin de cuentas, ese fue uno de los principales aspectos de la República de Weimar. Fue un momento en que los viejos tiempos se conjugaron con la modernidad y dieron frutos increíbles”, aseguró
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