El Maestro: éxitos y fracasos en el mundo de la danza clásica
Julio Chávez, Inés Estévez y Carla Quevedo son los protagonistas de la serie de doce capítulos que se estrena el próximo miércoles
"Sos el infierno, Paulina", dice Julio Chávez , en la piel del maestro Prat, en medio de la sala de baile espejada. "Lo dice el diablo", le retruca Inés Estévez -compañera en la ficción- y le clava la mirada.
La escena tiene lugar en una escuela de danza de la Capital y forma parte del último tramo del rodaje de la miniserie El maestro, el nuevo unitario de 12 episodios coproducido por El trece, TNT, Cablevisión y Pol-ka, que se verá desde el 13 todos los miércoles, a las 22.45, por El Trece (la temporada completa estará disponible desde ese mismo día en Flow, la plataforma on demand de Cablevisión) y en TNT, desde el 14, todos los jueves, a las 22.
Con guión de Romina Paula y Gonzalo Demaría y bajo la dirección de Daniel Barone, la historia tiene como protagonista a Prat (Chávez), un destacado bailarín de danza clásica retirado de los escenarios que da clases en una escuela de barrio con la ayuda de su socio y amigo Mario (Juan Leyrado). Prat, ex pareja artística y afectiva de Paulina y quien ahora debe hacerse cargo de su nieto, tiene un reto por delante: entrenar a Luisa Galarza ( Carla Quevedo : El secreto de sus ojos/Show Me a Hero), joven promesa del ballet. Ella es de un barrio humilde del conurbano, novia de un boxeador (Abel Ayala) y competirá por una beca con el personaje de Luz Cipriota , alumna de Paulina, que dirige un importante teatro.
Julio Chávez dice que su personaje "es el de un hombrecito muy enamorado de su oficio, que tuvo que dejar de bailar y que se aisló del epicentro de la danza pero nunca del gusto por su arte". La joven Luisa es para él "uno de esos regalos que a veces te da la vida", y su presencia provoca en el maestro "una especie de diálisis en relación con el oficio y al afecto".
El renombrado actor cuenta que entre ambos personajes se produce "una especie de invitación juvenil a hacer un picnic en Palermo, un picnic tardío que ubica a Prat en un erotismo no sólo sexual, sino con el oficio, y que lo invita a volver a exponerse y a asumir riesgos; es un despertar muy importante para él".
En el ensayo de la escena con Paulina, Chávez se mueve como un bailarín: camina con los pies hacia afuera, las piernas firmes y la barbilla en alto. Para ello se entrenó durante meses con el bailarín y maestro de danza Raúl Candal, que vigila de cerca sus movimientos. Antes de grabar, Leyrado camina con los brazos cruzados atrás, silba sonriente y tararea melodías por encima de los valses que un músico toca al piano. Inés Estévez toma agua y se prepara para entrar en escena. Sobre todos ellos prima la mirada del director, Daniel Barone, que también sonríe con facilidad y cuida los detalles.
Un grupo de jóvenes bailarines profesionales, que serán los alumnos de Prat, están en la escena, en la que el maestro les dará una clase, que interrumpirá Paulina. La cámara graba: "Vamos a hacer dos valses y un pas de bourrée", les indica Prat y suena la música. "Y cinco y seis y siete y va... No, no, no, hay que estirar, estirar la mano, vamos. Estiren más, por favor", insiste y los guía, hasta que irrumpe su ex, desquiciada.
Inés Estévez se muestra encantada con su papel. "Soy la contrafigura, un personaje que equivale a la típica mala pero que no es lineal: sus actitudes de resentimiento y de odio son el resultado de un gran dolor. Como todos los malos, ella lo es un poco por sus circunstancias, lo cual le da al personaje muchas capas, mucha complejidad, y eso es lo que me gusta al actuar. Siempre hago de buena y me gustó hacer un personaje más dañado a nivel emocional y que intenta hacer daño pero que es vulnerable, con un grado de herida y de emocionalidad expuesta muy grande", explica la actriz.
Su enfrentamiento con Prat es "bastante feroz" y vuelve a reeditarse a partir de un certamen para una beca, en el cual se enfrentan las protegidas de ambos. "Ahí entra lo personal y hay sorpresas que van develando el vínculo que mantienen el uno con el otro y con la profesión y con la vida en general", añade Estévez. Es la primera vez que comparte una trama larga con Chávez, lo cual le resulta "una delicia, porque él tiene cabeza de actor, de director y de autor, entonces hay una conciencia respecto del trayecto de cada personaje a la hora de diseñar las escenas y eso optimiza mucho los resultados".
Inés Estévez tiene varios proyectos: un futuro disco con su banda, su participación en la primera miniserie producida por Netflix en la Argentina y un protagónico en la película Dolores (con Lali Espósito y Leo Sbaraglia). Sin embargo, se muestra nostálgica por el fin del rodaje de El maestro. "Tanto el elenco como el equipo técnico fueron inmejorables y los autores de la historia son excelentes", recalca.
El director de la serie, Daniel Barone, también está satisfecho con los resultados. Dice que hubo "una muy buena preproducción y un gran trabajo con la estética, tiene cosas realmente bellas sin caer en un esteticismo frío". Barone cree que Adrián Suar "armó acá un tándem que es un privilegio para la televisión, con autores que encaran las escenas desde lugares a los que uno no está acostumbrado y con el impulso de un gran elenco, con un actor como Julio, con Inés Estévez y con Carla Quevedo, a la que acá quizá no conocemos mucho -quizá la conocen más afuera-, pero que es una actriz exquisita y que hizo un gran trabajo".
El maestro se teje en un bosque que paseará al espectador por el universo de la danza (arte, establishment y fantasía), el mundo del boxeo, la aristocracia, la marginalidad, la perseverancia y la bohemia. "Son universos heterogéneos pero hay homogeneidad al descubrir que en la metafísica nos unen un montón de cosas más allá de las distinciones: la necesidad del amor y de la realización, el sufrimiento, la alegría, un horno en el que se cocinan todos estos personajes que parecen traídos de distintas películas. Hay una historia de amor profunda y sutil y una metáfora del aprendizaje, de la paternidad, del salir adelante", destaca el director.
Tanto para Barone como para Chávez, el mundo de la danza clásica, con sus reglas y códigos, era un absoluto desconocido. El director aclara que una aspiración era "trabajar también para el público que pertenece a la danza, para que al ver la serie no opine que le faltamos el respeto, y por eso trabajamos con un maestro como Candal".
Raúl Candal está en el ensayo y observa cómo Julio Chávez marca la secuencia de valses a los bailarines para la escena. Está de pie bajo el marco de una puerta para no ser captado por las cámaras por el reflejo de los espejos cuando graban. Cree que está bien plasmado el espíritu del ballet y su técnica en la serie y da mérito a la construcción del personaje hecha por Chávez. "Julio hizo un trabajo muy bueno porque es muy perfeccionista y porque empezamos a trabajar desde el inicio del proyecto, hace casi ocho meses. Para mí fue una experiencia muy enriquecedora, por conocerlo a él, que lo admiro, y por lo que trabajamos. Julio es muy dúctil, coordinado, tiene oído y es un profesional extremadamente exigente".
"Sí, soy muy exigente, no podés no serlo con un oficio que te da tanto", sostiene Chávez, que el año que viene protagonizará una nueva serie y una película, y expondrá sus pinturas en el Museo Caraffa de Córdoba. Cuando Suar le propuso el papel, fue inmediatamente en busca de Candal, "sin esperar a que se aprobara el proyecto" y empezó con las clases. Dice que "había que despertar al instrumento y para mi cuerpito fue un shock decirle: ahora tenés que aprender danza clásica. Me preparé mucho y hay cosas que mi cuerpo transitó y de las que no se va a olvidar, soy más consciente en cuanto a cuestiones como la postura, el apoyo, los hombros o por qué se usa una capa con un brazo afuera, por qué usan sombrero, por qué se inclinan de tal manera".
En el primer capítulo de la serie, el actor deja ver algo de lo aprendido. "¿Sabés dónde está el punto fijo (que miran los bailarines para girar sin marearse) en el Colón?", le pregunta Prat a su futura aprendiz cuando la ve bailando sobre un ring de boxeo mientras Chaikovski suena de fondo. "En una lucecita en el palco presidencial", le revela el maestro. Ella, algo avergonzada, le responde: "Se preguntará qué hago acá", escuchando al compositor ruso en medio de este escenario. "No, para nada. La flor de loto, ¿sabés dónde crece? En un pantano", sentencia él.
Inés Estévez
Interpreta a Paulina
"Me gustó hacer un personaje dañado a nivel emocional y que intenta hacer daño"
Julio Chávez
Interpreta al maestro Prat
"Sí, soy muy exigente, no podés no serlo con un oficio que te da tanto"
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