Cada ficción aporta su granito de arena para renovar el género, desde la norteamericana Nadie quiere esto, con Kristen Bell y Adam Brody, a la surcoreana Soñando con un maldito cuento de hadas
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“Creo que estaba deseando una comedia romántica. Hace tanto tiempo que no veía una que me enganchara que cuando apareció este guion que es gracioso, sensible y moderno, me di cuenta de que no hay mejor manera que pasar tu tiempo como espectador que riendo, llorando y apostando por el amor”, dice Kristen Bell, la talentosa actriz de series como Veronica Mars y la extraordinaria The Better Place, que ahora es la protagonista de Nadie quiere esto, la nueva ficción, disponible en Netflix desde este jueves 26, que busca renovar la fe de los espectadores en la comedia romántica, ese género en constante peligro de extinción. Al menos en cuanto a la gran pantalla.
Bien lejos del boom de finales de los años 80 y principios de los 90, y a años luz de distancia de las maravillas creadas en el Hollywood clásico entre las décadas del treinta y cuarenta, ya hace años que las comedias románticas sufren de unos guionistas con pocas ideas originales y una industria que dejó de verlas como un buen negocio. Eso hasta que las plataformas de streaming tomaron la posta y decidieron que esas historias chispeantes, cómicas y con final feliz asegurado podían funcionar como parte de su variada -aunque no siempre inspirada- oferta. Y aunque muchos de sus intentos resultaron fallidos -véase, o mejor no, Tu casa o la mía, con Reese Witherspoon y Ashton Kutcher-, el streaming sigue creyendo en el amor o en los dividendos que puede aportarle.
Así, con el comienzo de la primavera, nuevas series llegaron a poner su granito de arena para renovar el aire del género. De hecho, casi se podría hacer una maratón de doble programa con Envidiosa, la ficción liderada por Griselda Siciliani que aporta el sabor y el ritmo local a la comedia romántica y está primera en las preferencias del público argentino desde su lanzamiento, la semana pasada. También Nadie quiere esto, un relato que revisa el clásico formato de las comedias de su tipo y le da un entretenido giro actual. “Me encanta verlas y también hacerlas, y la verdad es que no me llegan muchos proyectos como este”, explica el actor Adam Brody en una conferencia de la que participó LA NACION. El intérprete que se hizo famoso encarnando al tierno y ocurrente Seth Cohen en la serie juvenil The O.C., ahora es Noah Roklov, un rabino treintañero que tiene el mal tino, según su familia y sus amigos, de enamorarse de Joanna (Bell), una mujer independiente, divertida y con más de un tropiezo en el amor que además, para horror de mamá Roklov, no es judía.
En la larga historia de la comedia romántica siempre fue tan importante la química entre los personajes centrales y el desarrollo de la trama que los llevará a comer perdices como el impedimento que ponga en duda esa conclusión feliz. En 2024, las diferencias socioeconómicas que funcionaban en el pasado para mantener en vilo a los espectadores sobre los enamoradas en cuestión ya no se aplican si se pretende algún viso de verosimilitud. Pero, como demuestra Nadie quiere esto, todavía hay posibilidad de utilizar la idea de la pertenencia cultural como ingrediente disruptivo del romance.
El caso de Soñando con un maldito cuento de hadas, la serie de Corea del Sur que estará disponible desde este jueves 26 en Paramount+, como su título lo indica, se acerca a la comedia romántica desde los tópicos y modos más tradicionales para subvertirlos. La trama de la ficción de diez episodios está centrada en Moon Cha Min, el hijo de una poderosa y rica familia, una suerte de príncipe azul moderno que detesta a esas mujeres que se ven a sí mismas como la cenicienta lista para ser rescatadas por él. Como corresponde eso es exactamente lo que busca Shin Jae Rim, quien comienza a trabajar como gerente de su club. Claro que lejos de tener una idea romántica de su futuro, la chica busca con pragmatismo conquistar al millonario que la saque de su vida de pobreza. Con la premisa, tan transitada por el género, de los opuestos que se atraen, la nueva ficción coreana se suma a otras propuestas del mismo origen que, poco a poco, se hicieron un lugar en la dieta de consumo de los espectadores argentinos y ampliaron, gracias a su presencia en las plataformas de streaming, los alcances y las formas del género más allá del modelo creado e instalado por Hollywood.
Amor loco
“Creo que soy una romántica y una de las cosas que más me gustaron del programa es que estos personajes no tienen 21 años. Muchas veces ,cuando veo historias de este género con protagonistas de veintipico, lo que pienso es: “No vas a encontrar a la persona indicada para vos todavía. Tenés 21 años, por Dios”. Acá estamos mostrando a dos personas que se encuentran más tarde, en otro momento de la vida. Algo que sucede cada vez con más frecuencia en nuestras sociedades. Por eso me gusta que nuestros personajes tengan más de treinta años y que se hagan la pregunta de si es su momento para encontrar una pareja estable”, detalla Bell sobre la trama de Nadie quiere esto, que imagina a sus dos protagonistas como adultos, si bien no precisamente maduros, que viven en Los Ángeles aunque circulan por ambientes bastante distintos. Joanne tiene un podcast con su hermana en el que hablan de cómo ser solteras en esta era, y Noah trabaja en la sinagoga a la que asiste su familia desde siempre y en la que aspira convertirse en el rabino principal. El conflicto en el centro de la trama aparece cuando su enamoramiento pone en cuestión las expectativas que cada uno de ellos tenía para su vida.
Algo de eso ocurría también en la original Crazy ex Girlfriend, la serie romántica y musical que solía estar disponible en Netflix y desde fin de mes se sumará a la oferta de Paramount+. Con humor, inteligencia y un evidente amor por el género la ficción creada y protagonizada por Rachel Bloom, tomaba todos los lugares comunes y los clichés del género para reírse de ellos, de sus lados más inverosímiles y para plantear que el amor romántico solo puede llegar a buen puerto si antes los dos integrantes de la posible pareja se aman a sí mismos y que ningún amorío, por más intenso que sea, es la solución para todos los problemas. Algo que las mejores comedias románticas y el público que las consume saben de sobra, pero sin olvidar que lo divertido es ser testigos de cómo los protagonistas resuelven sus entuertos y consiguen su final de cuento. “Esta ficción es como tomarte una taza de chocolate caliente en invierno. Sentate, relajate y dale una oportunidad al amor”, resume Bell sobre Nadie quiere esto y por extensión sobre estas comedias románticas que con la llegada de la primavera están floreciendo en las plataformas de streaming.
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