Como digna heredera de sus orígenes folletinescos, la TV solía vivir casi enteramente del presente y, acaso, de la esperanza de la próxima vuelta de tuerca en su trama (o el siguiente caso policial) en su futuro. Para la pantalla chica, el final era abrupto, imprevisto e indeseable como la peste: una ficción que terminaba era una serie que había perdido el beneplácito del público y por lo tanto su desenlace solía materializarse en su mera desaparición del aire. Al ser mayormente autocontenidas, las tramas simplemente se acababan. Pero incluso en aquella primera era de oro, había ciclos que rompían el molde y se despedían en su ley (tres finales memorables de muchos posibles: El prisionero, El fugitivo, Los vengadores).
A medida que comenzó a popularizarse la serialización de la TV, a comienzos de la década del 90 –cuando las tramas comenzaron a combinar "el caso de la semana" con la mitología que sustentaba el mundo en el que "vivía" la serie y las vidas personales de sus protagonistas, como lo hacíanLos expedientes X, Ally McBeal y Buffy, tres clásicos de esa década– sus creadores lograron adquirir la potestad de decidir cómo sería el paso a la inmortalidad de sus criaturas. Los fans, por supuesto, tienen desde siempre sus propias ideas al respecto. Si no, pregúntenle a David Benioff y Dan Weiss, los creadores de Game of Thrones (o al propio George R. R. Martin , quien tuvo que salir a desmentir que los libros que inspiraron la serie hasta la séptima temporada terminarán "igual de mal" que su adaptación televisiva), que mañana se despedirá de la pantalla de HBO con un episodio que definirá seguramente cómo será recordada la ficción fantástica en los libros de historia.
Sabemos que, en muchos casos, un final logra superar todo lo hecho por la serie hasta el momento, convirtiéndose en una síntesis perfecta de la historia y su punto de vista. En otros, un desenlace precipitado, mal ejecutado, inverosímil o manipulador termina por sepultar los muchos méritos que nos hicieron estar pendientes de esa ficción durante tantos años. Para poner en perspectiva el fenómeno de Westeros, recordamos aquí diez desenlaces de ficciones que marcaron la historia de la TV norteamericana reciente. Para bien, para mal y, especialmente, para debatir hasta el arribo de la próxima gran serie que nos haga olvidar la ausencia de Game of Thrones de nuestra pantalla.
¡Spoiler alert, si no viste el final de alguna de estas series no sigas leyendo esta nota...!
1. Lost: "The End" (23 de mayo de 2010)
El final de Lost fue uno de los más divisivos y también de los más incomprendidos de la historia de la TV (y no solo norteamericana). Una parte del público lo encontró satisfactorio por su alta carga emotiva (después de estar tanto tiempo "perdidos", muchos de los personajes se reencuentran y reconcilian con otros y consigo mismos). Sin embargo, todos aquellos que querían razón antes que emoción, es decir, respuestas a la monumental avalancha de enigmas de la serie, se vieron ante una doble decepción. Por un lado, no hubo una explicación que cancelara cada misterio que permanecía abierto (tal cosa habría sido imposible) y, por el otro, la respuesta que sí apareció fue muy malinterpretada. El episodio final descubre que los personajes se encuentran en una suerte de limbo, revelación que fue erróneamente tomada como la confirmación de la teoría más popular: que los pasajeros del avión perecieron en el accidente y la isla era un inframundo sobrenatural. Sin embargo, el capítulo dice exactamente lo contrario: son los flash-sideways –escenas de una realidad alternativa incorporadas recién en la última temporada– los que ocurren en el mundo después de la muerte y la isla está en el mundo "real". Es decir, es un anti-final, dado que solo responde preguntas abiertas a último momento y no revela nada acerca de la naturaleza de isla, que es el misterio que arrastró a los espectadores por seis temporadas.
2. Los Soprano: "Made in America" (10 de junio de 2007)
Hace unos meses apenas se cumplían dos décadas del inicio de una de las series que puso a la televisión en una nueva órbita. Los Soprano fue el primer cimiento del prestigio global de HBO y la serie que, luego de seis temporadas de haber cautivado a la audiencia con la vida y la terapia de Tony Soprano, llegaba a un final controvertido. El episodio "Made in America", escrito y dirigido por el mismísimo David Chase, dejó más interrogantes que certezas y abrió un hueco en la resolución que dio pie a numerosas teorías. En las imágenes finales, Tony se reúne con su familia a cenar y, mientras de fondo suena "Don’t Stop Believin’" de Journey, mira a cámara y la pantalla funde a negro. Tal vez alguien aguarda en el baño para matarlo pero su destino queda suspendido en esos instantes después de los créditos ¿Murió Tony a manos de la venganza o sigue escuchando las eternas discusiones familiares, sentado a la mesa y comiendo aros de cebolla? Mucho se escribió y se interrogó a su creador sobre ese halo de fatalidad que parecía teñirlo todo. Pero el misterio quedó para las discusiones de libros y los debates de fanáticos, mientras el espíritu de Tony sigue vagando en nuestra memoria al ritmo de Journey.
3. Breaking Bad: "Felina" (29 de septiembre de 2013)
El antepenúltimo episodio de Breaking Bad –el glorioso e intenso "Ozymandias"– puso la vara muy alta para la recta final de la serie de Vince Gilligan, quien tenía sobre sus hombros el peso de concluir una historia cuyos fanáticos ponían la lupa en todos los detalles. De todas formas, hablar de Gilligan es hablar de un creador obsesivo que no deja cabos sueltos, y que toma la presión de sus seguidores como materia prima para superarse (su spinoff, Better Call Saul , es la prueba irrefutable de esto). El último capítulo de Breaking Bad comienza con una frase premonitoria de Walter White ( Bryan Cranston ), con ese "Sólo llevame a casa" que verbaliza antes de salir de su asilo en New Hampshire. La casa a la que hace mención la vemos en el plano final, con Heisenberg, el otrora rey de la metanfetamina, muriendo en un laboratorio, mientras apropiadamente comienza a sonar "Baby Blue". La familia que Walter construyó con Skyler (Anna Gunn) y sus hijos nunca pudo equiparar esa adrenalina que le producía la ciencia (y el poder de su uso), y él mismo lo admite después de tanto tiempo: "Lo hice por mí. Me hacía sentir vivo". Por su parte, Jesse (Aaron Paul) se escapa de esa vida de tortura y se despide de Walter con una mirada que remite al primer capítulo, cuando sus caminos se cruzaron indefectiblemente ¿Hacia dónde fue Jesse? No lo sabemos (por ahora). Su llanto catártico parecía implorar que nosotros elijamos el destino que queríamos para él.
4. Six Feet Under: "Everyone's Waiting" (21 de agosto de 2005)
En su canción "Breathe Me", Sia habla desde un lugar de desprotección, desde un estado que la conduce a suplicar por un abrazo cálido, una compañía, una presencia incondicional. Un motivo por el cual el final de la serie creada en 2001 por Alan Ball se volvió indeleble es, precisamente, la música elegida. Tras la muerte de Nate (Peter Krause), la familia Fisher intenta reacomodarse a la pérdida, pero no es ese el camino que eligió el showrunner para su coda. Como si fuera un poderoso cortometraje, los últimos minutos de Six Feet Under nos muestran cómo morirá cada uno de los personajes que siguen vivos, la mayoría acompañados por esa figura incondicional sobre la que canta Sia, y en clara alusión a los prólogos de sus episodios. Por tratarse de una serie sobre la muerte y, especialmente, sobre las formas de transitar el duelo, la misma concluye con Claire (Lauren Ambrose) en un auto en movimiento, a plena luz del día, y con un rostro que denota optimismo por lo que vendrá. Por lo tanto, si bien se dificulta no llorar al ver esa sucesión de pérdidas, Six Feet Under logra que el carácter transitorio de la vida no asuste sino reconforte.
5. Seinfeld: "The Finale" (14 de mayo de 1998)
"Sin abrazos, sin aprendizaje" fue el lema que los creadores Jerry Seinfeld y Larry David mantuvieron durante el proceso de escritura de cada uno de los episodios de Seinfeld . Jerry, George, Elaine y Kramer pasaron nueve temporadas demostrando lo lejos que estaban de los clichés de la sitcom que reinaban en la TV norteamericana de la época. Nunca se demostrarían afecto genuino entre ellos y mucho menos se convertirían en mejores personas. El episodio final de Seinfeld, centrado en un juicio a los cuatro protagonistas por haberse burlado de un hombre víctima de un asalto, dividió las aguas. Pero, a pesar de que "The Finale" está lejos de ser uno de los mejores episodios de la serie, el desfile de todos los personajes a los que el cuarteto había dañado en esos años dando testimonio de su maldad, fue una forma lógica de cerrar una serie que se trataba sobre nada y no se parecía a ninguna otra. El final con los amigos presos y repitiendo la conversación del primer episodio, sin haber aprendido nada y sin remordimientos, es la perfecta cereza ácida del postre.
6. Mad Men: "Person to Person" (17 de mayo de 2015)
El último episodio de Mad Men dio un cierre satisfactorio a sus personajes y contiene todo lo que hizo de la serie una de las más destacadas de la era dorada de la TV: un altísimo nivel de escritura del guión, con desarrollos de personajes que van hasta lo más profundo de su psique y diálogos que ayudan a expresarlos en sus verdades y contradicciones; excelentes actuaciones y una impecable recreación de época. Matthew Weiner siguió los pasos de su mentor David Chase y decidió no cerrar la serie con una interpretación inequívoca. Al plano final de Don meditando, con una campanita que suena y la sonrisa que se dibuja en su cara, le sigue un comercial real de Coca-Cola de 1971, con personajes y locación que recuerdan a la comuna hippie en la que estaba el creativo. Esta yuxtaposición propone lecturas ligadas a la perspectiva propia sobre todo el camino de Don y de la serie. Una de ellas, cínica pero convincente, es que Don logró reconectarse con el espíritu de la época para volver a venderle al público la ilusión de una vida mejor a través del producto norteamericano por excelencia.
7. Twin Peaks: The Return: "Part 18" (3 de septiembre de 2017)
Twin Peaks , pionera de las narrativas ambiciosas de la era de oro de la TV, tuvo dos finales. En 1991 fue cancelada tras dos temporadas en el aire, debido al continuo descenso del rating después de que se revelara quién había sido el asesino de Laura Palmer. En aquel episodio final la joven asesinada (Sheryl Lee) le decía al agente Dale Cooper ( Kyle MacLachlan ) que se reencontrarían en 25 años. Pasaron unos pocos más hasta que David Lynch y Mark Frost tuvieron la oportunidad de continuar la historia con una tercera temporada, "El regreso". En el último episodio de esta nueva encarnación, Cooper regresa a Twin Peaks con una mujer idéntica a Laura Palmer (también interpretada por Sheryl Lee), pero que lleva otro nombre. Sobrevuela la duda de la realidad en la que se encuentran ambos personajes. El siniestro clima del final, que incluye un grito terrorífico que hiela la sangre, es lo suficientemente enigmático y potente para satisfacer a quienes entraron en ese universo onírico, que incluye peligrosos entes energéticos, holocaustos nucleares y viajes entre dimensiones y tiempos. Darle un cierre tradicional está lejos de los intereses de Lynch y Frost, pero también de sus seguidores. De todas maneras, ¿quién sabe si ese fue el último final?
8. The Americans: "START" (30 de mayo de 2018)
Después de seis temporadas de mentiras, asesinatos, numerosas pelucas e innumerables vidas arruinadas a su paso, ni el más iluso de los seguidores de The Americans podía creer que Philip y Elizabeth Jennings tendrían un final feliz. Claro que estar seguro de lo que no puede ser no tiene nada que ver con desearlo: el extraordinario trabajo de Joe Weisberg y Joel Fields, creadores y guionistas de la ficción ambientada en los años 80, durante la etapa final de la Guerra Fría, y las brillantes interpretaciones de Keri Russell y Matthew Rhys , hacían querer lo imposible. Que el matrimonio de espías soviéticos encubiertos en los Estados Unidos pudieran escapar de todos sus crímenes y, de paso –haciéndole justicia a todos sus años de servicio–, salvar el mundo. Uno de los muchos elementos que hace memorable este episodio de despedida es que aun cuando la pareja parece conseguir su objetivo, su triunfo está teñido de la desazón y la nostalgia por lo que saben que perdieron y no podrán recuperar. El momento, perfectamente musicalizado por la canción "With Or Without You", en que Elizabeth y Philip se dan cuenta de que su hija Paige no los acompañará en la huida de regreso a Rusia, contiene toda la demoledora belleza del final que The Americans y sus casi perfectas seis temporadas merecían.
9. The West Wing: "Tomorrow" (14 de mayo de 2006)
Los memes de Internet generalmente atribuyen el don de la clarividencia a Los Simpson, sin embargo, el programa que consciente y puntualmente logró predecir el futuro fue The West Wing, la mejor ficción sobre el proceso político de los Estados Unidos: en su último episodio, puesto en el aire en 2006, mostraba la asunción a la presidencia del primer candidato negro, Matthew Santos (Jimmy Smits), quien estaba inspirado en un desconocido senador de Illinois llamado Barack Obama. La serie no representó la política tal como es sino tal como debería ser: el presidente Jed Bartlet ( Martin Sheen ) era un exprofesor universitario y premio Nobel de economía, siempre más inteligente pero también más humano que cualquiera de sus oponentes. El episodio final lo muestra despidiéndose de su cargo, en un acto que replica la despedida de los personajes de la serie. Si bien su creador Aaron Sorkin se había alejado del programa tras la cuarta temporada (con la consiguiente pérdida de foco y calidad de la ficción) el episodio final reúne a los personajes disgregados y, apropiadamente, aporta una amplia dosis de melancolía por el fin de un ciclo sin par: la presidencia de Bartlet y esta serie.
10. How I Met Your Mother: "Last Forever" (31 de marzo de 2014)
Pocos finales tan controversiales como el de How I Met Your Mother, la creación de Carter Bays y Craig Thomas que renovó el mundo de las sitcoms gracias a su perpetuo homenaje al género de la comedia romántica, y a ese elenco que funcionaba de manera homogénea. La premisa que planteó la serie desde su inicio era la de un padre (Ted Mosby, interpretado por Josh Radnor) que le contaba a sus hijos cómo había conocido a su madre. De esta forma, independientemente de los conflictos propios del formato, había un enigma unívoco que nos motivaba a seguir viendo. Más que un whodunit, era un whowasit. Luego de ocho años de misterio, la identidad de la madre se reveló en el capítulo "Something New" de la penúltima temporada, con la extraordinaria incorporación de Cristin Milioti (Black Mirror: USS Callister), una actriz que supo estar a la altura de los relatos de Ted sobre esa entelequia que por mucho tiempo fue Tracy. Sin embargo, el giro de la serie no fue ese descubrimiento que se nos planteó inicialmente sino la muerte de la madre, y el reencuentro del protagonista con su exnovia Robin (Cobie Smulders), una decisión narrativa apresurada, desconcertante y enemiga de todo lo que la serie había construido previamente (como la relación de Robin con Barney, a la que se destruyó caprichosamente). Bays y Thomas debieron explicar que ese final estuvo pensado desde el comienzo, por lo cual no hubo margen para el fanservice. En otra historia, mantenerse fiel a su idea primigenia hubiese resultado. En este caso, sin lugar a dudas, se trató de un paso en falso que le quitó encanto a la serie misma.
Textos de Natalia Trzenko, Paula Vázquez Prieto, María Fernanda Mugica, Milagros Amondaray, Dolores Graña y Hernán Ferreirós.
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